La caída de la casa Galapagar
Un día de otoño triste y silencioso, cuando las nubes colgaban bajas y pesadas en el cielo amenazando tormenta, crucé una región singularmente lúgubre de Madrid. Y, al fin, al acercarse la noche, me encontré a la vista de la melancólica Casa Galapagar. Había conocido tiempos mejores, lo que saltaba a la vista con su descuidada fachada, pero aún imponía, sobrecogedora recortada contra el horizonte del crepúsculo. Miré el móvil