Hasta no hace mucho el verano transformaba las redacciones de los medios de comunicación. Los becarios buscaban su lugar en el sol llenos de entusiasmo, ajenos a las negrísimas nubes de precariedad laboral que asomaban a lo lejos. Sin actividad política, sin grandes frentes informativos que cubrir, la pereza estival se contagiaba a los medios y facilitaba la publicación de noticias más ligeras y frescas. Eran otros tiempos, sin cambio climático, en los que el verano ralentizaba la vida. Unos tiempos que la tiranía de los índices de audiencia y el terror informativo del que no quieren que salgamos han acabado matando.
En esta época de sequía de informaciones nacieron las serpientes de verano, noticias curiosas, a veces extrañas, que se alargaban durante días como si fueran el tema más importante del momento y que pasaban al olvido con la misma rapidez con la que habían llegado a las primeras páginas. La leyenda dice que se llaman así por el monstruo del lago Ness que siempre aparecía en agosto y volvía a las profundidades cuando los políticos acababan sus vacaciones. Ahora que, gracias a las redes sociales, tenemos serpientes casi a diario, y bastante más venenosas, queremos hacer un homenaje a esas noticias que llamaban nuestra atención y que se deshacían como el hielo en un granizado de limón.
Pablo Iglesias y García Ferreras a lo Pimpinela
En 2015, Podemos era el futuro de la izquierda. El terror del Ibex, el fantasma que recorría España para devorar al capitalismo y traer un futuro esplendoroso para la clase obrera. Solo una cadena de televisión les daba cancha: La Sexta, que por algo presumía de ser la más progresista. Y Pablo Iglesias se sentía tan a gusto en ese papel que hasta bromeaba en pleno directo con su director, Antonio García Ferreras, en quedar a comer y ver quién invitaba.
Eran tiempos felices. Pero el amor se les rompió de tanto usarlo. Como en Esplendor en la Hierba, ya solo queda de aquella gloria marchita el recuerdo. Y rencor, mucho rencor.
En 2022, Podemos ya no es el ojito mimado de La Sexta, que le ha puesto los cuernos con Pedro Sánchez. El partido morado ya no es el futuro, sino que huele a pasado siguiendo los pasos de Ciudadanos, otros que venían a cambiarlo todo y del que apenas quedan restos humeantes. Con una líder como Yolanda Díaz que se huele la tragedia y que es la primera que quiere saltar del barco, al partido que quería asaltar los cielos solo le quedan en la recámara las balas de los famosos sobres de los que nunca más se supo. Por eso se ha agarrado como un clavo ardiendo a las filtraciones de unos audios entre el comisario Villarejo y García Ferreras donde este decía que iba a dar la falsa noticia de una supuesta cuenta de Iglesias en las Granadinas aun pareciéndole «burda».
«Un daño irreparable a la democracia»
La noticia se dio en su momento y se desmintió enseguida, y casi nadie se acuerda de ella. Pero para Podemos y sus acólitos es la señal inequívoca de que el ex colega Ferreras conspiró con turbios poderes empresariales para evitar su triunfo en las elecciones. «Ferreras —tuiteaba Ione Belarra, secretaria general de Podemos— difundió información falsa sabiendo perfectamente lo que hacía. Su contribución al desprestigio de Podemos ha sido clave y ha hecho un daño irreparable a la democracia. Nunca sabremos quién habría gobernado en España en 2016».
En realidad, el daño irreparable se lo hizo Podemos cuando Pablo Iglesias e Irene Montero se fueron a vivir a un chalé de Galapagar o cuando desbarraron con el feminismo, pero no lo diga muy alto o los podemitas le muerden.
La profesión periodística al desnudo
A nosotros la pataleta de este Podemos crepuscular defendiendo ahora la democracia y la independencia del periodismo, después de beneficiarse durante años de La Sexta, y cuando son de sobra conocidos los deseos de Iglesias de controlar la televisión pública y sus críticas a los medios privados, nos produce una cierta ternura. Como las explicaciones del capo Ferreras justificándose y haciéndose la víctima. Más interesante nos parecen los propios audios que demuestran cómo se las gastan los periodistas en la intimidad, hablando sin tapujos («ahí estaban todos chupando pollas», dice la periodista Ana Terradillos, tan cándida que parecía, para la que lo importante es «sacar tajada»). Audios como estos nos demuestran lo acertada que era la visión de la profesión periodística que se daba en Primera plana. Y se quedaron cortos.
Y real como la vida misma son también las reacciones de otros periodistas progresistas sobre el tema. Los de la SER, enemigos cordiales de La Sexta, criticando la falta de ética de su compañero (y rival) en sentidísimos editoriales de Àngels Barceló o Iñaki Gabilondo. Del otro lado, los vinculados a La Sexta como Antonio Maestre, Jordi Évole o el Gran Wyoming cerrando filas con su compañero (y jefe). El periodismo desenmascarado como lo que siempre ha sido: un mercadeo de información y un negocio lleno de estómagos agradecidos. Como para fiarse de lo que dicen.
Arderéis en el infierno de los mapas climáticos
Si el verano pasado en el que solo hubo una ola de calor ya nos dieron la turra con el cambio climático, este en el que ya llevamos dos episodios de calor extremo imaginen lo que nos espera. El apocalipsis. Que ha habido muchos veranos sofocantes no es ninguna novedad. ¿Quién no ha tenido un abuelo que cuando le decías que te morías de calor te contestaba que eso no era nada, que antes sí que hacía calor de verdad? Ese abuelo ahora sería un peligroso negacionista, como usted si duda de la secta del consenso científico del cambio climático. Que hablar de «histeria climática» está muy feo, por algo lo nombraron despectivamente «palabro» del año en Alemania, donde saben mucho de nazis y negacionistas.
Con la escasez informativa estival, el apocalipsis climático es, más que una serpiente del verano, una hidra de siete cabezas que de un tiempo a esta parte amenaza a la humanidad y vale para explicarlo todo. No solo lo relacionan, obviamente, con los incendios forestales (que, por cierto, tampoco son nuevos en verano, como recordará cualquiera que no tenga la memoria de Dory), sino que hasta tiene que ver con la violencia machista. Y si un pobre barrendero muere de un golpe de calor la culpa es también de la crisis climática. Lo ha dicho Yolanda Díaz, esa que quiere huir de Podemos y montar otro partido de izquierdas, que esta vez sí será el bueno y el definitivo. La culpa no ha sido de las condiciones de trabajo ni de la empresa, sino del cambio climático. Y eso lo ha dicho una política de izquierdas. Chulisima ella.
Cuando España parece Mordor
Con este panorama, que podría dar para una vuelta de tuerca a la doctrina del shock de Naomi Klein, es lógico que este verano a los pobres mortales nos metan el cambio climático día y noche por los ojos. Y literalmente. Los mapas meteorológicos de las olas de calor en España y en otros países aparecen en rojo y negro, que parece eso la cartografía de Mordor. El hecho no ha pasado desapercibido en las redes sociales, con su consiguiente dosis de cachondeo y manipulación, en una guerra sin cuartel de mapas fake en la que es difícil saber dónde acaba una tergiversación y empieza la realidad.
Aidan McGivern, uno de los meteorólogos de referencia del Reino Unido, ha publicado un hilo de Twitter donde critica el uso de mapas antiguos manipulados y explica el por qué de esos tonos más rojizos y oscuros en los mapas actuales. Según él, lo hacen porque es más fácil de ver para los daltónicos, no porque haya ninguna intención ideológica detrás.
Unos colores elegidos… ¿al azar?
En España, un tuit que se hizo viral mostraba otro apocalíptico mapa del tiempo. En la escala de colores de referencia, el verde representaba entre 0-8ºC (obviamente, no había nada verde en el mes de julio) y a partir de 20º ya se reflejaba con el color naranja. Es fácil entender por qué la Península Ibérica se veía más negra que el sobaco de un gorila, y las zonas más frescas aparecían rojas brillantes.
Diferentes medios y expertos de agencias meteorológicas han tenido que salir al paso para explicarse. Aunque en este caso no han tirado de los daltónicos sino de una escala de referencia global para todo el planeta que, por lo visto, se sigue a rajatabla, y en el que los colores van desde los azules y morados (-41 ºC) hasta los grises y negros (54º), y donde, aseguran, el verde no representa nada positivo por sí mismo ni el negro nada negativo. Eso dicen ellos, pero la psicología de los colores dice otra cosa.
Asomando la patita del cambio climático
De hecho, si leemos atentamente a los expertos que usan esta inocente escala cromática les vemos asomar la patita:
No queremos llevar el debate a los colores de un mapa, ni infundir miedo, solo informar de forma clara y evidente sobre los riesgos de un episodio de calor anómalo, así como del actual cambio climático.
Y más adelante, la patita directamente nos la meten en el ojo:
¿Podríamos haber elegido otros colores para las temperaturas? Sin duda, pero entre otras cosas, a nuestro juicio, no habrían trasladado tan bien estos excesos que suponen un riesgo para la salud de todos. Además, en el maremágnum de información actual solo hay una forma de llevar al público los peligros, y es haciendo que los consulten.
Vamos, que los colores no los hacen por nada en particular… pero sí que los hacen por algo en particular. Y menos mal que no quieren infundir miedo que si llegan a querer…
Por si quedara alguna duda, no se pierda este ardiente mapa de la NASA. Un mundo abrasado sin océanos que produce insolación solo de mirarlo, sea o no sea usted daltónico.
Tetas en La Moraleja
Nuestra tercera y última serpiente de verano se llama Sol, es brasileña y tiene dos tetas que tiran más que dos carretas, de esas que dan miedo a las feministas porque no empoderan. Para entender el alcance de este sainete hay que comprender primero qué es La Moraleja. Una de las urbanizaciones más exquisitas y especialitas de Madrid, que durante años protagonizó un surrealista culebrón al querer independizarse del municipio de Alcobendas al que pertenecía porque, como diría un indepe catalán, Alcobendas ens roba.
Aunque venido a menos, su club de golf, «Real» desde que Felipe VI lo bendijo con el título en 2018, es el ágora de este microcosmos pijo, un punto de encuentro exclusivo que le cuesta a cada uno de sus seis mil socios 2.500 euros anuales y que en su propia web anuncia orgulloso sus valores:
Ser socio del Real Club La Moraleja implica mucho más que practicar un deporte o pagar una cuota, supone actuar ante la vida con integridad, respeto y honestidad tanto fuera como dentro del campo. Supone aceptar que hay una forma correcta de hacer las cosas, en la que ganar significa ser siempre fiel a sí mismo, a sus principios y valores. Porque, aquí, además de jugar al golf, se establecen relaciones sociales basadas en el respeto y en el reconocimiento mutuo.
Drama en el club de golf de la integridad, el respeto y la honestidad
Ahora que ya tiene el telón de fondo imagine la situación: un empresario cincuentón llega borracho a la piscina con una prostituta brasileña que se pasea en toples presumiendo de poderío, que para algo se ha gastado la pasta en dos buenos implantes mamarios. La escena que sigue ha pasado a la posteridad porque una mujer decide grabarla con su móvil mientras da instrucciones para que la echen. El tema se complica, la prostituta se niega, protesta y acaba por los suelos mientras intentan reducirla y expulsarla, y el tipo que la trajo contempla la escena sin inmutarse, ni cuando otros socios le reprochan su actitud de malas maneras. «Ni siquiera ha pagado por ella los 40 euros del acompañante», exclaman indignados. La pela es la pela.
Finalmente, tras arrear con su bolso a todo el que pilla, la hetaira abandona el club de golf. En el viento parecen resonar las palabras que inspiran esta noble institución:
Porque, aquí, además de jugar al golf, se establecen relaciones sociales basadas en el respeto y en el reconocimiento mutuo… Hay una forma correcta de hacer las cosas…
El escándalo se convirtió en la noticia del día. Eclipsó al soporífero debate del Estado de la Nación e hizo pasar a segundo plano la polémica entre Pablo Iglesias y García Ferreras, para desgracia del ex vicepresidente del Gobierno y sus huestes que no han podido aún sacarle el partido que esperaban. Y encima por culpa de los pijos de La Moraleja. La venganza de los Cayetanos es terrible, aunque sea sin querer.
«Pretty Woman» a la española
Visto en conjunto, el asunto es digno de una Pretty Woman cañí dirigida por Berlanga: el tipo mamao con pasta que cuela a la prostituta y que no mueve un dedo cuando ve la que se monta, la meretriz fuera de su entorno natural que se defiende a bolsazo limpio de los pijos alterados, jurando en arameo y portugués, y los socios del selecto club indignados viendo como su proverbial clase se va por el desagüe. Solo faltaba Yolanda Díaz echándole la culpa al machismo (todos contra la mujer) y al cambio climático (se despechugó obligada por las altas temperaturas).
Que conste que, llegado el caso, nosotros la apoyaríamos completamente. A la puta, claro, no a Yolanda Díaz.
Muy buen resumen de lo más jugoso de la semana. Aunque en mi opinión gana por goleada la prostituta de La Moraleja. ?? Berlanga estaría orgulloso.
Eso ha sido impagable, Merce. Berlanga seguro que lo habría incorporado a alguna de las secuelas de La escopeta nacional xD
Jajaja, muy buen artículo, Señor Kaplan. Con respecto al periodismo, en todo el mundo son iguales, en mi país también. En el verano pasado tuvimos una terrible ola de calor por una semana, con temperaturas que no bajaban de 37ºC, incluso de noche, y en los noticieros decían que se debía a un fenómeno atmosférico, nunca nos colaron lo del cambio climático y con respecto a los colores está la llamada Psicología del Color (soy diseñador gráfico) donde el rojo significa peligro y el negro significa muerte, el espectador asocia estos colores con tales significados. Y con la señorita del final capaz que el señor que la contrató es de esos que se llenan la boca hablando de los derechos de las mujeres y el respeto a la mujer, en este mundo todo es posible jajaja.
No le quepa duda,amigo Lisandro xD ¡Muchas gracias por sus comentarios!