Si casi 75 después de su realización, una película tan mediocre como El forajido (The Outlaw, 1943) sigue siendo recordada es por la polémica debida a los dos motivos por los que sobresale el film: las tetas de la debutante Jane Russell que, después de una exitosa carrera en el cine, acabó convertida en una de las mujeres más devotas y conservadoras de Hollywood.
El título del post puede parecer de lo más cosificador, pero es que la intención del productor y director del film, el excéntrico multimillonario Howard Hugues, fue justo esa. El forajido es la película que hizo para ver en pantalla sus propias fijaciones eróticas: el sadomasoquismo, la bisexualidad y, por encima de todo, su obsesión con los pechos femeninos. La empezó dirigiendo Howard Hawks pero Hugues lo mandó a paseo y tomo las riendas personalmente, cosa por la que el director de Río Bravo no sintió ninguna pena, más bien al contrario.
Planteado como un western «psicológico», El forajido cuenta libremente —por decirlo con elegancia— la historia de Billy el Niño, Doc Holliday y Pat Garrett, con una explosiva mestiza llamada Rio de por medio. El censor oficial de Hollywood, Joseph I. Breen, la debió de ver con la boca abierta: una escena en la que se insinúa una violación, el tono sexual que recorre todo el film y un final feliz para el delincuente, completamente en contra del moralista código Hays.
El busto es suyo
Pero lo que más debió de alucinar a Breen fue el escote de la actriz que interpretaba a Rio, una morenaza de mirada fiera que saltaba literalmente a la vista. Que unas tetas escandalizaran ahora nos da risa -bueno, quizá a las feministas no tanto- pero en aquella época era impensable para Hollywood, cuyos mitos eróticos habían sido actrices mucho menos exuberantes como Jean Harlow o Marlene Dietrich.
El forajido, en ese sentido, supuso una revolución sobre los estándares de belleza adelantada a su tiempo que las maggioratas italianas confirmarían unos años después. Lo que está claro es que la censura no estaba para revoluciones sexuales. Las tetas de Jane Russell no podían salir tanto en la pantalla.
La negativa de Howard Hugues a acomodar su película al gusto de la Oficina Breen provocó que El forajido se estrenara mal y hasta tres años después no pudo ser vista con normalidad en todo el país. En el resto del mundo, su fama de escandalosa provocó también problemas con la censura. En España, evidentemente, no la pudimos ver hasta la muerte del Caudillo que por algo guardábamos las esencias de la fe.
Famosa antes del estreno
Al escándalo contribuyó el propio Hugues con una provocadora campaña de publicidad que consiguió que Jane Russell fuera conocida y deseada antes de que se estrenara la película. Un reportaje fotográfico en el que se la veía recostada sobre un pajar la convirtió en la fantasía sexual de medio mundo. Alguna de las frases promocionales lo subrayaban por si no había quedado claro el mensaje: «Dos buenas razones para ver El forajido».
En el rodaje todos sabían que la película giraba alrededor de los senos de Jane Russell y quizá por eso, vista hoy, da esa sensación de que nadie se lo está tomando en serio, desde los actores hasta el compositor de la banda sonora que usa como tema de amor Romeo y Julieta de Tchaikovsky. El director de fotografía, el luego famoso Gregg Toland, recibía instrucciones continuamente para resaltar el busto de la actriz. Se realizaban cientos de tomas que Hugues estudiaba en la sala de montaje y luego, más detenidamente, en su mansión hasta altas horas de la madrugada, perfeccionando una y otra vez su película.
El sujetador aerodinámico
El milllonario estaba tan empeñado en destacar los pechos de su protagonista que incluso llegó a pedirles a los ingenieros de su compañía aérea que desarrollaran un sujetador especial para que no se le vieran las tiras y le realzara aún más el busto. Era una escena «clave» de la película, en que Rio estaba atada a dos árboles y no podía soltarse. El sujetador tenía que ser perfecto. Y tal vez lo fuera pero a ella le molestaba, así que prefirió ponerse el suyo sin decir nada. Hugues ni se enteró del cambiazo.
Curiosamente, el invento prosperó y el modelo de sujetador aerodinámico causó furor en los años cincuenta y puso de moda a las llamadas «chicas del jersey».
De Hollywood a la Biblia
Jane Russell vivió el cosificador rodaje con absoluta normalidad. No tuvo que rechazar insinuaciones de su obsesionado director, que se limitaba a admirarla a distancia y que la trató siempre como un caballero a pesar de su fama de conquistador. No tuvo la misma suerte el actor que encarnaba a Billy el Niño, Jack Buetel, al que Hugues había conocido en un oscuro motel y al que hizo su amante durante el rodaje.
Con los años, Jane Russell desarrollaría una exitosa carrera cuya cima posiblemente sea Los caballeros las prefieren rubias, con otra mujer insumergible, en inmortal línea de diálogo de la película: Marilyn Monroe. Sus curvas le traerían algún que otro problema más con los censores. En la comedia rodada en 3D The French Line (1953), el número musical Looking for Trouble no pasó el corte de las tijeras. Debieron de pensar que ya era lo que les faltaba: ver las tetas de Jane Russell en 3D.
Alejada finalmente de los platós, la actriz que saltó a la fama por sus pechos decidió dar un giro radical a su existencia y se convirtió en una ferviente creyente. Fundó el Grupo cristiano de Hollywood para estudiar la Biblia y apoyó con entusiasmo los grupos provida y las campañas republicanas de Reagan o Bush. Medio en broma medio en serio, se definió como «una fanática cristiana, conservadora, de derechas y oscurantista».
De las tetas a los gérmenes
Howard Hugues, por su parte, después de décadas de excesos, de un accidente de avión que casi lo mata y de acumular varias fortunas, cambió su obsesión por los pechos femeninos por otra hacia las bacterias y los gérmenes. En la última planta de un hotel, residió hasta su muerte aislado de todo el mundo recordando su increíble vida. Y quién sabe si en esos momentos revisaría una y otra vez El forajido, con todos los planos descartados, montando en su cabeza la versión definitiva donde pudieran lucir aún más las curvas de su diosa particular.
Muy buena entrada. Muy amena. Distinta a lo anterior, pero no solo de política internacional vive el hombre.😁
Efectivamente, tiran más dos tetas que un sesudo análisis sociológico 😉