De todos los combates de la guerra cultural, la batalla por la Navidad es una de las más inadvertidas, tanto que si lee a la prensa liberal y progresista le dirán que tal batalla nunca ha existido. Tiene sentido que no lo reconozcan: cualquier intento por desmontar la Navidad genera fuertes reacciones en contra. Pero la batalla por la Navidad es real: ciertas corrientes ideológicas llevan años intentando desacralizar la fiesta cristiana por excelencia, diluir sus valores familiares en una exaltación consumista y convertirla en una celebración neutra sin símbolos religiosos más acorde con un globalismo que, en cambio, no tiene ningún problema en celebrar cualquier otra tradición religiosa, cuanto más alejada de Occidente mejor. Sea el Kwanzaa o el Ramadán.
Pero estas corrientes ideológicas se encuentran con 2.400 millones de cristianos en el mundo que presentan una resistencia feroz. No es fácil acabar con una tradición milenaria, incluso en sociedades cada vez menos practicantes pero que sienten que la esencia de la Navidad está vinculada al nacimiento de ese Niño que en el siglo IV se decidió que fuera un 25 de diciembre. Y siempre que esas fuerzas salen señaladas reculan diciendo que somos unos exagerados, que nadie pensaba robar la Navidad. Y así hasta la siguiente ocasión, en la que el Grinch progre volverá a intentarlo de nuevo.
La UE recomienda no ofender con la Navidad
A principios de diciembre, en Nueva York, el árbol de Navidad de 15 metros de la sede de Fox News, el principal luchador mediático por las tradiciones navideñas en Estados Unidos, ardió en llamas. Un vagabundo —que fue puesto en libertad sin fianza gracias a las buenistas reformas demócratas sobre delitos— le prendió fuego. La policía descartó motivos ideológicos en la acción de este pirómano, un conocido perturbado de la zona. No fue, por tanto, un acto de guerra contra la Navidad. Pero sí lo fue lo que intentó hacer la Comisión Europea dos semanas antes.
La comisaria de Igualdad de este organismo recomendó a sus funcionarios felicitar las «fiestas» en vez de la «Navidad» para respetar a aquellas personas no cristianas y que se podrían sentir ofendidas. Entre otras sugerencias, se aconsejaba ser «inclusivo e integrador» y sustituir expresiones como «el período navideño» por «el período de vacaciones». De estrangis y por la puerta de atrás se pretendía extender en las comunicaciones públicas de la UE una fórmula de felicitación navideña más cercana a cualquier puente festivo de tres al cuarto que a la Natividad del Señor. El Grinch progre al ataque.
Aborten misión, repito, aborten misión
El informe se filtró a la prensa y se armó la marimorena, nunca mejor dicho. A la Comisión Europea no le quedó más remedio que retirarlo argumentando que solo era un borrador. «Estamos analizando las preocupaciones con el fin de abordarlas en una versión actualizada de sus pautas», comunicó Helena Dalli, la grinch, perdón, la comisaria europea de Igualdad. «No es un documento definitivo», agregó. Traducido al cristiano: Nos han pillado con el carrito del helado, intentaremos colarlo en otra ocasión. Finalmente, la presidenta de la Comisión Europea acabó felicitando las navidades en su cuenta de Twitter, renunciando al «Felices fiestas» de su comisaria de Igualdad quien, por cierto, también tuiteó un enorme «Merry Christmas». Navidad 1 – Comisión Europea 0.
Eso sí, en nuestro país el muy progresista e integrador presidente Pedro Sánchez sí ha hecho caso del borrador. De hecho, lleva haciéndolo varios años y no duda en felicitar «las fiestas» a los católicos (y el Ramadán a los musulmanes). Seguramente, porque lo de integrar es un concepto muy flexible para el progresismo, que consiste en respetar a los musulmanes pero no a la confesión religiosa mayoritaria de España, que en el imaginario colectivo de la izquierda se asocia a Franco, la Inquisición y las Cruzadas.
«Happy Holidays» contra «Merry Christmas»
Pero el origen de esta batalla por la Navidad no está en Franco ni en la Comisión Europea, sino en Estados Unidos y la corrección política que nos estamos comiendo con patatas nosotros también. Allí siempre se había usado el «Happy Holidays» junto al clásico «Merry Christmas». Sin embargo, desde finales de los años 90 se empezó a considerar que la «misa de Cristo» («Christ-mass») podía ser ofensiva y se empezó a fomentar los más asépticos «Happy Holidays» y «Season’s Greetings”, al tiempo que se retiraban símbolos cristianos del espacio público ante la vigilancia de la Unión de Libertades Civiles Estadounidenses (ACLU). Supuestamente, eliminar los símbolos religiosos navideños protegía los derechos constitucionales de los no cristianos. Tócate las bolas (de Navidad).
El punto de inflexión tuvo lugar en 2005 cuando el presidente George Bush felicitó las «fiestas» mosqueando a muchos cristianos (total, solo son 250 millones). Mientras los medios liberales y progresistas no veían que fuera para tanto, Fox News hizo bandera de la batalla por la Navidad. Y tanto su presentador estrella, el posteriormente defenestrado Bill O’Reilly, y John Gibson defendieron los valores religiosos de una fiesta que poco a poco se iba difuminando. Gibson publicó el libro “La batalla por la Navidad: Por qué la trama progresista para prohibir la sagrada fiesta cristiana es peor de lo que pensabas”, en el que analizaba cómo las empresas y los colegios se contagiaban de este clima y renunciaban cada vez más a los elementos cristianos de la Navidad.
Make Christmas Great Again… y Feliz Navidad
El tema se agudizó durante la presidencia de Barack Obama. Aunque él sí felicitó a título personal la Navidad en Twitter, en las ocho tarjetas oficiales que envió la Casa Blanca durante sus mandatos no aparecía por ningún lado «Feliz Navidad». Donald Trump convirtió la recuperación de la clásica expresión en una de sus promesas electorales. Una especie de Make Christmas Great Again del que hoy el ex presidente se proclama vencedor y se vende merchandising en Internet. Un regalo ideal para darle con el espíritu navideño a un progre en las narices.
El establishment progresista se ríe de Trump por afirmar que se vuelve a decir «Merry Christmas» gracias a él (aunque realmente se dice más) y mantiene que no ha existido ninguna batalla por la Navidad (aunque hasta hace nada se seguían quitando símbolos religiosos y no se salvaba ni Charlie Brown y su especial de Navidad). En realidad, la guerra que-no-existe está lejos de acabar. De momento, Joe Biden ha vuelto a las felicitaciones neutras de Obama reservando el «Merry Christmas» para su cuenta de Twitter. Aunque habrá que esperar a que Laura Borrás reciba otra felicitación de Biden para confirmarlo definitivamente.
Así que ya sabe. A decir «¡Feliz Navidad!» hasta desgañitarse. Sobre todo si lee esto el 25 de diciembre.
Intentan cargarse algo que es más que una creencia, es parte de nuestra cultura. Pero no lo tienen tan fácil por la cantidad de cristianos que hay y tienen que recular. Pero bueno, volverán a intentarlo el año que viene. Por cierto, Feliz Navidad, señor Kaplan.
Lo intentarán una y otra vez pero creo que lo tendrán muy difícil.¡Feliz Navidad, Merce!
¡Feliz Navidad, Señor Kaplan!. Navidad es Jesús, el Niño Dios que vino a vivir entre nosotros para redimirnos de nuestros pecados. Hasta la figura de Papá Noel es de índole religiosa: San Nicolás de Bari, uno de los Padres de la Iglesia. Detesto cuando quieren quitarle el verdadero significado de la Navidad con la excusa de que ofende, no entiendo porque ese odio del progresismo a la cultura occidental cuando, irónicamente, proviene de ella.
Porque odian todo lo que suene a tradición (valores cristianos, familia…) que es el pegamento de nuestra civilización occidental que es lo que quieren derribar. Pero no lo conseguirán 😉 ¡Feliz Navidad, Lisandro!