No es por presumir pero ya lo vimos venir hace dos años en Kaplan contra la censura. Dijimos que si perdía en Estados Unidos, Amber Heard se iba a convertir en un ejemplo para la posteridad, pero no el que ella quería. Y así ha sido. Finalmente, Johnny Depp ha probado que tenía razón. Y para ello solamente ha tenido que soportar seis años de calumnias, perder contratos millonarios, ser desterrado de Hollywood, y mostrar sus miserias en dos juicios por difamación a tumba abierta, perdiendo el primero contra The Sun y saliendo victorioso del segundo directamente contra su ex mujer.
Y es una suerte que ese juicio se haya retransmitido en directo. Porque si el mundo no lo llega a ver con sus propios ojos y se tiene que fiar de los medios de comunicación, le habrían dado gato por liebre. Cuando Depp perdió el pleito contra The Sun la noticia fue que había quedado demostrado que era un maltratador. Ahora que un jurado ha decidido que Amber Heard difamó a Johnny Depp llamándolo maltratador, la noticia es que ha habido una condena mutua y que este juicio es un duro golpe contra las mujeres que denuncian abusos. Nunca dejes que la realidad te estropee un titular. Sobre todo si es un titular del #MeToo.
La maldición de la difamación mutua
El jurado de Virginia ha sido demoledor: los tres puntos de la demanda del actor han sido aceptados. Y esos tres puntos dejan claro que Amber Heard mintió y difamó «con malicia» —sabiendo adrede que es falso o sin importarle que lo sea— en un artículo de The Washington Post de 2018 presentándose como víctima de malos tratos de su ex marido. No lo nombraba pero quedaba tan claro que era él que Depp se quedó sin Piratas del Caribe ni Animales fantásticos en cuanto lo señaló el dedo flamígero del #MeToo.
Los dos puntos no aceptados de la contrademanda de Heard por las declaraciones de un ex abogado del actor tampoco la dejan en muy buen lugar. El jurado los considera no difamatorios y, por tanto, ajustados a la realidad. En ellos se afirmaba que Amber Heard hizo falsas acusaciones de violencia sexual y que estas eran un bulo. Heard solo obtuvo el voto favorable del jurado en un punto referido a que el ex abogado la difamó al acusarla de exagerar los daños de una pelea para engañar a la policía. Cinco de seis para Johnny Depp. Quince millones para él, por compensación y daños. Dos millones para ella, solo por compensación.
El cofre del #MeToo muerto
Tenga en cuenta estos matices cuando lea las cientos de noticias hablando de «difamación mutua». Posiblemente estemos ante una de las manipulaciones informativas de la década. Y, por supuesto, tiene su porqué: diluir la culpa entre los dos y que parezca que Johnny Depp fue tan difamador como Amber Heard. Todo para salvar el #Metoo y evitar esa realidad incómoda que los medios no cuentan: las mujeres pueden mentir cuando denuncian malos tratos, también los pueden sufrir los hombres y el movimiento que surgió para combatir a poderosos depredadores sexuales ha degenerado en una justicia paralela en la que basta la palabra de una mujer para acabar con la presunción de inocencia de un hombre.
Solo en este contexto de achicar agua del naufragio se pueden entender algunos titulares de la prensa más adepta al movimiento #MeToo, que sabe que cuenta con ella para sobrevivir al mazazo. Por eso el triunfo de Depp parece casi un apocalipsis para las mujeres:
El veredicto del juicio Amber Heard-Johnny Depp y la sombra de las denuncias falsas (El Mundo)
El veredicto Depp-Heard es una orden de silencio contra las mujeres (The Washington Post)Las tres secuelas tóxicas del juicio de Johnny Depp y Amber Heard (El País)
El veredicto Depp-Heard es escalofriante (The New Yorker)
El juicio Amber Heard-Johnny Depp fue una orgía de misoginia (The Guardian)
Cómo el juicio de Johnny Depp y Amber Heard ha alimentado la misoginia (Glamour)
El veredicto del juicio Johnny Depp y Amber Heard tendrá un escalofriante efecto devastador (NBC)
El veredicto de Amber Heard envía un mensaje a las mujeres negras de todo el mundo (The Root)
Y esto solo acaba de empezar. La receta del #MeToo para enfrentar su mayor crisis está clara: más #MeToo. La autocrítica es de señoros.
Sombras feministas
La acusación falsa es lo de menos y lo que haya podido sufrir un hombre inocente (si el veredicto de Londres lo inculpaba, este lo exculpa) no interesa. Lo importante es lo que supone para las mujeres. El Patriarcado es tan fuerte que hasta cuando una mujer es condenada por difamar y hundirle la vida a un hombre la culpa es del hombre. Para las más fanáticas, ahora y siempre Johnny Depp será un maltratador. Porque Amber Heard es una de sus hermanas. Como Juana Rivas. Como María Sevilla.
Del flaco favor que ha hecho la actriz a las auténticas víctimas ni una palabra. Y de que tal vez el #MeToo se haya pasado de frenada favoreciendo que se aprovechen mentirosas sin escrúpulos aún menos. Lo que tenía que haber hecho Johnny Depp es callarse. Y si su ex le llama maltratador, asumir que lo es y punto. Limpiar su nombre y restituir su honor, ¡menudo egoísta está hecho! Ya lo ha dicho la propia Heard, de perdidos al río y asumiendo a tope su personaje de portavoz y mártir: «Mientras Johnny Depp dice que está “avanzando”, los derechos de las mujeres están retrocediendo».
En juicios misteriosos
Aparentemente, la actriz de Aquaman había salido victoriosa del primer asalto judicial en Londres, pero a muchos no se les escapó que su versión tenía no lagunas sino auténticos agujeros negros que el muy honorable e independiente juez Nichols no quiso comprobar. En cambio, no tuvo mayor problema en considerar las acusaciones contra el actor «sustancialmente ciertas» según los estándares civiles británicos.
Hay que leer las 129 páginas de la sentencia para creerlas (aquí las tiene por si se atreve). Depp aparece en todo momento como un alcohólico politoxicómano que se vuelve violento y peligroso cuando se pone hasta arriba («El monstruo»), mientras que a la cándida damsel in distress de Amber Heard solo le falta protagonizar un anuncio del Plan Nacional de Drogas a lo Maradona.
El juez diabólico de la calle Fleet
La sentencia de Londres, firme porque no se aceptó el recurso de los abogados de Depp, repasaba catorce acusaciones y concluía que eran ciertas una docena de ellas. Las doce siguen el mismo patrón: aceptar el testimonio de Heard, su hermana y sus amigas y rechazar el de Johnny Depp y el de cualquiera que le defienda. El honorable e independiente juez Nichols siempre encontraba motivos para darle la razón a la actriz (y al periódico) y para desestimar cualquier testigo favorable al actor al que, leyendo la sentencia, parece que le tenga manía. ¿Que ella asegura que se maquillaba los golpes? Aceptado. ¿Que pegó a Johnny Depp en defensa propia? Aceptado. ¿Que dice que se rompió el dedo él solito y no porque ella le tirara una botella? Aceptado. ¿Qué fue su perra, y no la propia Amber Heard, la que se cagó en la cama del actor? Aceptado.
Heard era el principal testigo de los demandados en este juicio. Por tanto, se suponía que decía la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad. Pero algunas de sus afirmaciones bajo juramento se han caído como un castillo de naipes en Virginia, ante la apisonadora de los abogados Ben Chew y Camille Vasquez, la estrella revelación de este proceso. Lista, guapa, y hábil en los interrogatorios. Y encima de ascendencia latina, que tanto gusta ahora allí. Solo le faltó convertirse en Hulka y liarse a tortas con Amber Heard. Metafóricamente, lo hizo en cada uno de sus interrogatorios. En este nuevo episodio de la eterna guerra entre morenas y rubias, la abogada californiana ha ganado de calle.
Amber en el Twitter de las maravillas
Johnny Depp, que no fue capaz de mirar a la cara de su ex mujer ni una sola vez, se presentó como la auténtica víctima de una relación que a esas alturas del espectáculo mediático ya había quedado claro que era más tóxica que un chupito de plutonio. La famosa grabación de Amber Heard se pudo escuchar de nuevo:
Dile al mundo Johnny, ve lo que un juez o jurado piensa. Dile al mundo, yo, Johnny Depp, un hombre, soy víctima de la violencia doméstica. Y ve cuántas personas te creen o se ponen de tu lado
En Londres, el honorable e independiente juez Nichols consideró irrelevante esa frase. En Virginia cayó como una losa. Las redes dieron su veredicto antes que el jurado: #JusticeforJohnnyDepp acumuló 17.000 millones de visitas y #JusticeforAmberHeard apenas llegó a pasar de los 54 millones.
Por supuesto, el hecho de que el público (ojo, sobre todo mujeres) creyera más al actor de Eduardo Manostijeras y se burlara de su ex esposa a la que veían en directo como una mujer falsa y manipuladora solo podía significar para los medios que había una campaña machista de acoso y difamación en las redes.
Los mismos que vieron normal el linchamiento mediático contra Johnny Depp años atrás ahora se mostraban indignados por el trato hacia Heard. La verdad sea dicha, ella ayudó un poco. Amber, alma de cántaro, ¿a quién se le ocurre sonarse la nariz como si te metieras una clencha?
Donando nunca jamás
Como se describe en la orden de restricción y en la demanda de divorcio, el dinero no juega un papel para mí personalmente y nunca lo tuvo, excepto que pueda donarlo a la caridad, y eso es lo que voy a hacer, con la esperanza de que ayude a aquellos que menos se pueden defender a sí mismos (…) La donación será dividida equitativamente entre ACLU [Unión Estadounidense por las Libertades Civiles] (…) y el Hospital Infantil de Los Ángeles.
Así se expresaba Amber Heard en 2016 cuando cobró siete millones de dólares al separarse. Fue uno de los motivos —lo recoge hacia el final la sentencia— por los que el honorable e independiente juez Nichols no dudó de su testimonio. ¿Cómo se puede llamar cazafortunas a alguien que ha donado siete millones a caridad?
Un buen argumento, sin duda… si fuera cierto. Camille Vasquez demostró que de los siete kilos Heard solo había donado a ACLU un millón y medio. Y de esa cantidad, solo 350.000 dólares habían salido de su propio bolsillo. El resto lo puso Elon Musk (su ex amante), el propio Depp y un fondo de inversión.
Según Amber Heard, se había comprometido a donar y eso era lo mismo que donar. Y no lo había podido hacer efectivo por culpa del pleito con su ex marido. Vasquez la volvió a noquear: la lucha en los tribunales comenzó más tarde y, en cuanto a lo primero, se lo preguntó varias veces para que se notara aún más lo ridículo de la afirmación. Dígale usted a Hacienda que si se compromete a pagar es como si ya lo hubiera hecho. Verá qué risas.
Maquillajes fantásticos
El juicio ya había empezado con mal pie para Amber. Elaine Bredehoft, su abogada, reconocida como una de las más brillantes del país, presentó dramáticamente un kit corrector de maquillaje, asegurando que no podía separarse de él durante su relación con Johnny porque lo usaba para tapar los golpes que recibía. Con tan mala fortuna que la propia empresa que comercializaba el producto publicó un comunicado diciendo que ese en concreto no se vendía en aquella época. Era imposible que Amber Heard lo hubiera usado durante su matrimonio. Bredehoft tuvo que salir al paso diciendo que realmente no era ese, sino uno parecido.
En otro momento, la actriz de Aquaman declaró que su ex marido la pegó hasta casi romperle la nariz. Camille Vasquez le mostró fotos tomadas al día siguiente en las que no se le notaba nada. Ese maquillaje de efectos retroactivos es impresionante, más mágico que las encuestas de Tezanos.
Para afianzar su versión la actriz recurrió a la artillería pesada. Llevó una experta de género para que hablara sobre la dominación masculina y la agresividad reactiva y «defensiva» de las mujeres. Una especie de Pamela Palenciano con cara de señorita Rottenmeier que le habría mojado a Irene Montero eso que tiene como una mesa de grande, en la muy feminista expresión de Quique Peinado, pero que dejó frío al jurado.
Estrella invitada: Kate Moss
Amber Heard había declarado que golpeó a su ex marido porque temía que empujara por las escaleras a su hermana como sabía que había hecho él con otra de sus ex, Kate Moss. En una de esas escenas que solo pasan en Estados Unidos, Kate Moss testificó a última hora en medio de una gran expectación.
Verla decir que tropezó, que Johnny Depp la ayudó y que jamás fue violento con ella, mientras el actor sonreía con ternura y Amber Heard ponía cara de Medusa petrificadora fue, sin duda, un final de juicio made in Hollywood.
La venganza de Jack Sparrow
En diciembre de 2020, tras la sentencia de Londres, Amber Heard se las prometía muy felices. Naciones Unidas la presentaba con orgullo como una campeona de los derechos humanos, ACLU había recompensado su donativo de tres millones y medio de dólares nombrándola embajadora contra la violencia doméstica y la agencia Harry Walker, que representa a los Obama y a Bill Clinton, la había contratado para dar conferencias sobre los derechos de las mujeres a 33.000 dólares la charla. La vida le sonreía. La Vanguardia escribía entonces:
La caída a los infiernos de Depp parece imparable, mientras Amber Heard está en una gran racha. Aunque parece que el intérprete intentó que se la vetara en una nueva entrega de Aquaman, la actriz no solo tiene asegurado su papel en ella, sino que además ha firmado este contrato millonario como conferenciante. Dentro de poco es probable que tenga más dinero y popularidad que Depp.
Unos visionarios.
ACLU ha dejado en suspenso la colaboración a la espera de saber qué pasa con esa donación que no acaba de llegar (en el Hospital Infantil de Los Ángeles ya dan por hecho que los niños serán padres antes de ver un dólar). En la agencia Harry Walker la ficha de Amber Heard ya no aparece en el directorio. La petición de change.org para que la despidan de Aquaman 2 lleva más de 4.500.000 de firmas, a poco de convertirse en una de las más exitosas de la plataforma (aprovechamos estas líneas para saludar a Warner y el marrón que tienen ahora). Y los abogados de la actriz ya han dicho que no puede pagar los quince millones, aunque realmente se quedarán en poco más de diez.
«Amber Heard, siempre recordarás este día como el día en el que casi capturas a Jack Sparrow», no dejaron de repetir las redes cuando salió el veredicto. Como el día en que casi capturó a Jack Sparrow, casi hundió su carrera y casi se cargó el #Metoo. Se lo podrá contar a sus nietos. Y a los del honorable e independiente juez Nichols.
Magnífico resumen del juicio. Y, como bien dice, gracias a que se ha podido seguir en directo. La manipulación posterior ha sido escandalosa. Eso sí, creo que ella va a seguir dando guerra y auguro un nuevo artículo sobre el tema. Ya me lo dirá.
Sin duda. Amber Heard no se dará por vencida y los medios van a seguir apoyándola. El poder del reverso tenebroso del #MeToo poderoso es, que diría el maestro Yoda. La guerra sigue…
Hola Señor Kaplan, esperaba con ansias su análisis sobre este juicio y, por lo visto, ha llenado de terror al feminismo.
Llevaba semanas recopilando material para el artículo. Espero que la espera le haya merecido la pena 😉 Y sí, no les ha sentado nada bien. Ya están preparando la contraofensiva, no le quepa duda.
Veo que mi tuit de celebración no fue muy original. ???
No acabo de estar de acuerdo en lo del juicio de Londres, en el que de Sun creo que simplemente tuvo que demostrar que su fuente era creíble, sin entrar en que lo que decía era cierto o no. O eso he oído yo por YouTube, que de jurista britiz yo cero pelotero.
Como siempre, buen artículo.
¡Gracias! El tuit no fue original pero sí acertadísimo 😉 En el artículo enlazo la sentencia de Londres. El juez analizó una a una 14 acusaciones de Amber Heard presentadas por The Sun para demostrar que no había difamación. Y al darles credibilidad a casi todas (a partir de creer solo la versión de Amber Heard y rechazar todo lo que decía Johnny Depp), implícitamente “demostraba” que las acusaciones de maltrato eran “sustancialmente ciertas”, según el estándar civil británico (no tan exigente como el penal) que significa que es más probable que haya sucedido a que no.