Es habitual cuando se estrena una nueva «obra maestra» de cine feminazi que se produzca un proceso similar a este: la publicidad y la crítica woke anuncian la nueva maravilla, se produce un encendido debate en las redes entre defensores y detractores, que termina con el cachondeo de estos últimos cuando se produce el fracaso que todos, menos los que han hecho la película, veían venir. Con el título que nos ocupa, Nación salvaje, ni siquiera sucedió eso porque la película pasó desapercibida incluso entre los haters. Pues aquí venimos a reivindicarla, a reivindicarla como una de las cumbres del cine feminazi a la altura de ese delirio total que es Navidad sangrienta. Nación salvaje es una delicatessen de «sutil» mensaje en la que a unas adolescentes, acosadas por el heteropatriarcado y la masculinidad tóxica, no les queda otro remedio que defenderse a tiro limpio.
La película, dirigida por Sam Levinson en 2018, tiene una premisa de partida interesante: los destructivos efectos de un hacker en una pequeña ciudad de Estados Unidos llamada Salem, que se dedica a desvelar los secretos de los teléfonos móviles de varias personas. Los habitantes de la ciudad sacarán lo peor que llevan dentro cuando caigan las máscaras y salten los prejuicios, y la tomarán contra cuatro chicas de instituto que acabarán siendo los chivos expiatorios. Detrás subyace una crítica a nuestra sociedad dependiente de la tecnología digital, superficial e hipócrita, y también a una juventud obsesionada por los likes y el culto a la imagen. Hasta aquí la cosa iba bien.
La trama es lo de menos
El problema viene cuando nos damos cuenta de que la trama realmente es lo de menos porque de lo que se trata es de denunciar la masculinidad tóxica, la homofobia, el machismo y la familia tradicional para acabar lanzando el mensaje de que solo el feminismo en feliz unión con el movimiento LGTBI es la solución para nuestro mundo enfermo. Y en ese sentido, Nación salvaje representa perfectamente cómo debe de pensar un justiciero social, que ve la vida como un entorno de opresión insostenible ante el que solo queda la opción de la legítima defensa.
Nada más comenzar, la protagonista ya marca el tono cuando define como violador al novio de la madre de su amiga solo porque es un hombre y —dice— «tiene cara de violador». Y a los pocos minutos explica, en una jocosa muestra de humor #MeToo, que los hombres que no quieran comer coños tendrían que ser considerados unos sociópatas. Risas entre el público feminista. Ahora que fuera un chaval llamando puta a la novia del padre del amigo porque tiene cara de puta, y que dijera que las mujeres que no la chupan son unas estrechas. Seguro que no se reirían tanto.
Personajes de panfleto ideológico
Todos los personajes están ahí solo para alimentar el panfleto. No se salva ni uno: el alcalde homófobo que se traviste en la intimidad, el grupo de machitos que odian a los homosexuales y a los transexuales, el novio manipulador que descarga sus frustraciones haciendo daño a su pareja, el policía gordo que además es machista y fascista, los padres religiosos que reniegan de su hija pecadora, el cuarentón que se aprovecha de la adolescente y que —para que quede claro que es un tipo de la peor calaña— la quiere violar después de haber asesinado sin que se sepa por qué a su propia esposa, y finalmente la turba de vecinos que representan la América de Trump, todos blancos, por supuesto.
En el lado de los buenos, las nuevas «brujas» de Salem, las chicas protagonistas (una negra y otra transexual, que se vea la apuesta por la diversidad), alocadas y fiesteras pero de buen corazón, y el único blanco que no alberga sentimientos machistas u homicidas de toda la película, que es el también el único que se sale de la heteronormatividad y mantiene relaciones sexuales con la transexual.
Un gran final feminazi
Con este ramillete de personajes es imposible ver Nación salvaje y no desear el exterminio de la sociedad heteropatriarcal. Del mismo modo que es imposible ver una película de Hollywood de la Segunda Guerra Mundial y no desear que maten a todos los alemanes. Así que cuando las chicas dejan de ser unas niñatas lloronas y las posee la versión hembrista de Rambo, el público aúlla de placer al ver como acribillan a tiros a los malvados machirulos que, por supuesto, resultan ser unos cobardes de mierda.
El desenlace de la película es uno de los grandes momentos del cine feminazi. Después de cargarse a los tipos que querían ahorcar a su amiga trans, la protagonista se marca un discurso sobre la crisis del sistema y el poder de las mujeres que si lo oye Irene Montero la enchufa en su ministerio. Un montón de chicas la ven en las redes y salen a la calle apoyando a las cuatro heroínas. Enfrente de esta multitud guiada por la sororidad se encuentran los hombres americanos tradicionales, enmascarados y furiosos. Es el momento de la batalla final. El patriarcado va a caer…
Los orgasmos de la crítica y el veredicto de la taquilla
Nación salvaje: El bombazo feminista del año que no querrás perderte.
«Alucinantemente entretenida y visualmente poderosa. Olé los ovarios de Universal Pictures, una ‘major’ apostando por un producto rabiosamente moderno y progresista».
¿Por qué todo el mundo está alucinando con la peli Nación Salvaje?
«En unos Estados Unidos cada vez más retrógrados y en un mundo en donde la violencia contra la mujer y el colectivo LGTBQI es cada vez mayor, Nación Salvaje se convierte en un entretenimiento más que necesario reivindicativo y valiente»
Nación salvaje, las nietas de las brujas de Salem plantan cara al machismo
«Uno no puede dejar de pensar que un producto así podría haberle resultado absolutamente revelador si lo hubiese consumido a los catorce o quince años. Qué tipo de adulto sería si, en lugar de haber crecido con American Pie, lo hubiese hecho con Nación salvaje»
A pesar de las babas de la critica, Nación salvaje no la vio ni el Tato ni la Tata ni el Tate. Recaudó 2.500.000 en todo el mundo… Y costó 7.000.000. Otro gran éxito del cine feminazi. Aún se están preguntando cómo pudo no triunfar.
Nación salvaje (2018). Clasificación en la escala feminazi: 10/10
- 1.Joyas del cine feminazi en la era ‘metoo’.
- 2.Joyas del cine feminazi 2: Mira quién oprime ahora.
- 3.Joyas del cine feminazi 3: El ascenso del Patriarcado.
La he visto, por desgracia. Solo la puedo describir de una forma: truño feminazi infumable que solo gustará a las más absorbidas por el movimiento. He tenido momentos de gran vergüenza ajena. Tengo que hablar muy seriamente con quien me dijo que la viera.??
¿Se la recomendaron? Yo de usted iría buscando el botón de “bloquear contacto” 😉 Desde luego que esta película hay que verla para creerla.