El caso del pato muerto
Desde que se mudó a Madrid huyendo del Brexit jamás le había visto tan apático. Yo sabía que detrás de aquella expresión ensimismada, sentado frente a la ventana, el gran Sherlock Holmes se aburría mortalmente. Su última investigación la había resuelto con pasmosa rapidez. ¿Por qué en las elecciones gallegas Yolanda Díaz había quedado la cuarta en su municipio natal? Solo la votaron 300 personas. «Elemental, querido Watson», me dijo