Ucrania Vogue

La aparición de los Zelenski en las páginas de Vogue ha llenado de glamur la guerra de Ucrania. Un toque chic y romántico en medio de la muerte y el horror que ha despertado de golpe a muchos de este engañabobos que nos estamos comiendo aquí y que no tiene nada que envidiar en manipulación al relato nacionalista de brocha gorda que Putin ha implantado en Rusia. Como dijimos en su momento, la primera víctima de esta guerra es la de siempre, la verdad. Nos dirigen como quieren y no le quepa duda de que, si llegara el caso, nos lanzarían unos contra otros mientras se llenan la boca de democracia, libertad y, Vogue mediante, elegancia a la última moda.

Como se temía, la guerra se alarga. Y esto es un problema mediático para Zelenski (y para la OTAN). Porque Ucrania ya no llama tanto la atención, la gente cambia de canal cuando ve aparecer a Zelenski con su camiseta verde y la destrucción rusa se ha convertido en una rutina que choca con el sentido del espectáculo y novedad que exigen los medios de comunicación.

Y, por si fuera poco, todo eso lleva a cuestionar cada vez más la versión oficial que nos venden a todas horas. Una versión muy cómoda para Occidente en la que Ucrania, que hasta hace nada solo le sonaba a la gente cuando llegaba Eurovisión o la Eurocopa, parece ser ahora el epicentro de todos los problemas del mundo, desde la inflación hasta el precio de la luz pasando por la carestía de alimentos, la subida de las suscripciones en Amazon Prime y hasta el cambio climático.

Zelenski hasta en la sopa

Zelenski cumple con el papel asignado como buen actor que es y aparece hasta en la sopa pidiendo armas y recordando lo que pasa en su país. Pero entre una cosa y otra ha acabado pareciendo un poco como un mono de feria, acudiendo virtualmente a un montón de parlamentos, organismos, instituciones y saraos varios para que le ovacionen, aunque no le hagan mucho caso, aguantando discursos plomizos como el de Pedro Sánchez que no pierde comba para chupar cámara, recibiendo todo tipo de visitas (también la de Sánchez, por supuesto), que parece aquello un parque temático, y hasta apareciendo en el festival de cine de Cannes y en los Grammy donde solo faltó que le dieran un premio.

Con la necesidad de seguir llamando la atención y con la tranquilidad que le da saber que los medios lo van a vender como un héroe inmaculado haga lo que haga (de momento), la pareja presidencial de Ucrania ha acabado posando para Vogue. Un acto de propaganda de guerra vestido de Prada que le ha salido un poco rana. Polémico. Controvertido. Poco ético. Indignante… son algunos de los calificativos que ha cosechado, y no precisamente en Rusia.

Más de uno habrá tenido la tentación de cambiar la bandera de Ucrania de su perfil de Twitter por la de Andorra, sonrojado por esta muestra de frivolidad muy a la americana que quedaría genial en El presidente y Miss Wade, pero quizá no tanto en una guerra con más de cinco mil civiles muertos y cinco millones y medio de refugiados.

Olena Zelenska a toda portada

A todo lujo, fotografiados por la legendaria Annie Leibovitz, que firma también la portada de Olena Zelenska, el reportaje de Rachel Donadio retrata al matrimonio presidencial, muy guapos ambos, como si fueran estrellas de cine en medio de cascotes y soldados. El reportaje, que para más inri cuenta con un making off donde se les ve reír mientras se preparan para las sesiones fotográficas, aclara que todo lo que lleva Olena Zelenska está confeccionado por diseñadores ucranianos, ya aprovechando que el Danubio pasa por Odesa. El texto tampoco tiene desperdicio, entre la propaganda de guerra pura, el estilo típico de una revista de moda y el chascarrillo cursi. Una mezcla de tonos desacomplejada que haría alucinar hasta a los osos de Putin:

«El gas no es nada. La COVID, incluso la COVID, no es nada si la comparas con lo que está pasando en Ucrania. Intenta imaginar que lo que te estoy contando ocurre en tu casa, en tu país. ¿Seguirías pensando en los precios del gas o de la electricidad?» (Zelenski).

«No pude evitar pensar que la prenda tenía el mismo tono oxidado que los tanques rusos quemados que vi en las carreteras de Irpín y Bucha» (Donadio).

«Después de Bucha comprendimos que era una guerra destinada a exterminarnos a todos. Una guerra de exterminio» (Zelenska).

«Sus ojos se inundan de tristeza, sobre todo cuando habla de niños fallecidos, y a veces mira por la ventana y cruza las manos sobre el estómago, en un gesto de autoprotección» (Donadio sobre Zelenska).

«Por supuesto que es la persona a quien amo. Pero también es una gran amiga. Olena es en realidad mi mejor amiga» (Zelenski).

«Resulta extraño hablar del exterminio del pueblo ucraniano y de la moda de Ucrania en la misma conversación» (Donadio).

Se conocieron en el instituto de la tierra natal de ambos, Krivói Rog, una ciudad industrial del sureste de Ucrania. Cuando empezaron a salir, no fue amor a primera vista. Lo primero que le atrajo de ella fue su físico (…)
«Probablemente, el humor prendió la química que hay entre nosotros». (Zelenska).

Un presidente elegido «de forma un tanto misteriosa»

En un momento del reportaje se alude a la elección de Zelenski como presidente:

En 2015, aumentó todavía más su fama cuando protagonizó una serie de televisión, Servant of the People, en la que interpretaba a un profesor de instituto (…) que resulta elegido presidente de Ucrania. Unos años más tarde, Zelenski lo haría realidad –de forma un tanto misteriosa– al arrebatarle la presidencia a Petro Poroshenko.


«De forma un tanto misteriosa». Por resumir. Y por no decir que fue gracias a Ihor Kolomoisky, uno de los oligarcas más ricos del país, antiguo dueño del mayor banco ucraniano y propietario del canal de televisión que convirtió en estrella a Zelenski y lo lanzó a la arena política. Por cierto que el presidente ha decidido distanciarse de forma un tanto misteriosa de su antiguo mecenas cuando le ha tocado elegir entre él y los 40.000 millones de dólares de Estados Unidos, que lleva años detrás del millonario ucraniano.

Un reportaje feminista en un país que solo obliga a los hombres a combatir

Pero el mejor detalle de esta oda a la propaganda tan fashion lo vemos en una de las fotos de Leibovitz: Lady Zelenski posando al lado de unas soldados ucranianas. Una foto de lo más empoderadora… en un país que ha obligado a los hombres a luchar y que solo permite que lo abandonen las mujeres y los niños. Una discriminación sexista que perpetúa los roles de género, de esas de las que se suele quejar el feminismo a cada rato, aunque ni ONU Mujeres ni ninguna asociación feminista han protestado todavía. Se les habrá pasado.

Esa foto es el epítome perfecto de esta época en la que el relato ideológico va por un lado y la realidad por otro. Para más cachondeo, ha habido quien ha considerado que la portada de Olena Zelenska es desde ya una «icónica foto feminista» por, entre otras cosas, su orgulloso despatarre femenino. No decimos lo que nos pueden comer por detrás porque somos tan finos como Vogue, que conste.

¿Qué será lo siguiente?

El salto de la guerra de Ucrania a las páginas de Vogue y al Prêt-à-porter no ha provocado el entusiasmo que se suponía. Puede parecer raro en un mundo con la opinión pública teledirigida en el que la frivolidad y la superficialidad están a la orden del día, pero tiene sentido: no se puede bombardear al espectador con la tragedia y la muerte durante meses como no se ha hecho antes con ninguna otra guerra moderna y, de repente, presentarlo en la revista de moda más chachi del mundo como si fuera la pasarela Cibeles.

¿Qué será lo siguiente? ¿Cómo se nos intentará concienciar de lo terrible que es para la civilización la guerra de Ucrania? ¿Con un cameo del matrimonio en el próximo blockbuster de Hollywood? ¿O con un cómic de Marvel donde veamos a Wonder Zelenska y Iron Zelenski derrotando a Galactus Putin? ¿O quizá con una aparición en El hormiguero echándose unas risas con Trancas y Barrancas?

Es una pena que Interviú haya cerrado porque la primera dama de Ucrania quedaría genial en su portada. Seguro que vendería más que Marta Sánchez y Anne Igartiburu juntas.

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5 comentarios

  1. Muy bueno, señor Kaplan. Creo que ya le comenté la otra vez que este hombre no terminaba de convencerme. Le gusta demasiado el postureo. Y que en plena guerra, con civiles muriendo y un país destruido, este reportaje y las continuas visitas de políticos y estrellas de cine como si aquello fuera un parque temático me parece de una frivolidad tremenda.

    1. Cierto, Merce, esa frivolidad que tanto le gusta al postureo del siglo XXI que va del dramatismo a la comedia en un momento. Gracias por comentar el artículo, que ya sabe que cuando hablo de Franco o me meto con Zelenski las visitas al blog disminuyen xD

  2. Hola Señor Kaplan, en mi país sólo los medios de noticias internacionales se hicieron eco de esta noticia, criticando duramente esta actitud del matrimonio presidencial ucraniano. Pero lamentablemente la guerra va para varios años más y los especuladores, como siempre, aprovecharon la ocasión para aumentar todo.

    1. Hola, Lisandro. Aquí se ha criticado bastante pero tampoco se ha incidido mucho en el tema de fondo que hay detrás. Pero ya sabe que en este blog no nos callan ni debajo del agua 😉

  3. Ese Zelenski es un capullo de campeonato, me recuerda muchísimo a nuestros mil veces malditos políticos ultrafascistas españoles, en concreto a un parásito con barbas y pistola con apellido de origen árabe que es más racista que Hitler

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