Aún es pronto para saber si Javier Milei va a ser el político que devolverá la gloria a una Argentina arruinada por el peronismo y el kirchnerismo o, en cambio, su experimento libertario acabará en desastre y en vez de aprender a pescar y tener una empresa de pesca lo que van a hacer sus compatriotas es tirarlo a los tiburones con motosierra y todo. Sus defensores argumentan que solo seis meses después de su célebre «No hay plata» ha conseguido contener el gasto y reducir una inflación desbocada. Sus detractores lo ven como un ultra peligroso que amenaza económica y socialmente a las clases populares. Héroe o villano, lo que está claro es que, como a todo buen rockero, a Milei le va la marcha, no rehúye la batalla cultural y va camino de convertirse en la némesis del socialismo, como bien sabe ya Pedro Sánchez.
Isabel Díaz Ayuso, a la que también le va la marcha y que se la tiene jurada a Sánchez con una mala uva de la que ya podría aprender el blandito de Feijóo, decidió concederle a Milei la Medalla Internacional de la Comunidad de Madrid aprovechando que el líder argentino venía a la capital para recibir un galardón del Instituto Juan de Mariana. Ayuso sabía que darle una medalla a Milei iba a —en definición de Patxi López— jorobar mucho al PSOE. No hacía ni un mes que el león bonaerense, invitado esta vez por Vox, rugió contra la mujer de Sánchez a la que acusó de corrupta entre el paroxismo de once mil almas nada zurdas congregadas en Vistalegre.
La venganza de Milei y de Ayuso
En Vistalegre, Milei se cobraba venganza después de que el ministro de transportes Óscar Puente, que pasará a la historia por utilizar el dinero público en hacer listas de enemigos, tuitear a todas horas y llamar públicamente «saco de mierda» a los que no le caen bien, insinuara que el líder argentino se ponía hasta arriba y no precisamente de mate. La reacción de Pedro Sánchez cuando acusó a su señora tampoco se hizo esperar: retiró a la embajadora española de Argentina convirtiendo un comentario personal en una cuestión de Estado. De alguien que escribe una carta a la ciudadanía y se pasa cinco días amagando en dimitir escondiendo a la población española la imputación judicial de su mujer no esperábamos menos. Lo raro es que no invadiera las Malvinas con la legión, cabra incluida.
«Nosotros venimos del futuro», afirmó Milei, consumado maestro en la puesta en escena, al recibir la medalla. «Quiero advertirles a lo que lleva el modelo del socialismo. No dejen que el socialismo les arruine la vida» aseguró renegando también de la justicia social y añadiendo veladas referencias al presidente español, su hermano y su mujer. Ante él una Ayuso vestida de azul imaginando con placer la cara de Pedro Sánchez viendo todo aquello. Dos de sus archienemigos juntos: la presidenta amante de la fruta y el melenas argentino, la estrella antiprogresista de moda junto al presidente de El Salvador, Nayib Bukele, otra de las bestias pardas de la izquierda mundial, esa que siempre celebra la voluntad imparable del pueblo cuando gana las elecciones pero que, si las pierde, la derrota ya no tiene nada que ver con la voluntad de un pueblo libre, sino con la manipulación de la ultraderecha.
Una medalla ‘fake’ de la ultraderecha
Ayuso, que es de los pocos políticos del PP que sabe que a Sánchez hay que combatirle a porta gayola sin complejos, ha conseguido justo lo que quería: cabrear a toda la izquierda. El gobierno incluso ha llegado a hablar de «una medalla fake», de «deslealtad inconstitucional» y de «patriotismo zafio», y se plantea recurrir la condecoración. Sus tentáculos mediáticos, como el digital de Nacho Escolar, lo han llenado todo de ultraderechismo y extienden el término hasta al Instituto Juan de Mariana, un think tank liberal que ahora, gracias a la imaginativa prensa progre, es una asociación que parece prima hermana de la Fundación Francisco Franco.
En el agasajo del Juan de Mariana, Milei agradeció con lágrimas en los ojos un cuadro con el que le obsequiaron. Las mismas lágrimas que se nos ponen a nosotros pensando en el retrato que le han hecho a Felipe VI en el décimo aniversario de su reinado y que nos ha costado 88.000 euros a los españoles. Aunque podría haber sido peor: al menos no tiene nada que ver con ese cuadro de Carlos III que parece salido de El retrato de Dorian Gray.
Como elefante en cacharrería de la batalla cultural
El auge de Javier Milei enfada mucho a la izquierda, ya que representa un oponente de peso a la hegemonía cultural progresista a la que se enfrenta con la delicadeza de un elefante en una cacharrería. Sus recortes han torpedeado la línea de flotación de un sistema de ayudas públicas a organismos e instituciones de renombre que deberían ser pero no son neutrales, colonizados ideológicamente por el progresismo y que, evidente e interesadamente, han puesto el grito en el cielo.
Como ejemplo tenemos el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), cuya misión es promover, fomentar, fortalecer y regular la producción audiovisual y, de paso, también refuerza la memoria histórica de la izquierda argentina, tan tergiversada como la nuestra, la agenda LGTBI, el indigenismo y el feminismo. Lo mismo le sucede al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), entusiasmado con la perspectiva de género en la ciencia.
Motosierra al Ministerio de la Mujer
En cuanto al feminismo, en vez del machete al machote, Milei le pasó la motosierra al Ministerio de la Mujer, tras una breve reconversión en una subsecretaria adscrita al Ministerio de Justicia. Según las feministas, esto pone en peligro las vidas de miles de mujeres, ya que —como sucede en España— solo su ideología puede salvarlas. Hablamos de un país con las feministas más activistas del mundo que, de la mano del kirchnerismo, han conseguido el lenguaje inclusivo en la Administración —que Milei ha anulado—, la ley de capacitación obligatoria en género y violencia de género para los trabajadores públicos y la despenalización del aborto.
Y no deja de ser curioso que las feministas más agresivas del planeta, capaces de cancelar a quien ose oponérseles e imponer su agenda a golpe de protestas no siempre pacíficas —liderar la vanguardia feminista lo llaman— se muestren ahora como pobres víctimas. «Las feministas en la Argentina de Milei: de liderar la lucha social a recibir amenazas y temer por su futuro», titula un estremecedor artículo de Público. Una pena que Irene Montero se haya colocado en el Parlamento Europeo. Si no podría ir a Argentina a liderar la Resistencia. Aunque sus hermanas hispanoamericanas pueden estar tranquilas: desde alguna cafetería pija de Bruselas escribirá tuits que harán temblar a Milei.
Ridículo progre y del PP
La visita a Madrid del presidente argentino fue todo lo que cabía esperar. La bilis y la espuma de la izquierda, con encendidas columnas periodísticas en contra, protestas en la calle amplificadas y manipuladas por los medios y mujeres de Femen despechugadas gritando como locas, mostrando las únicas tetas junto a las de Amaral que permite la izquierda feminista. En pleno cabreo, los socialistas recordaron a la presidenta de la Comunidad de Madrid que Milei no iba a ser recibido por el canciller en su visita a Alemania, porque estos sí que reconocían a un ultra cuando lo veían y tenían la dignidad de la que Ayuso carecía. Las imágenes del mandatario argentino al lado del canciller alemán, socialdemócrata para más inri, al día siguiente le debieron de sentar estupendamente a la plana mayor del PSOE.
En el otro lado de la trinchera, Ayuso recibió al melenudo aplaudiendo sus recetas libertarias sin caer en la cuenta de que ella ha aumentado el gasto público en un 20%. Feijóo, en cambio, no se atrevió a salir en la foto con el presidente argentino y se fue con la música a otra parte. Pero literalmente: mientras la presidenta de Madrid recibía a Milei en la Puerta del Sol, el gallego estuvo tocando instrumentos y cantando con la asociación Acción por la música. Ya puestos a dar condecoraciones, Ayuso le podría dar otra al líder del PP: la gran medalla de soja al tibio del año.
Victoria Villarruel afila el colmillo
La visita de Milei nos dejó un último choque de trenes. Irene Montero se enzarzó en un rifirrafe tuitero con la vicepresidenta de Milei, la conservadora Victoria Villarruel, archirrival de la ideología de género, hija de un veterano de las Malvinas y que tiene el verbo más afilado que una cuchilla.
«Pedimos a la Comisión Europea que actúe para garantizar los derechos del pueblo argentino, especialmente de mujeres y personas LGTBI», escribió solemne Montero desde esa cafetería cuqui de la que hablábamos antes.
«Somos un país orgulloso que quiere a sus familias fuertes y a los delincuentes en las cárceles, especialmente a los violadores… todo lo contrario que usted, así que preocúpese por su país que nosotros nos ocupamos del nuestro», le respondió la vicepresidenta argentina.
¡Vivan los zascas, carajo!
Ya veremos si en un futuro Milei es el salvador del país o un bluf del que todos renegarán. Ahora mismo están emocionados pero nunca se sabe. Puede que vaya bien y se lo restrieguen a los progres o que terminen borrando fotos y tuits aplaudiendo a este señor. Sólo hay que esperar.
Usted haga capturas de esos tuits porque según salga Milei rana o no, unos u otros van a quedar muy retratados Igual Ayuso es una pionera dándole medallas o se la va a tener que comer.
¡ Cómo son los argentinos! Siempre dando lecciones y sentando cátedra allá por donde van y luego tienen a su país hecho un guiñapo…
¿No quería usted a Milei por estos lares? Pues ya ve: tarde o temprano todos acaban cayendo. Algunos incluso más de una vez.