Lona Desokupa

De un tiempo a esta parte, una nueva plaga bíblica asola la ciudad de Madrid que ríase de las de Egipto. Se trata de la plaga de las lonas, enormes telas que ahora usan partidos, asociaciones y hasta particulares para lanzar puñaladas contra el rival y que dibujan un cuadro bastante exacto del estado del país en víspera de las elecciones más decisivas de los últimos tiempos. Las lonas ocupan fachadas enteras de edificios y se despliegan por varios pisos agrediendo visualmente a los pobres viandantes que no han hecho nada para merecer este nuevo concepto de marketing político que solo hace feliz a las empresas publicitarias y a las imprentas, y que viene a demostrar que, digan lo que digan, el tamaño sí importa.

Las precursoras del invento no tienen nada que ver con la política. Las marcas comerciales llevan años desplegando telas enormes para promocionar sus novedades. Como nadie nos paga por hacerles publicidad, no pensamos citar a nadie. En 2020, Jan Laporta, esa versión de Hacendado del capo di tutti capi Florentino Pérez, puso una enfrente del Santiago Bernabéu cuando se presentó de nuevo a la presidencia del Barcelona. Lo mejor de aquel «Ganas de volver a veros» fueron los memes, en especial uno con la imagen de Francisco Franco que solo por ver a la izquierda lanzar espuma por la boca y llamando al exorcista de la Memoria Histórica habría valido la pena convertirlo en una lona de verdad.

El plan sin fisuras de Podemos

Con unas perspectivas electorales más nefastas que el live action de La sirenita, Podemos se la jugaba en las elecciones municipales y autonómicas de Madrid. Así que ni cortos ni perezosos decidieron poner toda la carne en el asador en forma de una pancarta gigante con una de sus acusaciones estrella: la de que el hermano de Isabel Díaz Ayuso se había enriquecido con la venta de mascarillas durante la pandemia. Que la Fiscalía Anticorrupción hubiera archivado el caso era lo de menos. Una foto tamaño King Kong del señalado pariente le hizo pasar de ser un ciudadano anónimo a estar más visto que las noticias del cambio climático.

El plan sin fisuras de Podemos les salió rana. Se hundieron en las elecciones mientras Díaz Ayuso obtuvo mayoría absoluta. Tampoco la culpa fue de la lona, pero está claro que no les ayudó a evitar el pozo electoral del que no está previsto que salgan. Y más después de la humillación de Sumar, la nueva marca chula de la izquierda que les ha ninguneado de sus listas electorales, especialmente a su estrella estrellada Irene Montero, cuyos gritos de rabia ecofeministas y transversales puede escuchar aún si afina el oído en la madrugada.

El PP pidió que retiraran la lona con el hermano de Ayuso, pero la Junta Electoral Central la mantuvo. Eso sí, exigiendo que apareciera clara la firma de Podemos que, aunque parezca surrealista, se veía mucho menos que el logo del PP.

Vox contra casi todo

Vox y su sindicato Solidaridad ya habían calentado el 1 de Mayo con una lona contra la Agenda 2030 en forma de caricatura. En ella, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz se casaban con el globalismo frente a partidos y sindicatos. Curiosamente, Vox tiraba a matar contra todos pero se le olvidó incluir al Rey Felipe VI, que anda que no da chapas el hombre leyendo todo lo que le ponen sobre la Agenda 2030, el calentamiento global y los mantras del Foro de Davos.

Con esa experiencia previa, el partido de Santiago Abascal decidió colgar otra lona. Si dicen que la poesía es un arma cargada de futuro, la pancarta de Vox era una lanzadera de misiles crucero. En ella se veía una mano con la bandera de España que tiraba a la basura el lobby feminista, el LGTBI, el independentismo catalán, el comunismo y la okupación.

La lona del odio

Los mismos que no vieron ningún problema en señalar al hermano de Ayuso en nombre de la libertad de expresión, bautizaron a esta pancarta como «la lona del odio». El PSOE, asociaciones feministas y LGTBI exigieron su retirada y la denuncia del partido por un delito contra los derechos humanos, que es la denuncia infalible. A ver quién es el fascista que se atreve a llevarle la contraria a los derechos humanos. Rafael Narbona, un señor que parecía buena gente hasta que le dio por tuitear como si no hubiera un mañana, batió el récord mundial de la ley de Godwin y no necesitó más que un tuit para comparar la lona de Vox con los carteles nazis que marcaban las tiendas judías.

La lona del «odio» de Vox que tanto cabreó a la izquierda porque tiraba a la basura la Agenda 2030, el feminismo, el comunismo y el lobby LGTBI, entre otros. algo que según parece es mucho más fascista que señalar a personas exculpadas por la justicia como el hermano de Ayuso.

Finalmente, la lona besó la ídem y la Junta Electoral Central ordenó su retirada por considerar que hacía campaña electoral fuera de los plazos establecidos. La izquierda lo celebró como si hubiera ganado la Segunda Guerra Mundial, aunque realmente la Junta Electoral Central no valoró si el mensaje era adecuado o no.

Pero no habían aún terminado de festejar cuando apareció otra enorme pancarta cubriendo el número 75 de la calle Atocha. Y esta les iba a gustar aún menos.

Desokupa se la saca (la lona)

Sobre la tela desplegada, una foto de un lastimero Pedro Sánchez acompañaba a la de un señor vociferando como un gorila de El planeta de los simios. El mensaje principal que ilustraba la pancarta tenía un aire a aquella película de Yo a Boston, tú a California: «Tú a Marruecos. Desokupa ¡a la Moncloa!»

Dani Esteve, el Desokupa de la lona, es uno de esos fenómenos que han surgido a la sombra de una batalla cultural en la que conviven los momentos épicos con otros que rozan el esperpento valleinclanesco. Esteve ha alcanzado notoriedad gracias a su empresa especializada en desalojo de viviendas okupadas, un problema que la izquierda afirma que no existe pero del que cada vez más personas se quejan. Ya hay que ser de facha para hacer caso a la realidad en vez de al discurso oficial progre.

La lona del odio 2

Al tiempo que Esteve se está haciendo de oro mediando, como dice él, en esas viviendas okupadas que la izquierda asegura que son propaganda de ultraderecha, también se ha convertido en una estrella de las redes sociales. Y ya sabe lo que conlleva eso: ego hinchado, victimismo y seguidores fanatizados a favor y haters desatados en contra. Los primeros lo consideran uno de los grandes héroes españoles de nuestra época, y los otros directamente un nazi. Para que vea cómo está la cosa.

La cuestión es que cuando la lona de Desokupa apareció en pleno centro de Madrid, ya se puede imaginar cómo se pusieron sus detractores. La llamaron «la lona del odio» como la anterior de Vox, demostrando que la originalidad no es lo suyo. El PSOE exigió al alcalde del Madrid su retirada porque era «racista», algo que no entendemos muy bien. Es lógico que a los socialistas no les gustara, ¿pero qué tenía de racista pedir que enviaran al presidente a Marruecos? Más ofensivo tendría que ser para los pobres marroquíes. Sería como vengarse de la Marcha Verde 48 años después.

La madre de todas las lonas, la de Desokupa, en Antón Martín, muy cerca de la Filmoteca Española, algo que tiene mucho sentido: todo lo que rodea a esta lona daría para una película del maestro Berlanga.

Una guerra sin cuartel

Dani Esteve, que olió la sangre, sacó pecho y eso es mucho siendo un armario de tío como es. La izquierda intentó que la Junta Electoral Central ordenara también su retirada, pero esta vez la desestimó. En plena euforia, Desokupa aseguró que la lona se quedaría hasta después de las elecciones. #LaLonaNoSeToca fue la etiqueta que sus admiradores tuitearon para apoyarle, espoleados por sus vídeos en redes sociales.

Mientras, los medios afines al PSOE buscaban desacreditar como fuera la lona. «La organización ultra Desokupa, dedicada a expulsar a la fuerza a las personas de las viviendas…» comenzaba una crónica bastante poco neutral. Se realizaban entrevistas al azar con ciudadanos que exigían su retirada y declaraciones con la presidenta de la comunidad de vecinos, que aseguraba que se sentían engañados por la empresa que la había colocado en su fachada. De los vecinos que no les importaba la polémica y que preferían el dinero contante y sonante hablaban poco, y de los transeúntes que la aplaudían a rabiar, que también había, aún menos.

Camino al esperpento

El circo en el que se estaba convirtiendo el asunto alcanzó nuevas cotas de surrealismo con la aparición estelar de Cristina Fallarás en la televisión. «Esa lona —explicó la cazallera tertuliana con la cara desencajada que pone siempre que habla de la derecha— es violenta, filonazi, fascista, racista, xenófoba… cuando pasas por debajo esa cara resulta aterradora». Cierto es que la imagen gigante de la cara de Esteve tal vez no sea la más tierna del mundo, pero si en su lugar saliera la de la Fallarás estamos seguros de que en vez de la lona del odio la llamarían la lona de la resaca.

Desokupa, por su lado, aseguró sin más prueba que sus cojones morenos, que La Ser y La Sexta ofrecían dinero a cambio de criticar su pancarta. Y con apenas 24 horas de diferencia grabó dos vídeos mostrando su polifacetismo. En el primero, el Desokupa patriotero aseguraba que moriría luchando por España si se producían incidentes como los de Francia. En el segundo, el Desokupa payaso salía disfrazado de soldado con una escopeta de juguete, en lo que posiblemente fueran los veinte segundos más sonrojantes de la historia reciente de Twitter.

Claro que luego vino la reacción del diario 20 Minutos, que se lio con las dos declaraciones de Esteve y le salió una noticia delirante que solo podría escribir un becario bajo los efectos de un hongo alucinógeno: «El líder de Desokupa, ataviado con uniforme militar y un arma en la mano: Defenderemos la lona con nuestras vidas». Aquello no podía ser ya más surrealista. ¿O sí?

La lona que no cesa

Llegados a este punto todo era posible. Y alguien debió de pensar que la mejor forma de acabar con la lona era… con otra lona. Un autodenominado Movimiento de Vivienda de Madrid que parecía salido de La vida de Brian boicoteó durante unas horas la pancarta de Desokupa cubriéndola con otra en la que se leía: «Ni alquileres, ni hipotecas, ni deudas: vivienda gratuita, universal, de calidad y bajo control obrero». Ni el ultrarracionalismo de Homo Velamine podría superarlo.

Mientras los madrileños miraban expectantes a lo alto para ver qué nueva lona les deparaba el destino, Greenpeace okupaba la histórica Puerta de Alcalá con otra tela, en esta ocasión contra el cambio climático. En ella se veía a los principales candidatos a las elecciones generales desnudos y acalorados sobre el lema: «¿El cambio climático os la suda?» Daban ganas de poner otra lona debajo que dijera: «Lo que nos la suda es Greenpeace».

No hay nada peor que tener que explicar un chiste o tener que explicar una lona: los partidos de izquierdas se quejaron de que Greenpeace metiera a todos los políticos en el mismo cajón del cambio climático y hubo que aclarar que unos políticos salían serios y otros sonrientes para diferenciar su actitud.

Siempre hay una lona más al acecho

El PSOE y el PP también se sumaron a la guerra. Los primeros en la Gran Vía de Madrid, y en su lona se pedía el voto para los socialistas con un sonriente y colosal selfi de los miembros del gobierno. La del PP, ilustrada con la faz gigante de Feijóo, apelaba al voto útil. En el barrio de Chueca apareció, a ver si lo adivina, otra lona. En esta ocasión una bien colorista contra PP y Vox que ha acabado siendo recortada por una denuncia de Vox a la Junta Electoral Central. Como ve, la norma general para todos es: las lonas que nos gustan son libertad de expresión; las que no, denuncia que te crió.

La novena lona de este artículo va directa a la línea de flotación del fracaso de la ley del Solo sí es sí: «Sánchez ha puesto a cientos de estos monstruos en la calle», reza el mensaje de otra enorme pancarta de Vox que ocupa cinco pisos de altura. Parece el cartel de una película barata de terror de esas que van directamente a DVD y tiene todas las papeletas para ser bautizada por la izquierda como la lona del odio 3.

Sé la lona que pusisteis el último verano, la nueva película de terror de Vox en la que un siniestro barbudo aterorriza a las mujeres.

Las fantasías de Toño

Aunque más terrorífica es la lona a la que ha dado publicidad Toño Abad en la que se ve un pasamontañas con los colores del arco iris y un bate de béisbol con un sutil mensaje, por si no había quedado claro: «Autodefensa». Abad, activista, sindicalista y director de un chiringuito valenciano LGTBI, fue la mofa en Twitter hace unas semanas al convertir una discusión en un restaurante con dos ancianas en una terrible agresión homófoba. Igual al humanista y pacifista Toño le habría gustado abrirles la cabeza a las viejecitas con el bate de béisbol, vaya usted a saber.

Por supuesto, la lona tampoco existe, es un montaje fotográfico que encaja muy bien con esta versión gay de Pedro y el lobo que aúna todo lo que es la izquierda posmoderna española: falsa, fantasiosa, sectaria y de doble rasero. Los que se quejan de la violencia de la ultraderecha no tienen ningún reparo en incitar a ella. Por supuesto, siempre en nombre de los derechos humanos.

«Que te vote Txapote»

No queremos terminar sin dar una buena noticia para Pedro Sánchez, que bastante mal le está yendo desde que adelantó las elecciones al 23 de julio, en mitad de las vacaciones de millones de españoles. Una lona que supuestamente apareció con un «Que te vote Txapote» escrito en letras gigantes en Madrid resultó ser también un bulo difundido por las redes sociales. Ya solo le faltaba eso al presidente del Gobierno. Que la frase más popular del momento y que le está fastidiando tres años de blanqueamiento de ETA y de Bildu estuviera también en una lona de treinta metros de altura.

En este caso ha tenido suerte. Pero va a necesitar casi un milagro para continuar siendo presidente. Y también secretario general del partido, con el PSOE que le está esperando para ajustar cuentas con el cuchillo entre los dientes. Igual lo de irse a Marruecos como le pide Desokupa no era tan mala idea. Quién sabe, podría acabar como en una lona —¡otra!— del Frente Obrero en la que se le ve fundiéndose en un apasionado beso con el rey de Marruecos. Sería muy apropiado, después de la bajada de pantalones de nuestro presidente con ese país. Supondría un final romántico made in Hollywood para Sánchez mientras sale en la pantalla suThe End.


Posdata poselectoral

Contra todo pronóstico y contra casi todas las encuestas que han hecho un ridículo espantoso, Pedro Sánchez tuvo su milagro y, aunque perdió las elecciones, lo hizo por poca diferencia dejando con un palmo de narices al PP y a Vox que ya se veían en La Moncloa. Por lo tanto, la película de Sánchez no ha llegado al The End sino a un To be continued cuya incertidumbre da aún más miedo. Igual la próxima lona que se despliega sobre España es un sudario o una que diga «7.760.970 moscas no pueden estar equivocadas».

4 comentarios

  1. ?? Muy bueno. Es que están llenando Madrid de lonas como si no hubiera un mañana. Estoy por hablar con mi jefe y diversificar el negocio. Nos vamos a forrar.

    1. Espero que las elecciones les vayan mejor que a nosotros. Para que se haga una idea, la gobernabilidad de España depende ahora mismo de un prófugo de la justicia que declaró la independencia de Cataluña durante siete segundos.

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