Sucede de vez en cuando. Un acontecimiento inesperado se convierte sin que se sepa muy bien por qué en el monotema que lo acapara todo y del que se aprovechan los ayatolás de la opinión. Estas situaciones suelen ser muy reveladoras del grado de crispación de una sociedad en la que unos cuantos iluminados acaban atribuyéndose la superioridad moral absoluta con la furia del integrista que ve la vida sin un solo tono gris. La última bomba informativa que ha venido a demostrar cómo estamos y cómo hemos cambiado en apenas una década se llama «gestación subrogada» y ha abierto un debate bastante interesado pero un debate a fin de cuentas. Y lo ha abierto en canal.
El melón estalló cuando una revista del corazón publicó que la pionera de todas las influencers Ana Obregón había sido madre por este tipo de técnica de reproducción asistida a los 68 años. No se trataba del primer caso famoso de gestación subrogada que se daba en España, siendo esta una práctica habitual a la que recurren parejas homosexuales que de otra forma jamás podrían sentirse padres biológicos. Ese fue el caso de Miguel Bosé o de Javier Cámara hace solo un año. Tita Cervera también recurrió a un vientre de alquiler para ser madre de dos niñas. Con 63 años, la baronesa Thyssen tampoco era una chiquilla precisamente. Y si hablamos de edades indecentes para ser padres, que se lo digan a Papuchi (87 años) o Anthony Quinn (81).
Ninguno de esos casos llamó la atención de nadie más que de los seguidores de la prensa del corazón. Entonces, se preguntará usted, querido lector sagaz, ¿por qué un hecho que debería haberse quedado dentro del papel cuché ha trascendido fuera de él con la onda expansiva de una bomba atómica?
Una mujer de derechas que critica al gobierno
Para entenderlo hay que hacer una foto fija de nuestro país barrido de norte a sur por huracanes ideológicos irreconciliables. Eso que tanto nos gusta llamar batalla cultural. En este caso, el debate lo comenzaron los de casi siempre, la izquierda feminista, aunque luego se haya apuntado la derecha católica. La izquierda intenta tapar con esto leyes que le han salido un poco por la culata como el Solo sí es sí o la ley trans. Y también asuntillos varios como los recientes casos de agresiones sexuales a cargo de menores, cuyo incómodo detalle del grupo étnico al que pertenecen los violadores ha sido a su vez convenientemente ignorado, echándole la culpa a la malvada pornografía, una de las cruzadas favoritas de las feministas de un tiempo a esta parte.
Por tanto, Ana Obregón solo ha sido el MacGuffin. Además, es una mujer de derechas que osó criticar en público a nuestro maravilloso gobierno de progreso. Eso la ha dejado sin el escudo mágico del feminismo y ha dado bula a políticos, medios y tuiteros de izquierda para atacarla al tiempo que se han lanzado contra la gestación subrogada. El respeto hacia una mujer de casi 70 años que ha sufrido la pérdida de un hijo no existe. Que una cosa es empatizar con la salud mental de Simone Biles y otra con la de una facha a la que han convertido en la villana de la sexta temporada de El cuento de la criada.
Cómo hemos cambiado
Este asunto demuestra cómo nos hemos radicalizado con los años, sobre todo la izquierda que está en modo caballo de Atila aplastando toda hierba que no sea de su gusto ideológico. La gestación subrogada no se permite en España aunque se puede realizar en otros países y regularizar luego la filiación en nuestro país. En 2015, se preguntó a los partidos su opinión sobre el tema y solo los comunistas de Izquierda Unida se manifestaron en contra. Los partidos progresistas que a fecha de hoy forman gobierno, PSOE y Podemos, estaban a favor e incluso se ofrecieron a regularla en un futuro. E igual el centro-derecha liberal de entonces.
Pero a lo largo de estos diez años, a medida que esta técnica de reproducción asistida se ha ido popularizando las cosas han cambiado, empezando por la opinión de aquellos partidos políticos. Actualmente, solo Ciudadanos sigue defendiendo la gestación subrogada aunque, con el poco futuro que le espera a esta formación, como si quieren defender las carreras de avestruces en tutú.
Por su lado, Vox, el partido que aglutina a la derecha menos acomplejada y que hace diez años estaba en pañales, sí está claramente en contra, aunque su portavoz Iván Espinosa de los Monteros parezca no enterarse demasiado cuando le preguntan.
La gestación subrogada, a la altura de la trata
Y en cuanto a PSOE y Podemos, han girado 180 grados con la ira del converso después de años de pico y pala de asociaciones feministas —algunas de elocuente nombre como No somos vasijas— que les han convencido de que es una forma de explotación del cuerpo de mujeres desesperadas a la altura de la trata, dejando a los felices papás como si fueran criminales de la peor calaña. Como sucede con el trabajo sexual, ni se concibe que esa transacción económica pueda ser nunca deseada y voluntaria.
Argumentan, además, que los vientres de alquiler son un negocio que mueve mucho dinero. Curioso que digan esto los que promueven leyes que favorecen las clínicas abortivas —el 90 % de las interrupciones voluntarias del embarazo se llevan a cabo en clínicas privadas concertadas— o la industria farmacéutica que está detrás de los tratamientos hormonales para toda la vida de las personas que cambian de sexo. Cuanto menos, son dos negocios tan capitalistas y lucrativos como el de la gestación subrogada. Pero como sirven a causas nobles del progresismo, aquí paz y después gloria.
La otra guerra de Ucrania
Lo cierto es que el Tribunal Supremo apuntaló en 2022 la prohibición de esta técnica de maternidad asistida al considerar que vulneraba los derechos fundamentales de la mujer gestante y del niño y que era incompatible con la dignidad humana. Y hace nada se produjo una gran controversia en uno de los destinos favoritos para la maternidad subrogada europea: Ucrania, en el que el negocio iba viento en popa hasta que Rusia decidió invadirla.
Fue en ese momento cuando la Plataforma por la Protección de la Infancia Nacida en Georgia y Ucrania publicó un mensaje en Twitter en el que expresaban su preocupación por las familias españolas que habían «concertado embarazos con mujeres locales». Habló del limbo en el que quedarían las «gestantes que coengendran a sus hijos» en un país que empezaba a sufrir los bombardeos del ejército ruso. Tras ese mensaje la plataforma sufrió otro bombardeo, el de las hordas tuiteras contra la gestación subrogada que ríase usted de Putin.
Gestación subrogada controlada… ¿y altruista?
Pero Ana Obregón no ha gestado su hija en Ucrania sino en Estados Unidos, el país junto a Canadá en el que se supone que existen más controles legales. Además, si hacemos caso a algunos estudios, el 75% de norteamericanas que aceptaron convertirse en gestantes tenían ingresos familiares superiores a 50.000 dólares anuales. En Gran Bretaña, el 90% de las gestantes asegura hacerlo por altruismo, aunque pueda costar creerlo. Pasar nueve meses de embarazo para dar tu hijo a otra mujer solo por amor al arte suena más increíble que una encuesta del CIS de Tezanos. En realidad, entre la remuneración por los costes del embarazo y las donaciones, las mujeres gestantes altruistas suelen llevarse siempre una cantidad económica por alquilar su útero.
Evidentemente, en un tema tan sensible como este se pueden analizar y debatir las posibles explotaciones y abusos, las dudas bioéticas y sus complicaciones morales. Y más en casos de edades avanzadas como en el de Ana Obregón. O sobre la necesidad de agilizar los trámites para la adopción que, para niños españoles, pueden llegar a los nueve años. Pero aquí ese debate sereno y constructivo no ha existido, a menos que consideremos un debate sereno y constructivo insultar, despreciar cualquier opinión contraria, estigmatizar y criminalizar a las madres biológicas y a sus hijos comparando la maternidad subrogada con la venta de órganos o el tráfico de niños e instrumentalizar la polémica para impulsar una agenda ideológica en nombre de los derechos de las mujeres y de los niños sin que les importe realmente el daño que puedan hacerles a mujeres y niños con nombres y apellidos.
Empatía bajo mínimos
Lo resumía muy bien una tuitera reaccionando ante la noticia de una pareja gay que se quejaba con amargura de que su niña pequeña escuchaba en el colegio que era una hija comprada. «Pues no haberla comprado», escribía. Los justicieros sociales han vuelto a demostrar en las redes sociales que, cuando se lo proponen, son capaces de promover el odio más que nadie en el mundo.
En los medios también se ha visto de todo, y en los de ambos lados de la batalla cultural. La derecha católica tampoco está a favor de la gestación subrogada, pero por motivos muy diferentes a los del progresismo. En una cadena de televisión nacional propiedad de la Conferencia Episcopal un tertuliano ha llegado a decir que «es una pena» que se permita el registro de hijos gestados en el extranjero. Le quedó precioso. Dejar a niños recién nacidos sin familias. Suena tan cristiano como cuando Diocleciano soltaba los leones en el Coliseo.
Parte de la izquierda coincide con este empático grupo de católicos. La instrucción de 2010 que negoció el socialista Pedro Zerolo y que permite la inscripción en el Registro Civil es un objetivo a batir para el feminismo hegemónico. ¿Que eso podría dejar al bebé sin filiación convertido técnicamente en un huérfano esperando que alguien lo adoptara? Pues sí pero parece que a estas feministas eso del bien superior del menor les debe de sonar a patriarcal. Diocleciano, ¿te sobran por ahí unos cuantos leones?
Nosotras parimos, nosotras decidimos… de vez en cuando
Y ya que estamos con la izquierda feminista, las reacciones más esquizofrénicas contra la gestación subrogada han venido precisamente de ella, que no es consciente del jardín en el que se ha metido al alimentar la polémica. Han sacado pecho recordando el reciente endurecimiento legal sobre los vientres de alquiler, que los considera «explotación reproductiva» y una «forma de violencia contra la mujer» dentro de la nueva ley del aborto. Al tiempo que considera este como un derecho de las mujeres». Un ejercicio de gimnasia mental de lo más fascinante que la política de Ciudadanos y vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís ha resumido en Twitter: «Nosotras parimos, nosotras decidimos, ¿para abortar sí, para gestar no?»
La gestación subrogada, añaden los progresistas de la moral verdadera, provoca muchos traumas y riesgos a la madre gestante. El aborto, ese derecho humano, en cambio, parece que es todo diversión. Qué claras se ven las cosas desde las atalayas morales y las disonancias cognitivas de la izquierda. Cualquiera diría que la gestación subrogada asesina fetos en vez de traer niños al mundo. Kristina, entrevistada por el diario ABC, que sufrió un cáncer que dañó su útero y fue madre por gestación subrogada, eleva su mirada a lo alto de la atalaya y grita: «Es muy fácil dar lecciones cuando puedes parir a tus hijos». Ni la oyen.
Es un tema bastante complicado. Pero para mí la cuestión es la de siempre: no es el qué, es el quién. Como bien dices, no hubo tanto revuelo cuando lo han hecho otras personas y mira que algunas son muy conocidas. Pero, claro, ya sabemos lo «bien» que aceptan las críticas en este gobierno, que han sido de los primeros en saltar señalando a un particular. 😏
Este gobierno tiene una facilidad pasmosa para eso, querida Merce. Solo les falta hacer listas negras de malos ciudadanos y publicarlas en el BOE.
Hola Señor Kaplan, se lo extrañaba, jaja. Yo personalmente estoy en contra del aborto y los vientres de alquiler, pero referido a la publicación, estamos en el posmodernismo donde impera el relativismo, donde cada uno tiene su «verdad». «Los hechos no existen sino una interpretación de los hechos» Friedrich Nieztche.
Yo también los extrañaba, amigo, pero los que no vivimos de escribir lo hacemos cuando podemos xD El tema de la GS es complejo y entiendo las aristas morales, como en el caso del aborto. Pero estoy seguro de que usted al menos es coherente y no hace la pirueta mental de la izquierda para justificar uno y repudiar lo otro. Un abrazo.