Gina Carano cancelación

Gina Carano lo tenía todo para ser un icono del feminismo: una mujer valiente, fuerte, luchadora, estrella de las artes marciales mixtas y del cine de acción, donde demostró que las mujeres también podían dar hostias como panes. Incluso tiene ascendencia india en una época en que eso da pedigrí. Su papel de la soldado y mercenaria Cara Dune en The Mandalorian la hizo aún más famosa. Pero Gina Carano no es un icono feminista ni la soporta la izquierda. ¿Su pecado? Va por libre, es conservadora, no se calla y es peleona. Y eso es un crimen en un Hollywood liberal dominado por la dictadura de la corrección política y el rodillo progresista. Un crimen que se paga con la cancelación y el destierro artístico.

El historial delictivo de Gina Carano en redes sociales es una ofensa continua a los ojos purificadores del progresismo cultural. Después de unos años en que fue una de las mujeres más populares de Estados Unidos, su actividad en redes sociales, a su aire, alejada del postureo progresista, la puso en el ojo del huracán woke. Criticó el uso de las mascarillas y la versión oficial del coronavirus, cuestionó la limpieza del proceso electoral en Estados Unidos y, lo más terrible de todo, hizo bromas con los pronombres trans imitando a R2D2: Beep/bop/boop. La comunidad LGTBI lo consideró un «discurso de odio» y exigió su despido. En algún momento alguien debería reflexionar sobre por qué hemos dejado que los fanáticos de las minorías cojan el volante y nos lancen cuesta abajo sin frenos.

Gina Carano y el «Black Lives Matter»

Cuando estalló el Black Lives Matter, ese movimiento que saquea e incendia tan pacíficamente que hasta lo han propuesto para el Nobel de la Paz, sus no menos pacíficos simpatizantes le exigieron que lo apoyara públicamente como han hecho casi todos en Hollywood. Ella no lo hizo y sufrió acoso en Twitter e Instagram, con frases tan dignas del Nobel de la Paz como «puta racista» o «lameculos racista». La respuesta de la ex luchadora no fue claudicar a la turba, sino que puso la famosa foto de August Landmesser, el hombre que se negó a hacer el saludo nazi, y llamó cobardes a los trolls que la insultaban. Nada de trolls, personas que solo trataban de «educarla» para que se posicionara «en el lado correcto de la Historia», le contestaron algunos.

Los justicieros sociales, acostumbrados a salirse con la suya en sus campañas de linchamiento, no la perdonaron y crearon el hashtag #FireGinaCarano que clamaba por su cancelación. Ella se mantuvo firme: «Voy a quedarme —dijo— y si mi presencia te molesta, bien, pero también hay muchas personas a las que no les molesta mi presencia en Twitter o en otras redes sociales». Dos millones de seguidores le dan la razón.

En vez de pedir perdón, Gina Carano tuiteó la foto de August Landmesser negándose a hacer el saludo nazi como respuesta a los fanáticos del Black Lives Matter. Obviamente, se cabrearon más.

Disney despide a Gina Carano

Solo era cuestión de tiempo que recibiera la puntilla. Disney, propietaria de Lucas Films, estaba incómoda con el hecho de que una de las estrellas de su serie más famosa fuera políticamente tan díscola. ¿Qué le costaba ser como Chris Evans, que critica la masculinidad tradicional y defiende al movimiento LGTBI? El Capitán América sí que está en el lado correcto de la Historia.

Y esa puntilla ha llegado tras una publicación de Instagram en la que la actriz se hacía eco de otra en la que se comparaba la persecución de los judíos por el nazismo con el creciente clima de odio que los demócratas están fomentando hacia los republicanos. Aunque Carano no llamó nazi a nadie ni mucho menos insultó a ninguna víctima del Holocausto, Disney la despidió el mismo día con un aséptico comunicado en el que se dejaba claro que «sus mensajes en redes sociales denigrando a gente por sus identidades culturales y religiosas son aborrecibles e inaceptables».

El idilio de Disney con el Partido Demócrata

Está claro que para Disney esa crítica a los demócratas era «aborrecible» e «inaceptable». No podía ser de otra manera en una empresa cuyo presidente ha estado siempre vinculado al Partido Demócrata hasta el punto de postularse anteriormente como candidato y pretender ahora un alto cargo en la Administración Biden (que podría ser la embajada de China). Eso sí, cuando anteriormente el protagonista de The Mandalorian, Pedro Pascal, usó también a los nazis para criticar la política inmigratoria de Trump no hubo ninguna objeción por parte de Disney. Ya saben, cosas de estar en el lado correcto de la historia y de pensar como tu jefe.

Y sí, han leído bien unas líneas más arriba: Bob Iger, multimillonario presidente de The Walt Disney Company durante 15 años y fiel transmisor de los valores del progresismo global contra la supremacista blanca y heteropatriarcal cultura de Estados Unidos quiere que premien sus desvelos con la embajada de China. Luego dirán que nos ponemos conspiranoicos pero es que van provocando.

Dos meses esperando la ocasión

Al margen de la obvia guerra tuitera que se ha desatado entre detractores y defensores de Carano, entre los que lo ven un justo castigo por propagar —por supuesto— «discursos de odio» y los que han usado la etiqueta #CancelDisneyPlus, lo cierto es que la jugada se veía venir, como cita The Hollywood Reporter de una fuente de Lucas Films: «Han buscado una razón para despedirla durante dos meses y lo de hoy fue la gota que colmó el vaso». Y de paso, Disney lanza un aviso a navegantes: permaneced en el buen camino y seguiréis trabajando.

La actriz se ha quedado también sin agencia de representación, desterrada por el establishment demócrata y ha generado titulares que deberían figurar en una antología de ese nuevo y surrealista macartismo que es la cultura de la cancelación: «Las barbaridades de Gina Carano fulminada por comparar a EEUU con los nazis», «Los incendiarios posts antisemitas de Gina Carano», «Gina Carano en la lista negra de Hollywood»

Gina Carano siempre pelea

Carano podría haber evitado todo esto. Solo tenía que haberse quedado calladita y no meterse en líos. Y disculparse para conservar su personaje en uno de las pelotazos televisivos del momento. Así ganaría puntos para, como se llegó a decir, ser la protagonista de otra serie del universo Star Wars. Y en el futuro, quién sabe, premios, reconocimientos e igual algún día nuestro vicepresidente de series le podría haber dedicado uno de sus tuits. Ni un Emmy da más prestigio que la labor televisiva de Pablo Iglesias en horario de trabajo.

Pero esta forma de ser no va con la actriz de Deadpool y Haywire. En una entrevista donde rememoraban sus combates en la MMA se daba una pista sobre su reacción frente a los problemas:

Carano pelea siempre en el centro, de pie, y es prácticamente siempre la primera en pegar; de hecho siempre está pegando. Y pegando y pegando (…) El resto de luchadoras tratan de ponerla contra las redes, tratan de derribarla, y cuando lo consiguen ella siempre se levanta y las vuelve a llevar al centro.

Carano es una guerrera, pelea por lo que cree y no se rinde cuando la tienen contra las cuerdas.

«Bienvenidos a la rebelión»

Ese espíritu explica también su respuesta a la cancelación: empezar de cero con un nuevo proyecto de la mano de Ben Shapiro y The Daily Wire, lo que para la página Hipertextual es «seguir disparándose en el pie». Está claro: te echan por opinar, te cierran las puertas de Hollywood y lo que tendrías que hacer es suplicar perdón y amargarte el resto de tu vida a ver si te dan otra oportunidad.

Pues no, chiques de Hipertextual. Gina Carano se ha levantado del rincón, ha escupido la sangre y vuelve al centro del ring para seguir peleando. Ya lo ha hecho en Twitter, con un gancho de izquierda directo a la mandíbula woke: «Esto es solo el principio. Bienvenidos a la rebelión».

This is the Way.

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6 comentarios

  1. Muy bien explicado, señor Kaplan. Me parece muy fuerte que a estas alturas se pueda despedir a alguien por tener ideas políticas distintas a las de la empresa. Y lo peor, que haya gente que lo aplauda. Si les pasara a ellos, no se alegrarían tanto.

    1. Muchas gracias, Merce. Si nos ponemos, como empresa privada, pueden prescindir de un trabajador que consideran que es perjudicial para su marca, pero yo como espectador no me fiaría un pelo de una empresa que echa a quienes no piensan como ella y que considera «discurso de odio» a todo el que se salga del mensaje oficial. Ojo cuidao con Disney 😉

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