En uno de los cientos de memes y chistes que circulan por WhatsApp, un hombre responde a una pregunta de su mujer con un discurso vacío, yéndose por los cerros de Úbeda, imitando al Gobierno hablando del coronavirus. Solo falta en ese chiste el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, para que sea real como la vida misma.
No es ningún secreto que las preguntas que recibe el Gobierno en las ruedas de prensa sobre el COVID-19, desde que se proclamó el estado de alarma, están filtradas de antemano. Se envían previamente y se seleccionan las más «adecuadas» con unos criterios nada claros. Y si a unas preguntas con filtro le sumamos unas respuestas cocinadas por Moncloa, que divagan muchas veces sin contestar lo que se pregunta, el resultado es justo ese: un chiste. Y una burla a la libertad de prensa.
Que por primera vez en España un centenar de periodistas de distintos medios de comunicación, como ABC, la Ser, OKDiario, EFE, COPE Servimedia o incluso La Sexta hayan firmado un manifiesto denunciando este método llama mucho la atención. Porque, aunque el Gobierno lo defienda por motivos de dificultad técnica, el propio manifiesto lo deja claro: este mecanismo revela falta de transparencia y control de la información, y permite que el Ejecutivo no rinda cuentas de su gestión, o que rinda cuentas solo de lo que le interesa a Pedro Sánchez.
Algún lector bienintencionado puede llevarse las manos a la cabeza y decir que cómo puede considerarse eso censura, si Pedro Sánchez no para de hablar (eso es cierto: habla demasiado). Un socialista como él tiene que entender el valor esencial de la información libre. Ahí está el problema: que lo entiende demasiado bien.
Una sociedad harta
Tras una crisis sanitaria que ya es la mayor tragedia desde la guerra civil, con 11.000 fallecidos, casi 120.000 contagiados (superando ya a Italia), y la economía a punto de entrar en barrena, buena parte de la sociedad está harta y dirige sus iras a un Gobierno que parecía ocupado en otras cosas en vez de prevenir la pandemia y cuyas medidas económicas y sociales no han contentado a grandes sectores de la sociedad.
Por eso, Pedro Sánchez, el mayor encantador de serpientes de la democracia, intenta controlar su imagen y la del Gobierno en las apariciones televisivas. Que de cara al espectador parezca lo que no es: unas respuestas improvisadas a unas preguntas que se le formulan en ese momento.
Por si fuera poco, el control informativo va aún más allá. Del mismo modo que antes de la declaración de la pandemia de coronavirus se criticaba a los alarmistas con consignas de tranquilidad, la nueva consigna gubernamental parece ser el positivismo, no desmoralizar a los españoles que llevan semanas confinados y mantener la asepsia informativa, huyendo del morbo ofreciendo pocas imágenes de los hospitales, de enfermedad y de muerte. Solo conocemos esta terrible realidad a través de las cifras que se dan a diario, tan estadísticas como impersonales.
Sonaría bien si no fuera porque esta praxis informativa también tiene algo de censura. Y es que si viéramos esas imágenes los españoles podríamos cabrearnos mucho más, al estilo de lo que sucedió en la guerra de Vietnam, cuando la opinión pública norteamericana dejó de apoyar el conflicto al ver en las televisiones las bolsas con los cadáveres de sus soldados.
15 millones para las televisiones
Y es en este contexto de control de la información donde llama la atención la entrega de 15 millones de euros para las televisiones privadas, justificados para “compensar una parte de los costes de los prestadores de servicio de comunicación audiovisual de TDT de ámbito estatal, derivados de mantener durante un plazo de seis meses determinados porcentajes de cobertura poblacional obligatoria”.
15 millones, de los que casi la mitad se irán solo para Atresmedia y Mediaset. No parece mucho teniendo en cuenta los presupuestos millonarios de los dos gigantes televisivos españoles, aunque la medida ha sido criticada desde muchos frentes, que cuestionan lo independientes que pueden ser unos medios regados con el dinero gubernamental.
¿Y qué hay de lo nuestro?
De hecho, un grupo de 16 medios independientes digitales han expresado su «inquietud por que esas ayudas contribuyan a fortalecer aún más la concentración en el sector de la Comunicación». Y a renglón seguido piden ayudas para ellos también. Luego uno ve la lista de esos medios «independientes» y le entra la risa floja: CTXT, El Plural, El Salto, Infolibre, La Marea, Mongolia, Píkara Magazine, Público… la crème de la crème de la independencia.
Tienes mucha razón. Las comparecencias de Pedro Sánchez son un chiste sin gracia. Palabras y más palabras para no decir nada. Y lo de las preguntas filtradas… ¿Qué información recibimos? Solo la que al gobierno le interesa.
Exacto. Esas limitaciones informativas son peligrosas. Se puede acostumbrar luego a continuar por el mismo camino.