Aunque en 1959 seguía vigente en Hollywood el temible código Hays, lo cierto es que este se encontraba dando sus últimos coletazos (desaparecería en 1967 sin que nadie lo echara de menos). El celo de los censores se había relajado incapaz de hacer frente a los nuevos tiempos y había trucos para sortear las ridículas normas implantadas en 1934 para velar por la moral de las películas. Eso precisamente es lo que hicieron Billy Wilder y su guionista I.A.L. Diamond con Some Like It Hot (Con faldas y a lo loco) para poder estrenar esta obra maestra sin problemas. Pero en España las cosas fueron muy diferentes. Qué código Hays ni qué niño muerto, donde esté una buena censura franquista que se quite todo lo demás. Pa’ chulos, nosotros.
Y es que en nuestra unidad de destino en lo universal no se pasaba ni una, y menos una película con dos protagonistas masculinos travestidos, enredos de identidad sexual, mucha sexualidad a flor de piel y una Marilyn Monroe a la que era imposible no cosificar. Sus curvas, de eso estaban seguros los beatos censores del Caudillo, podían llevar a cualquier buen cristiano al fuego eterno del infierno.
Wilder y Diamond se habían reído del código suavizando la carga sexual y el travestismo de Con faldas y a lo loco con unos elementos cómicos tan hilarantes que desarmaron a los censores. La improvisada frase final Nadie es perfecto ni siquiera estaba en el guion que vieron los inspectores de la oficina y el mayor problema estuvo en la escena del yate. En Kansas la película tardó dos meses en estrenarse mientras se decidía si cortar o no esa escena en la que Tony Curtis terminaba con las gafas empañadas tras los voraces besos de Marilyn Monroe. Pero a pesar de las reticencias del código Hays y de las airadas protestas de la católica Legion of Decency, que le dio la calificación C de Condemned, el film inició con paso firme su carrera a la gloria cinéfila haciéndole una peineta a los censores.
«Veda de maricones»
Pero cuando llegó la película a España la Junta de Censura ya estaba sobre aviso. Sus tijeras estaban afiladas y en plena forma tras haberse cebado poco antes en la «indecente» La tentación vive arriba, del propio Wlder y también con Marilyn, y en el Drácula de la Hammer que consideró, literalmente, «para deficientes mentales».
Se han conservado los expedientes con las opiniones de los censores sobre Con faldas y a lo loco, tal y como se recogen en Estados de Gracia: Billy Wilder y la censura franquista (1946-1975), de Jeroen Vandaele. Gracias a ellos podemos saber lo que dijeron los miembros de la junta de censura, reserva moral de Occidente, en su sala de proyección oscura y mal ventilada, mientras fumaban y debatían indignados. Todos los entrecomillados que siguen son reales como la vida misma. La película era «de homosexuales o de tipos intersexuales», afirmó el vocal de Falange. «Desde el punto de vista moral —confirmó el representante eclesiástico— la narrativa es inadmisible». «Aun introduciendo supresiones o cortes no se podría salvar, a no ser que se mutilara totalmente», ratificó en un tono que presumimos de lo más solemne.
En pleno éxtasis nacional-catolicista, el presidente de la Junta y director general de Cinematografía, José María Muñoz Fontán, zanjó el tema asegurando que había que prohibirla «aunque solo sea por susbistir la veda de maricones». Las cabezas debieron de asentir mientras Sugar intentaba inútilmente convencerlos cantando desde la pantalla I Wanna Be Loved By You. Pero el vocal jesuita no dio a torcer su brazo, tan incorrupto como el de santa Teresa, y remató la faena asegurando que la actuación «procaz» de Marilyn Monroe convertía la película «en pornografía». Chúpate esa, código Hays.
La distribuidora corta el final
Como el film estaba siendo un gran éxito en todo el mundo, la distribuidora lo presentó dos veces más a la Junta de Censura para que se pudiera estrenar en España, e incluso apeló a la Junta Superior, pero solo consiguió un voto «en suspenso» que era como un sí pero ni de coña. En esas sucesivas apelaciones, los censores continuaron profundizando en sus argumentos: «El equívoco sexual, socialmente considerado, fomenta la corrupción. La frontera natural de los sexos debe observarse públicamente, dejando al misterio de la intimidad esta lacra». Pues si eso decían de Con faldas y a lo loco, lo que habrían dicho de la ley trans.
Y eso que la distribuidora, en otro desesperado intento de poder comercializar la película, la había presentado con una quincena de cortes, incluyendo buena parte de la escena del yate y eliminando el que ahora está considerado uno de los mejores finales de la historia del cine. Pero ni aún así los representantes de la santa moralidad cambiaron su veredicto.
A la cuarta va la vencida
Finalmente, tras cuatro intentos, en octubre de 1963, la película consiguió el sello de aprobación sin ningún corte —no se conserva ese expediente, así que no sabemos por qué fue finalmente aceptada— y llegó a los cines españoles. Eso sí, autorizada a mayores de 18 años, una calificación que duraría oficialmente hasta 1983.
A lo largo de toda la odisea con la censura, su título español inicial, el algo tontorrón Dos Adanes para Eva, se convirtió en el ahora famosísimo Con faldas y a lo loco, aprovechando el tirón de A lo loco, una famosa canción de la época, en otro intento de los distribuidores de caerles simpáticos a la censura, que no entendía del todo el titulo en inglés, pero a la que eso de Some Like It Hot le sonaba a lujuria desenfrenada.
Nadie es perfecto
Esta historia no es que tenga su justicia poética, es que es LA justicia poética por antonomasia. Con faldas y a lo loco se ha convertido en una de las películas más populares de todos los tiempos, también en España. Aunque el rodaje fuera un infierno por la impuntualidad y la inseguridad de Marilyn Monroe, el resultado —como la Segunda Guerra Mundial, parafraseando a Billy Wilder— mereció la pena.
Por su parte, los miembros de la Junta de censura que la prohibieron no duraron ni siquiera un año más en el cargo. El escándalo de Viridiana y el gol por la escuadra que les metió Buñuel hizo que todos fueran despedidos fulminantemente, empezando por Muñoz Fontán, el de la veda de maricones. Quién sabe si después de su despido la vio en el cine y se contagió de las risas del público. O tal vez sintió una punzada de rabia al ver que la sala aplaudía ese glorioso final que no había conseguido cortar con sus tijeras. Casi sesenta años después ya da un poco igual. Total, nadie es perfecto.
Magnífico artículo, como siempre. Me encanta encontrarme alguno así, que cuente las historias detrás de las películas. Además, en este caso más. Es mi película favorita. ?
Eso había oído por Twitter 😉 Pues así sabe algo más de esta obra maestra del cine. Muchas gracias una vez más por su visita, Merce.
Billy Wilder en la época actual de los ofendidos sería la bomba:
Billy Wilder: Rodar con Marilyn Monroe es como luchar en la Segunda Guerra Mundial.
Ofendido: ¡Ese comentario es denigrante, cosificador, machista, patriarcal y sexista! ¿Quiere recapacitar, quiere disculparse?
Billy Wilder: Si, creo que tiene razón. Pensándolo mejor, creo que la Segunda Guerra Mundial no fue tan terrible.
Billy Wilder habría hecho una gran sátira riéndose de los ofendidos de hoy en día, sin duda. Me alegro de verle de nuevo en el blog 😉