Estudio feminista Juguetes

Si hay algo que no le falta al feminismo son estudios que justifiquen su forma de ver el mundo. Por eso, cuando una feminista le diga que algo “está muy estudiado”, créala, lo está. Lo que no le contará es que lo han estudiado las propias feministas siguiendo una fórmula que nunca falla: tesis inicial que quieren demostrar, observación e interpretación de ciertos datos, y no otros, seleccionados o sesgados para amoldarlos como sea a esa tesis y oh, sorpresa, tesis confirmada. Todo envuelto en referencias que le dan un aparente empaque científico, aunque muchas de ellas provengan de estudios similares que se citan entre sí. Una fórmula infalible de la que se han servido los estudios de género para conformar su telaraña ideológica desde hace más de 30 años, y que les ha llevado de la marginalidad a la hegemonía cultural.

No es de extrañar, por tanto, que existan tantos expertos que han descubierto el chollo de estas investigaciones y que apañan en un momento un informe con perspectiva de género de lo más “científico”. Es un mecanismo nada ajeno a las ciencias sociales pero al que las feministas le han sacado un partido extraordinario: circula el dinero en el entramado de expertos y asociaciones afines, se aumenta el corpus teórico (ya saben, para que todo esté “muy estudiado”) y se coloca en los medios de comunicación, en cursos y ponencias para seguir adoctrinando y justificar futuras subvenciones y disposiciones legales que erradicarán ese problema “detectado”.

18.000 euros por un estudio “inspirado” en otro de 2014

Dicho esto y mientras se le seca el sudor frío del cuerpo, pasemos al recién presentado Publicidad y campañas navideñas de juguetes: ¿promoción de ruptura de estereotipos y roles de género?, publicado por el Instituto de la Mujer del Ministerio de Irene Montero y ejemplo perfecto de todo lo dicho. 200 páginas (estos informes suelen ser unos mamotretos de cuidado) redactadas con la participación de Isabel Menéndez Menéndez y Pablo Vidal Vanaclocha, dos profesores universitarios, habituales en simposios feministas y, sin duda, fieles a la causa.

De hecho, la consultora a la que se ha encargado el informe y por la que, según publica Voz Populi, ha cobrado 18.000 euros, Kualitate Lantaldea, lleva años realizando trabajos en la misma línea. Sexismo en la campaña de publicidad de juegos y juguetes 2013, también con la participación de Vidal Vanaclocha y realizada para el Instituto Vasco de la Mujer, no solo es un claro antecedente de esta campaña del Instituto (nacional) de la Mujer sino que calca su metodología y análisis. De Instituto a la Mujer a Instituto de la Mujer y facturo porque me toca.

Este nuevo informe, como hizo su primo hermano de 2014, “descubre” lo machista que es la publicidad de la industria juguetera a la que ya nada más empezar se le da un toque: “Las empresas fabricantes de juguetes deben adaptarse a los hábitos sociales desarrollando sus productos al mismo ritmo que la sociedad avanza”. O sea, las empresas tienen que adaptarse al discurso ideológico del feminismo, que en esta ocasión ya no solo se conforma con representar a todas las mujeres sino a toda la sociedad que avanza.

“Futuras intervenciones”

Y si las empresas no lo hacen motu proprio ya lo harán porque “El objetivo último de este estudio es la prevención de sus efectos mediante futuras intervenciones que activen la concienciación de sectores clave en la producción y comercialización del juguete”. Lo de “futuras intervenciones” suena estupendamente. Sí se puede.

Para justificar esta necesidad, el estudio analiza una maraña de datos diversos que interpreta a luz única de la perspectiva de género. Empieza hablando de una oscura estrategia publicitaria orquestada en los años 90 desde las profundidades del patriarcado, el “marketing de género”, que consiste en hacer anuncios diferentes para niños y niñas con el fin de ganar dinero perpetuando los roles de género. ¿Que piensa que esto se puede explicar simplemente porque a los niños y a las niñas les gustan juguetes diferentes y las empresas se adaptan a sus gustos? ¡Será machirulo o alienada! Sepa que el feminismo siempre ve más allá de lo obvio, por muy sensato y lógico que parezca. Hasta que los niños no jueguen con muñecas el mundo será un infierno patriarcal.

A lo largo de las páginas que siguen, y que nos hemos leído por usted ganándonos el cielo, el machismo de los anuncios de juguetes se extiende como un reguero de desigualdades desde la televisión hasta los escaparates de las tiendas, pasando por los catálogos. Viajar a la profundidades de este Publicidad y campañas navideñas de juguetes: ¿promoción de ruptura de estereotipos y roles de género? le quita a uno las ganas de comprarle juguetes a los niños estas navidades y regalarles en su lugar la inscripción a un taller de deconstrucción para ellos y un kit de autodefensa feminista para ellas.

Los niños son más altos y grandes

Al ya clásico argumento de este tipo de estudios de que las niñas juegan con muñecas y cocinitas y los niños con juguetes de acción y tecnológicos para perpetuar las desigualdades y los estereotipos de género, este añade trascendentales revelaciones como que en los anuncios “son más los casos en los que el niño es más alto o grande que la niña”. Maldita biología patriarcal. A partir de ahora solo se deberían poner niños bajitos en los anuncios.

Los niños de pie, las niñas sentadas y hacen reverencias

Y no solo los niños son más altos y más grandes sino que, mientras ellas salen sentadas e interactúan entre sí, ellos están de pie y aparecen en poses más dinámicas y solitarias, demostrando- dice el informe- poder, control y autonomía. Ahí lo llevas. Por si fuera poco, las niñas aparecen a veces «apoyando la punta del pie en el suelo, doblando la pierna» como si fuera «un gesto de reverencia». De ahí al derecho de pernada hay un paso.

Supremacismo blanco

“La referencia principal [geográfico-cultural] ha sido la mediterránea,
seguida de cerca por la anglosajona-teutona y en menor medida la africana-arábiga”
. Además de machistas, supremacistas blancos. ¿Conseguiremos alguna vez llevar la justicia social a este mundo tenebroso de los anuncios de juguetes? Es la pregunta que nos hacemos día y noche.

Los anuncios de niñas duran un segundo menos

“Se dedican 1,2 segundos más de media a los anuncios protagonizados por niños que a los protagonizados por niñas”. El machismo acapara descaradamente el tiempo que deberían ocupar las futuras mujeres de la república feminista. Por si fuera poco, se usan voces más graves en los anuncios de niños, lo que el estudio interpreta, en otro alarde de intuición, como un intento de imponer la autoridad masculina.

El arma secreta del lenguaje sexista: los diminutivos opresores

Por supuesto, el lenguaje inclusivo no podía faltar oprimiendo a las pobres niñas (“El uso del masculino genérico es una de las prácticas sexistas más comunes en la publicidad presente en las tiendas”), aunque lo realmente importante es otro terrible descubrimiento que quitará el sueño a más de uno: los anuncios para niñas usan más diminutivos y rimas. La lista de ejemplos hiela el alma: “¡Oh! ¿Por qué llora mi bebito? Hay que limpiarle el culito. Bebe y come como un bebé de verdad, y hace pipí y popó en su orinal”.

Niñas cosificadas porque guiñan el ojo

Otro clásico de los estudios de género también tiene su aparición estelar en este documento: la cosificación: “Un 8,5% de los anuncios protagonizados por niñas y el 2,5% de los mixtos presentan a las niñas sexualizadas, principalmente a través de -ojo a la explicación- contorsiones, cruces de piernas, muecas, guiños a cámara, lanzamiento de besos…”, una sexualización que también perciben en los juguetes de maquillaje porque las niñas aparecen coquetas y maquilladas. Si es que las maquillan como putas, les ha faltado decir.

El terrible color rosa

Pero sin duda el gran hallazgo del estudio por el que pasará a los anales -en todos los sentidos de la palabra- es el daño que está haciendo el color rosa a la igualdad. Literalmente: “La diferenciación y opresión del color rosa sobre las niñas es una constante. Merece una conclusión propia la problemática del color rosa, un color que oprime y reprime a las niñas”. Y por si fuera poco oprimirlas y reprimirlas, “justifica a menudo el encarecimiento del producto: (…) “si es de color rosa, pagas más”. Obsérvese como también se cuela en el estudio otro de los temas recurrentes del feminismo, la brecha de género, en este caso la “tasa rosa”, que pasa de esta manera de los productos de higiene femenina a los juguetes para niñas, demostrando que el Patriarcado desangra económicamente a las mujeres incluso antes de que tengan la regla.

Todo lo que quiero para Navidad es un presupuesto de 450 millones

El estudio acaba, como suele ser habitual, con una bibliografía. Casi 80 títulos que se supone que los autores se han leído para escribir las 40 páginas del marco teórico de este trabajo, algo que no se cree ni la más radical de las feministas sola y borracha llegando a casa. Igual sí se lo ha creído la propia directora del Instituto de la Mujer, Beatriz Gimeno, que prologa orgullosamente el informe y a la que tenemos que agradecer que no haya aprovechado su texto para felicitar las fiestas deseando una feliz sodomízación a todos los hombres de buena voluntad.

De lo que no cabe duda es de que a Gimeno y a su jefa la marquesa les ha llegado Papá Noel por adelantado con el incremento de un 157% en el presupuesto del Ministerio de Igualdad para 2021. En plena crisis por la pandemia, Montero y su equipo tendrán 450 millones de euros con los que podrán financiar estudios tan necesarios como este. Desde este humilde blog les sugerimos el siguiente: “La inmortalidad del cangrejo desde la perspectiva de género. Un debate necesario para lograr la igualdad”.

5 comentarios

  1. Gracias por resumirme el estudio y ahorrarme su lectura, señor Kaplan. Y pensar que con la que está cayendo se gaste nuestro dinero en esto… Eso sí, he aprendido la lección y este año los regalos a mis sobrinos serán con perspectiva de género. ¿Que llevas meses pidiendome un camión? Me da igual, este año te cae una muñeca con todos sus complementos. ?

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