Nada mejor que hablar de ardientes fallas en plena ola de calor. De esa forma nos solidarizamos con los ninots y su vida efímera. Ninot Lives Matter, que no se diga que no somos modernos, a ver si nos cae alguna subvención. No hace mucho vimos que muchos roces de la fiesta fallera con la libertad de expresión habían tenido que ver con supuestas ofensas a la moral y a la fe, sea la católica, la musulmana o incluso la hindú. Estaba claro que en el siglo XXI otro credo iba a sumarse a esta lista. Un credo tan obsesionado con la moral, exigente en sus preceptos e intransigente con los infieles como cualquier otro integrismo religioso: el feminismo y su cruzada contra el sexo. El de los adultos, claro, que los niños cuanto antes se masturben, mejor.
Lo erótico festivo en las Fallas ha sido un clásico desde sus inicios, con las críticas al matrimonio como uno de sus elementos más populares. Y si hacemos caso de las estadísticas, la temática erótica-sexual fue la más perseguida por la censura franquista (39,9%), solo superada por la condena a todo lo que sonara «ambiguo» (44,6%) y muy lejos de la censura por otros motivos, según explica la tesis doctoral Fallas de Valencia : la riqueza de un fenómeno de comunicación popular y participativa.
«L’ Eroticrònica», una falla hoy imposible
La democracia supuso la libertad sexual también en las Fallas, y desde entonces la representación de mujeres (y hombres) con poca ropa o sin ella se hizo habitual. La culminación de ese espíritu llegó en 1989 con una de las fallas más famosas de su tiempo: «L’Eroticrònica». Ni uno solo de sus elementos pasaría en 2022 el filtro de la corrección política. A lo largo de sus escenas que recorren la historia vemos un hombre prehistórico ansioso de sexo pero su mujer se hace de rogar, a Felipe González y Alfonso Guerra disfrutando de una orgía en el circo romano, a un viejo que no puede cumplir con el derecho de pernada en la Edad Media, a la primera alcaldesa de Valencia, Clementina Ródenas, bailando sensualmente la danza de los siete velos, y a la entonces famosísima Isabel Preysler rodeada de amantes delante de su marido, Miguel Boyer.
La falla fue todo un éxito y el ninot de Clementina Ródenas fue piropeado por sus propios concejales. Imagínese eso hoy en día. Por cierto, un ninot de «L’ Eroticrònica» que representaba a dos chicas a punto de darse un beso fue indultado y ahora está en el Museo del Gremio de Artistas Falleros. Quince años después, dos falleras terminaron de besarse en otro famoso ninot, muy publicitado por el colectivo LGTBI. Se vendió como el primer beso lésbico de las fallas, aunque ha habido más. Uno entre la Libertad y la Justicia mismamente, de lo más poético.
Fallas con perspectiva de género
Tras 24 años, Rita Barberá dejó de ser alcaldesa de Valencia en 2015, después de una de las campañas de desgaste más sucias que se recuerdan, y que le costó literalmente la vida. Con su sucesor, el izquierdista Joan Ribó, en el poder y el advenimiento del #MeToo, el feminismo empezó a escrutar las Fallas buscando la cosificación de la mujer y la representación del machismo en los monumentos falleros. Ni qué decir tiene que se hartaron de encontrar mucho de las dos cosas.
«Las Fallas no avanzan al mismo ritmo que la sociedad valenciana». Fue la principal conclusión de un estudio de la Universitat de València encargado en 2018 por el Ayuntamiento y el Consell de la Dona. Estaba claro por dónde iban los tiros. Las Fallas eran machistas no, lo siguiente, las mujeres estaban poco representadas en las comisiones falleras, en los creadores de fallas y sus ninots estaban hipersexualizados. El estudio sugería, entre otras cosas, crear una guía de género para orientar a los falleros y aconsejar cómo representar a la mujer. Además, se pedía impartir cursos de género en la FP de artista fallero y organizar campañas de sensibilización desde una perspectiva de género. Vamos, esas cosas que ponen a mil a las feministas y solo a ellas.
Peineta fallera a las feministas
La respuesta de los artistas falleros fue un mazazo para el Ayuntamiento. El mundo fallero habló de «intento de censura», «poner a las Fallas en el disparadero», «ofrecer una imagen negativa de la fiesta» y «hacer un estudio con conclusiones irreales». El portavoz del gremio de artistas dijo que no se podía «coartar la libertad de expresión de los artistas falleros, como tampoco se haría en un pintor de cuadros, más allá de lo que marque el código Penal». También explicó que los cuerpos desnudos, tanto los masculinos como femeninos, son una parte importante de la cultura pictórica, y que las fallas lo criticaban todo y, por supuesto, también el machismo.
Ante la poca predisposición de los machirulos falleros a reconsiderar su sistema patriarcal de privilegios, o sea, al pasar olímpicamente del estudio feminista, un grupo de organizaciones y mujeres, entre las que por supuesto estaba la coordinadora del estudio, decidió dar un premio a la Falla más feminista. Se lo dieron a una dedicada al movimiento sufragista que, malvado Patriarcado, quedó la última en el palmarés oficial.
El troglodita ataca
La pandemia canceló las Fallas de 2020 y obligó a unas fiestas a medio gas un año después. Así que se esperaba con ganas la vuelta a la normalidad de 2022. Y las Fallas volvieron. Pero las feministas también, y por todo lo alto. Y la culpa la tuvo un cavernícola. En este caso no fue en Valencia sino en la localidad castellonense de Burriana. Allí, en una de las fallas se podía ver a un rudo troglodita sosteniendo por el tanga a una mujer con poca ropa. Un tal Frente Abolicionista del País Valenciano, cuyo nombre haría las delicias de los Monty Python, denunció «una terrible escena de violencia machista, más concretamente de violencia sexual», y exigía la retirada de los ninots por crear «una situación muy grave para las mujeres, adolescentes y niñas».
Por suerte, la polémica tuvo poco recorrido a pesar del ruido en medios y redes sociales, porque los creadores de la falla la consideraron «absurda y surrealista» (ya podrían aprender todos los que ceden ante los ofendidos). En algún momento, alguien incluso se inventó un nombre para la falla («Què bé viu Batiste el primitiu»), cuando el nombre real era «Estem en la prehistòria» y representaba una sátira política: la alcaldesa socialista en manos de Compromís con quien gobierna la localidad.
Para más inri feminista, una falla similar ya se había visto en otras ocasiones. Sin ir más lejos, en 2016, en la última ocasión en que Rita Barberá fue inmortalizada en forma de ninot. La entrañable alcaldesa del caloret aparecía como una furiosa cavernícola arrastrando por el suelo a Mariano Rajoy. A nadie en su sano juicio se le ocurriría ver esa falla como una terrible escena de violencia, ni siquiera al Frente Abolicionista del País Valenciano. O a su escisión, el Frente Popular Abolicionista de Valencia.
Violencia de género fallera
Ese mismo año, mientras las feministas aún se convulsionaban por la violencia sexual de la falla del troglodita, un ninot fue atacado y vandalizado. Y no un ninot cualquiera, sino el de una mujer desnuda a la que le destrozaron los genitales. «Este acto lo que demuestra es que el desnudo femenino sigue siendo un tema tabú», explicó dramáticamente Anna Ruiz, autora de la figura. «Es un acto de violencia de género», concluyó no menos dramática.
Al día siguiente, otra falla de Anna Ruiz que representaba a un hombre desnudo también fue vandalizada y sus genitales destrozados. La artista lamentó también ese ataque pero ya sin tantos aspavientos. La violencia contra las mujeres siempre es terrible. Hasta en los ninots. En los hombres da un poco igual. Total, solo es un ninot. Pocos días después, dos mujeres se desnudaron frente a la falla de la mujer. Todo muy reivindicativo y feminista. El pobre ninot masculino aún espera que alguien haga algo por él.
Lo lleva claro. Tanto como los que esperan que Joan Ribó pida perdón por el daño que le hizo a su predecesora en la alcaldía. O los que esperan que Mónica Oltra se dé prisa en dimitir al ser imputada por encubrir el abuso sexual de su ex marido. Que sí, que presunción de inocencia. La misma que la izquierda nunca le concedió a Paco Camps, absuelto nueve veces, ni a Rita Barberá, absuelta después de muerta. Igual resulta que no son los ninots los que se merecen arder en el fuego.
Creo que ya lo comenté en el primer artículo dedicado a las Fallas, si se censuran a un ninot, sea el que sea, se está atacando al espíritu original de la fiesta. Hay sátira, crítica y desnudos y cruzo los dedos para que aquí pinchen en hueso y los artistas falleros no se pleguen a las “recomendaciones” de los ofendiditos de turno.
Esperemos que sea así porque si no se van a cargar las Fallas, como todo lo que tocan. Un saludo, Merce.
Hola Señor Kaplan, tengo entendido que esta festividad es a modo de sátira y ¿los ninots son quemados después?. Entonces no se entiende por qué tanto escándalo y creo que es porque no quieren que la sociedad tenga un momento de distensión, se divierta, se ría, disfrute del humor. Al contrario, quieren una sociedad triste y amargada como ellos.
Hola, amigo Lisandro. Efectivamente, la sátira impregna todas las Fallas, pero no solo eso. Hay ninots de todo tipo, sociales y de izquierda también. Su idea es que solo existan de un tipo, “retirando” lo que les moleste. Como le he dicho a Merce, esperemos que no lo consigan.
Buenos días, no deja de sorprenderme que los comentarios siempre sean de las mismas dos personas. Sirva esta breve observación para romper la tendencia. Un saludo.
Buenos días, Trinidad. Eso digo yo, con lo que me gusta ver comentarios. En las entradas más leídas aparecen más personas (incluso algún que otro hater), pero normalmente no. Así que queda oficialmente invitada a comentar siempre que lo desee, siéntase en su casa. Un saludo y gracias 🙂
Es un blog sensacional, agudo y asertivo, me agrada haberlo encontrado ya que me mantiene informada y entretenida, por su mirada diferente y de sentido común.
Y me imagino que siempre comenta quien tiene algo que decir, algo que argumentar, por lo demás estoy segura que muchos más lo leen Kaplan, mis respetos. Gracias.
Yo estoy encantado de leer comentarios en el blog. Incluso los de los “haters” que me hacen mucha gracia. Pero, claro, prefiero los que son como el suyo, Paula 😉 Marchando un gran saludo 🙂