Enhorabuena, machirulos. El Patriarcado es más fuerte que nunca en España. La dominación y opresión a la que se somete a las mujeres desde hace cuatro mil años vive sus mejores momentos. No cabe duda de que los tribunales, los medios de comunicación y el pensamiento único que se inocula a la opinión pública es patriarcal, impidiendo que el feminismo tenga cabida y pueda entrometerse en el diabólico plan que los Primeros Señoros idearon en la noche de los tiempos: controlar, invisibilizar, maltratar, violar y asesinar a las mujeres cuando les venga en gana. Menudos eran los Primeros Señoros de los cuales, está claro, Franco, Santiago Abascal y El Cigala son sus descendientes directos.

Aunque algunas feministas suscribirían el párrafo anterior como un estremecedor testimonio de la realidad misógina de nuestros días, lo cierto es que no tiene ni pies ni cabeza. Y mucho menos si miramos la actualidad reciente. Como decía Voltaire: «Para saber quien gobierna sobre ti, simplemente encuentra a quien no estás autorizado a criticar». Y no es precisamente el machismo o la dominación patriarcal lo que está mal visto criticar ahora mismo. El establishment, como comprobará a continuación, es de color morado. Por mucho que se presenten como la resistencia contra el sistema, ellas son el sistema.

La pobre e indefensa Juana Rivas

Condenada por sustracción de menores, Juana Rivas pasó un mes en paradero desconocido con sus dos hijos incumpliendo las decisiones judiciales que le obligaban a entregárselos al padre. Los tribunales italianos la consideran una manipuladora de manual, pero en España se ha convertido en una mártir. La campaña defendiendo a la secuestradora, #juanaestaenmicasa acusando de maltratador a su ex pareja —por una sentencia de 2009 en la que el maltratador tenía más heridas que la maltratada y con ocho denuncias posteriores entre 2016 y 2018 archivadas todas por «inverosímiles»— , la surrealista sesión en el Congreso de los Diputados apoyándola, las manifestaciones contra la «justicia patriarcal» con cada revés judicial contra ella, el Tribunal Supremo bajándose los pantalones para rebajarle la condena a la mitad, la obtención del tercer grado en cuatro días y, como grotesco broche de oro, el indulto que le va a regalar el Gobierno por su cara bonita cualquier día de estos. Patriarcado puro y duro, desde luego.

Representativo del papelón de la izquierda es Íñigo Errejón, que ha exigido también el indulto para Rivas porque es una «posible víctima de violencia vicaria». Posible, quién sabe, igual en un futuro más o menos cercano. La frase «poner la venda antes que la herida» cobra un nuevo significado con Íñigo Nostradamus.

El mismo Errejón fue uno de los muchos que acusaron de asesinato al marido de una mujer muerta en Motril. Cuando la autopsia desveló que fue por causas naturales y el esposo, que permanecía en el calabozo en aplicación de la LIVG, fue puesto en libertad, Errejón borró el tuit y a otra cosa, mariposa. Muere tu mujer, te meten en la cárcel, te llaman asesino y ni siquiera se disculpan. Lo dicho: este patriarcado es insoportable.

La izquierda feminista llora a Olivia… y se olvida de Yaiza

En un demoledor hilo, el tuitero Bou recogió numerosas muestras de condolencia por el asesinato de la pequeña Olivia, ahogada por su padre como venganza contra la madre. Minutos de silencio en ayuntamientos, pésames en redes sociales de políticos, periodistas, famosos, asociaciones… y el mensaje de que la violencia a través de los hijos, «vicaria», era la peor de las violencias machistas.

El mismo hilo mostraba el contraste con el caso de Yaiza, fallecida después de que su madre la drogase y la asfixiase para, según confesó ella misma ante el juez, hacer daño al padre. Pero en este caso no hubo ni una sola señal de condolencia. Y, desde luego, nadie habló de violencia «vicaria». La propia familia de Yaiza lamentó esta falta de atención que ha rodeado la muerte de su pequeña: «Ni una sola muestra de solidaridad», declararon a la prensa. Si el asesino hubiera sido el padre nos apostamos el blog a que habría tenido la misma repercusión que Olivia.

Pocos días después de que se encontrara el cadáver de Olivia, la periodista Irene Vaquerizo firmó una pieza en Informe Semanal que era un publirreportaje sobre la violencia «vicaria». Por supuesto, no faltaron las intervenciones de psicólogas del gremio y de viejos conocidos de los negocios de género como Miguel Lorente. Hubo muchas referencias a la pequeña Olivia pero de Yaiza no dijo ni una palabra.

Eso sí, hubo tiempo para mencionar al Patriarcado y a Diego El Cigala que, tras ser acusado de maltrato y salir libre sin cargos, dijo que las mujeres iban «por los dineros», lo cual era para la autora del reportaje una banalización de la violencia de género. ¿Y la posible acusación falsa de la pareja de El Cigala? Eso es lo de menos. Total, solo son el 0,01%.

39 menores asesinados por sus padres… ¿y cuántos por las madres?

El reportaje también aportaba la cifra de los 39 menores asesinados por sus padres en España desde 2003. Curiosamente, solo existe ese dato sobre los padres —al figurar en las estadísticas de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género— y, tal como recoge el portal Maldito Feminismo, nada sospechoso de ser facha, no existen datos oficiales del resto del casi centenar de menores asesinados por sus progenitores en esos años, lo cual suena sospechoso. Por la sencilla razón de que cualquier dato susceptible de beneficiar a la causa feminista recibe difusión hasta en la sopa. Y si no se dice nada… por algo será.

Tal vez la clave esté en otros estudios que apuntan a que en torno al 70% de los infanticidios los cometen las madres. El dato no solo no salió en Informe Semanal, sino que la propia RTVE lo ha calificado de Fake News. El Salto Diario, que no tiene que mantener las apariencias como (supuestamente) la televisión pública, acusa a la ultraderecha, a Vox y al machismo —el Patriarcado, ya sabe— de estar detrás de la propagación de estos datos. Experto en Igualdad, otro tuitero que lleva años defendiendo la igualdad real, ha desmontado con un fact checking el fact checking de RTVE, retratando el auténtico bulo: el de RTVE.

¿Por qué se habla ahora de violencia «vicaria»?

Que de repente se hable tanto de violencia «vicaria» no es casualidad. Responde a una estrategia para expandir el universo de la violencia de género, como siempre, instrumentalizando el dolor. El concepto de «violencia vicaria» es relativamente nuevo en España. Fue incluido en 2017 en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género. Su publicidad actual coincide con la modificación del Código Civil para que los padres denunciados por violencia de género no puedan ver a sus hijos y la prohibición del controvertido Síndrome de Alienación Parental (SAP). Y tiene su porqué.

Con estos cambios legales, se impide automáticamente que los padres, solo por ser denunciados, vean a sus hijos y se restan posibilidades para que un ser de luz sea acusado de manipular a sus hijos contra los padres, que son a los que hay que temer porque, según el feminismo, solo ellos pueden cometer violencia vicaria. El Ministerio de (des)Igualdad a toda máquina.

El nuevo concepto, como se ve, fortalece la legislación de género. Las de Infancia Libre se deben de estar frotando las manos, que con la dichosa justicia «patriarcal», o sea, la normal, ya van dos condenadas por sustracción de menores. Ione Belarra, nueva secretaria general de Podemos, que se hacía fotos con esta asociación «a favor de la protección integral de los derechos del menor», también estará encantada con estas cosas que pasan en el Patriarcado.

Guerra al Síndrome de Alienación Parental

La que también se puede beneficiar de estas disposiciones es Irune Costumero, que ha denunciado al Servicio de Menores de Vizcaya, tras perder la custodia de su hija por el Síndrome de Alienación Parental. Si echa un vistazo por Internet verá a toda la maquinaria mediática feminista movilizada contra el SAP. En un sistema ideológico en el que ni siquiera el concepto de violencia de género —violencia estructural que ejerce el hombre contra la mujer por el único motivo de ser mujer— está demostrado científicamente (no digamos el Patriarcado), es curiosa la animadversión a un síndrome por no estar «probado por la ciencia». Evidentemente, porque no beneficia a las mujeres (la mayoría de alienadoras son las madres, según los defensores del SAP). Si fuera al revés no le quepa duda de que formaría parte del canon feminista, como la brecha de género, la masculinidad tóxica, los micromachismos o la misoginia de Bertín Osborne.

Después de todo esto no es de extrañar que de la pareja de Godella, que asesinó a sus hijos porque oían voces y decían que les perseguía una secta diabólica, solo él haya sido condenado a 50 años de prisión mientras que su mujer haya sido absuelta para ser internada en un centro psiquiátrico. Ella sufría un brote esquizofrénico y estaba muy trastornada; él por lo visto debía de estar en sus cabales. Lo raro es que la sentencia no lo acuse de machismo ni de violencia vicaria.

Creo que le habrá quedado claro tras leer estas líneas que, para estar viviendo en un sistema opresor y machista, este patriarcado es un poco bluf. Es casi como ese marido que duerme en el sofá cada vez que se enfada la parienta. Mi consejo de amigo y bloguero es que aproveche la Ley Trans del gobierno más chachiprogre de la historia y se autoperciba mujer cuanto antes por lo que pueda venir. De hecho, a mí a partir de ahora puede llamarme Georgina.

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9 comentarios

  1. Y con unos cuantos casos se desmonta la teoría de la justicia patriarcal. Parece que aquí si eres mujer tienes patente de corso para saltarte la ley y encima tienes el apoyo del Gobierno para hacerlo. Estupendo artículo, señor Kaplan, digoooooo señora Georgina. ???

  2. Nada nuevo bajo el sol, Señor Kaplan ¿o Señora Georgina?, jaja. Acá en Argentina hubo casos aberrantes de madres prostituyendo a sus hijas menores de edad y el «feminismo», bien gracias. Otro caso que es la versión argentina del #MeToo, fue la denuncia presentada por la actriz Thelma Fardin contra el actor Juan Darthés, por supuestamente violación y acoso sexual. Esta mujer aparecía por todos los medios de comunicación argentinos luciendo un pañuelo verde en su muñeca (giño, giño) denunciando a dicho actor, mientras que ese hombre tuvo que irse del país, luego de que le arruinaran la vida.

    1. No conocía el caso de Juan Darthés ni otros del #MeToo argentino, que seguro que son muy interesantes. ¿Tuvo que irse él del país? ¿Se demostraron finalmente las acusaciones o quedó todo en un #Yositecreohermana?

      1. Juan Darthés tuvo que irse del país (decían que estaba viviendo en Brasil o Nicaragua) y creo que la cuestión judicial quedó en la nada, pero el linchamiento mediático sigue hasta el día de hoy. Todos saben que en el mundo de la farándula es común que actrices se acuesten con actores o productores para obtener beneficios, que creo es lo que pasó en este caso y en el de Harvey Weinstein. Después estos productores no cumplen con sus promesas o dichas actrices se arrepienten y denuncian abuso y acoso sexual.

        1. Sí, pero las que se arrepienten 20 años después da que pensar sobre la honestidad de sus intenciones… antes y ahora.

  3. Otro caso del que me gustaría que hablara Señor Kaplan, aunque no es de España, es el caso de Scott Cawthon, creador de la serie de videojuegos FNAF, quién recibió un terrible linchamiento en Internet de parte de los justicieros sociales (incluidas amenazas de muerte hacia él y su familia) debido a que se filtró que en las últimas elecciones de Estados Unidos donó miles de dólares a la campaña de Donald Trump, provocando su alejamiento de la franquicia.

    1. Donar para Trump, a quién se le ocurre. ¡Anatema! Buscaré información de ese caso. ¡La verdad es que hay muchísimos! Muchas gracias por sus comentarios, Lisandro 🙂

      1. Yo me enteré de ese caso en la web de artistas Deviantart, donde el videojuego FNAF tiene muchos seguidores, en donde obviamente el linchamiento al que fue sometido y su posterior decisión de alejarse de la franquicia provocó la tristeza y el enojo de sus seguidores, incluidos miembros de la comunidad LGBTQ+.

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