Hasta hace unos pocos años, la Guerra Civil y la dictadura eran episodios del pasado de los que pocos se acordaban. Cuando llegaba el aniversario de la muerte de Franco apenas se congregaban unos cuantos nostálgicos en la Plaza de Oriente y el Valle de los Caídos languidecía entre visitas de guiris despistados, algunos curiosos y los mismos nostálgicos de dos líneas más arriba. El invento de la Transición consiguió que España pasara una de sus páginas más dolorosas. Hasta que la izquierda representada por el PSOE y Podemos ha decidido que, ahora que mandan, pueden reescribir la historia y ganar una guerra que sus abuelos perdieron hace 80 años.
El resultado de gobernar pensando solo en una parte de los gobernados ha sido el previsible: Franco muerto, enterrado y exhumado está más vivo que nunca. Se ha multiplicado el recuerdo del Caudillo y las visitas al Valle de los Caídos, y los nostálgicos de la dictadura se reproducen como gremlins bajo la lluvia, aunque sea para tocar los huevos al gobierno. Pedro Sánchez llama a todo esto «pasos para la reconciliación».
La reconciliación de la ley de Memoria Histórica, ahora de Memoria Democrática que suena más rimbombante, es tal que los españoles estamos odiándonos a niveles de 1936. Los de izquierdas, que recuerdan con rabia la tragedia que sufrieron y a los que se les promete ahora justicia, y los de derechas, que sienten que esa «justicia» desprecia y se olvida de sus muertos y les coloca como los villanos de una guerra fratricida en la que muchas veces no se pudo elegir ni bando.
Memoria democrática en los colegios: todo atado y bien atado
Nada de esto les importa a los socialistas y comunistas que nos gobiernan, obsesionados con equiparar a Franco con Hitler y presentar la República como una arcadia feliz contra la que los fascistas dieron un golpe de Estado porque no soportaban que los humildes vivieran tan bien. Para qué profundizar más. Esa información es para ellos suficiente para entender un conflicto que enfrentó a dos concepciones de España y que provocó medio millón de muertos. Bueno, eso y conocer a las 13 rosas fusiladas por el franquismo, que son muy importantes. Más que los 43 tipos que corrieron la misma suerte ese día y de los que nadie se acuerda. Perspectiva de género, ya saben.
Para que quede claro entre las nuevas generaciones que la Guerra Civil fue un combate entre el Bien y el Mal a lo Señor de los Anillos y no nos salga ningún crío votando a Vox, la «Memoria Democrática» de Sánchez, Carmen Calvo, Pablo Iglesias y compañía se enseñará en secundaria y en bachillerato. Y se dará a los profesores la correspondiente formación no sea que a alguno se le ocurra decir que el bando republicano también cometió terribles atrocidades o que el franquismo hizo crecer a España a partir de los años cincuenta, dejando a la muerte del dictador una tasa de paro y un déficit público bajo mínimos. Con la nueva ley, estas opiniones podrían considerarse un acto de odio hacia las víctimas y de enaltecimiento de la dictadura, castigados con multas de hasta 150.000 euros.
Adoctrinando en valores
En lugar de eso, a los alumnos se les enseñará la verdad: que Paracuellos fue un error burocrático, que el Oro de Moscú es una leyenda urbana, que las checas no eran para tanto y que Franco fue un genocida, sin entrar en el detalle de que si le encasquetamos la definición a él habría que hacerlo con todos los que han ganado una guerra y han tomado represalias contra los perdedores, desde Julio César a Lenin.
Adoctrinamiento aparte, perdón, educación en valores democráticos aparte, el Estado creará una Fiscalía que investigará los «crímenes franquistas», se encargará de la recuperación de cuerpos de las fosas, convertirá el Valle de los Caídos en un cementerio laico (y así habrá una excusa legal para derribar esa cruz que no pueden ni ver), prohibirá asociaciones como la Fundación Francisco Franco (que tampoco soportan) y elaborará un censo de víctimas, con la creación de una serie de organismos para coordinar todo esto. Cómo se va a pagar el invento con la situación económica actual es un misterio casi tan grande como entender que Franco muriera de viejo en la cama si el país entero lo odió tanto durante 40 años.
Memoria histórica… y amnesia para lo demás
Todo esto tendría algún sentido si realmente Franco y la Guerra Civil le preocuparan a la mayoría de la gente, pero hasta que el CIS de Tezanos diga lo contrario es uno de los temas que más nos resbalan. O nos resbalaban hasta que Sánchez retomó la senda de Zapatero y se propuso doblar su apuesta entre los aplausos de los herederos políticos de ETA y de su socio de gobierno, al que se le pone dura la coleta de imaginarse a España en llamas luchando contra el fascismo.
Y mientras Sánchez e Iglesias juegan a ganar la Guerra Civil, continúan negando cualquier responsabilidad por su gestión del coronavirus, no dicen cuál es la cifra real de muertos y afrontan la mayor crisis económica desde, precisamente, 1939 dando palos de ciego. Pero siguen moviendo la bolita de Franco. Saben que esto nos tiene entretenidos, divididos y encabronados. Total, qué es lo peor que podría pasar. Solo otra guerra civil.
Estupendo artículo, como siempre. La verdad es que no se hablaba tanto de Franco desde que estos llegaron al poder. Y lo peor, algunos de los que más hablan de él son críos de 20 años que solo repiten lo que leen por aquí. Imagina cuando esto llegue a las aulas. Al final, es solo cambiar la Historia a su conveniencia.
¡Gracias, Merce! Cualquiera que lo viera desde fuera sin saber nada pensaría que el principal problema de España ahora mismo es Franco. Surrealista el gobierno que tenemos.