El 31 de enero Fernando Simón dijo que España no tendría más allá de algún caso aislado de coronavirus. La OMS estuvo hasta marzo animando al movimiento ilimitado de personas y criticando la suspensión de eventos como el Mobile World Congress. Esos mensajes se difundieron masivamente en las redes sociales. En teoría, ninguno de ellos debería haber pasado la nueva censura de Twitter que se ha ampliado aún más y que ahora podría considerar estas declaraciones como informaciones peligrosas para la salud ya que son inciertas y se contradicen con otras posteriores.

Pero como proceden de fuentes oficiales no pasa nada. En cambio, cuidado con lo que publica usted ahora sobre el coronavirus porque si no se ajusta a la versión de los expertos del Gobierno o de la OMS, lo más probable es que Twitter elimine su tuit o incluso su cuenta si le pilla el algoritmo cabreado, y créame que sé de lo que hablo.

A medida que el mundo entero se enfrenta a una emergencia de salud pública sin precedentes queremos contaros cómo estamos trabajando para mantener a la gente segura. Con este mensaje, Twitter anunciaba la actualización de lo que ellos llaman “Estrategia continua sobre el COVID-19” y que incluye las nuevas normas de control sobre ciertos contenidos.

Twitter nos censura para mantenernos seguros

Censura que Twitter, como es habitual, justifica por nuestro bien como toda la que tiene instaurada desde hace años. Antes era para “conseguir una buena experiencia de usuario”, ahora es “para mantener a la gente segura”. Mismo perro, distinto collar. Estos son algunos de sus nuevos mandamientos:

  • No negarás las recomendaciones de las autoridades sanitarias, ni los datos científicos, ni los consejos de los expertos… Al menos de los nuestros.
  • No harás llamamientos específicos en torno a la información del COVID-19 que pretenda manipular a las personas… Aquí solo manipulamos nosotros.
  • No harás afirmaciones específicas y no verificadas que inciten a las personas a la acción y causen pánico generalizado, malestar social o desorden… Ya de eso se encarga tu gobierno.
  • No comentarás haciéndote pasar por un funcionario u organización de salud o del gobierno, aunque sea una cuenta parodia… No sabemos qué es el sentido del humor.

¿Y si las autoridades sanitarias se equivocan, por ejemplo, como en el primer párrafo de este texto? No pasa nada. Ellos tienen derecho… aunque eso haya condenado a la muerte a miles de personas.

¿Y si los expertos no se ponen de acuerdo y, por ejemplo, unos recomiendan fumar y otros no, o un día dicen que no hay que llevar mascarillas y luego dicen que sí? Tampoco pasa nada… aunque favorezcan la confusión en la sociedad y alimenten teorías disparatadas que, esas sí, serán censuradas.

¿Y si las afirmaciones no verificadas que incitan a la acción y causen malestar social se deben al propio Gobierno, por ejemplo diciendo que la catástrofe de la pandemia se debe al partido de la oposición? Pelillos a la mar, mire que es usted tiquismiquis.

Fomentando conspiraciones

Para justificar su postura, Twitter pone ejemplos de lo peligroso que es decir “beber lejía e ingerir plata coloidal cura el COVID-19” o “el Coronavirus es un fraude y no es real – ¡sal y visita tu bar local!”. Ejemplos que cualquiera diría que incitan a las masas a beber lejía o a saltarse el confinamiento y que deben ser silenciados a toda costa para salvar millones de vidas.

Decir estas cosas no debería estar censurado sino ser respondido, incluso a risotadas si es el caso. Evitar el debate lo único que consigue es que la gente acabe pensando que si la información se prohíbe es por algún oscuro motivo. La capacidad conspiranoica del ser humano no conoce límites, y menos en las redes sociales. En este sentido, Twitter lo único que va a conseguir es rayar aún más a la gente. Felicidades, Twitter.

La información oficial es la Verdad

Pero el peligro más grave no es disparar las teorías de las conspiraciones sino legitimar como única verdad informativa la procedente de los canales oficiales. Se les confiere una autoridad incuestionable a pesar de que hayan quedado en evidencia, de que estén siendo muy criticados y de que se les acuse de no facilitar toda la información que tienen.

Y es que desde el momento que comenzó esta crisis ha habido periodistas que han cuestionado las versiones oficiales, como Iker Jiménez. Muchas de sus informaciones no pasarían los filtros de estos nuevos mandamientos de la censura en Twitter. Y ya no estaríamos hablando del primer tarado que dice que el coronavirus se cura con fanta naranja, sino de una de las voces que alertó del peligro mientras la OMS, el Gobierno y la mayoría de periodistas miraban a otro lado para no alarmar.

Lo oficial no tiene por qué ser lo verdadero. Lo sabemos todos menos Twitter. Y ese es el auténtico peligro. La OMS y no digamos el Gobierno de España, con su historial de errores con el coronavirus, deben ser criticados cuando les corresponda, igual que los descerebrados que digan que el COVID-19 se cura bebiendo desinfectante y tomando el sol. Pero lo importante para Twitter es la censura a los que digan esto último.

Cuidado, Trump, que te banean.

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