Gobierno y fake-news

En una de las ruedas de prensa del estado de alarma, el ministro de Justicia anunció que se revisarían los instrumentos legales «para impedir que no se vayan de rositas aquellos que contaminan la opinión pública». Hablaba de las fake news que han crecido como setas en la crisis del coronavirus. Revoloteando de fondo, eso que se llama libertad de expresión y un detalle de nada: ¿Qué pasa si las fake news las dice el Gobierno?

Cada vez que se produce un acontecimiento importante se genera gran cantidad de información, no toda cierta. Las fake news se disparan y en ocasiones cuesta separar la realidad de la ficción. En este siglo en que la manipulación informativa está a la orden del día, esas noticias falsas se utilizan como arma arrojadiza para sensibilizar a la opinión pública en uno u otro sentido.

Como botón de muestra, hasta el momento Twitter asegura haber detectado más de un millón y medio de cuentas sospechosas de manipular información sobre el coronavirus y en las últimas dos semanas ha procedido a borrar 1.100 mensajes con información «engañosa». También habría que ver qué es lo que considera esta gente información engañosa, que todos sabemos lo bien que se les da censurar a los del pajarito azul.

Podemos pide confiar en el Gobierno

A la izquierda todo esto siempre le ha venido bien porque creaba un clima de inquietud social que era un caladero de votos. Eso era cuando estaban en la oposición, ahora que gobiernan ya no lo ven igual. Y así escuchamos al partido antisistema por excelencia, Podemos, presentar denuncias por difundir bulos en las redes durante el estado de alarma, lo que supone un delito de “simulación de peligro, calumnias e injurias a altas instituciones del Estado y organización criminal”.

Ay, Podemos, quien le ha visto y quién le ve, pidiendo «la necesaria confianza en el Gobierno de España». Cuando era el PP, no se fiaban ni un pelo y exigían el fin de la ley mordaza. Ahora que están ellos no solo exigen confianza sino que abren la puerta a denunciar al disidente.

¿Quién decide qué es una fake news?

Porque no nos engañemos: en el momento en que exista la posibilidad de actuar legalmente contra las fake news, ¿quién decide que es una fake news? ¿El Gobierno? ¿Las empresas de fact checking que presumen de independencia pero que son cercanas ideológicamente al poder, como Newtral y Maldita.es? Esto es como elegir entre susto o muerte.

Podemos ir incluso más allá, ¿y si la fake news la dice el Gobierno? Aún recordamos a Fernando Simón diciendo que en España no habría más que algún caso diagnosticado, a Salvador Illa proclamando que nuestro SNS estaba perfectamente preparado o que hacemos más testas que nadie en el mundo, o a Pedro Sánchez anunciando que los tests rápidos, perfectamente homologados, estaban de camino. ¿Debemos considerar eso fake news o, si lo dice el Gobierno no cuenta nunca como bulo?

El ejemplo de las muertes por coronavirus

Vamos a poner un ejemplo concreto. A estas alturas es un hecho que los casos reales de coronavirus son más que los que reflejan los datos oficiales. Por el simple hecho de que no se están haciendo todos los tests que se deberían. También hay ya numerosas informaciones que indican que el número de personas fallecidas es mayor. En esta noticia de La Vanguardia, un bombero de Madrid declara: «Hay gente que está sola, no se les hospitaliza, llaman por teléfono y les dicen que se queden en sus casas y no les hacen la prueba. Acaban muriendo sin atención», lamenta José, que en un único día comenta que llegaron a hacer 20 salidas relacionadas con muertes por coronavirus». Alguien podría interpretar que detrás de todo esto se esconde la actitud negligente de un gobierno desbordado y desorganizado, por ejemplo.

Un instrumento de control

Pues bien, la denuncia de Podemos (que se refería a un bulo sobre el ocultamiento de material sanitario), decía que no se podía acusar al Gobierno de “ocultar información a la población, de ser incapaz de gestionar la crisis sanitaria, de desatender a enfermos, a fallecidos y de ocultar información a los familiares de estos últimos, acusando a las instituciones oficiales de estar ocultando el número de fallecidos”. Podría perfectamente aplicarse a las informaciones de El Mundo o La Vanguardia y a alguien que opinara sobre ellas.

Y quién dice que sería fake news acusar al Gobierno de ocultar información de las personas fallecidas podría extenderse a, por ejemplo, acusarle de ocultar información del riesgo de la pandemia, de no abastecerse de material sanitario, de no prevenir la crisis o, directamente, decir que el 8M tuvo una importante parte de culpa en todo esto. ¿Ven por dónde van los tiros? Decimos que son fake-news e impedimos, o restringimos, la difusión de estas noticias. Arreglao.

La delgada línea de la censura

Y es que la línea que hay entre acusar de propagar bulos y censurar la libertad de prensa y de expresión es muy delgada. Y si no que se lo digan al primer ministro de Hungría, Viktor Orban, que se reserva el derecho de bloquear informaciones y de enviar periodistas a la cárcel. En España, por suerte, aún no hemos llegado a esos niveles. De momento.

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