Los protagonistas de esta apasionante historia son una actriz y un presentador de televisión. Sofía Vergara y Pablo Motos. La promoción de la serie Griselda unió sus caminos en El Hormiguero durante media hora. Lo que nadie se esperaba es que de aquella entrevista saliera lo que parecía la humillación definitiva del presentador más odiado de la izquierda y que se acabara convirtiendo en el primer esperpento progre del año. Lo que empezó como la cabeza de Motos servida en bandeja de plata por una Salomé justiciera del feminismo acabó en algo muy diferente, y la única cabeza que rodó al final fue la de todos aquellos que se montaron la película del siglo.
A la gran Sofía Vergara no hace falta presentarla, pero sí hay que apuntar por qué a Motos la izquierda española no lo puede ni ver. Sospechamos que quizá no es el jefe más cariñoso del mundo —como pasa con otras muchas estrellas televisivas que desbordan buen rollo en sus programas pero detrás de las cámaras son todo lo contrario— y eso puede influir. Pero la clave está en que tiene uno de los programas de más audiencia de la televisión, imbatible en su franja desde hace casi dos décadas, y no le baila el agua al progresismo, como harían los Buenafuente o Wyoming de turno soltando monsergas sobre feminismo, racismo, transfobia y ultraderecha. Y encima defiende la libertad de expresión para hacer chistes de enanos y mariquitas. Y hoy en día no hay nada más nazi que eso.
Los zascas de Sofía Vergara
Al lado de una bestia parda de la comedia como Sofía Vergara, la entrevista de El Hormiguero transcurrió de lo más entretenida, sobre todo por los zascas de la estrella colombiana que Motos encajaba con sonrisa de póquer. Ella le dejó en evidencia llamándole mentiroso cuando el presentador le aseguró que había visto entera su nueva serie, le pasó por los morros sus diez nominaciones entre Globos de Oro y Emmy cuando él se rio de su acento inglés y, al preguntarle si era rubia natural, le señaló con sorna las canas que pinta el casi sexagenario presentador. Todo con un gracejo digno de la Gloria Pritchett de Modern Family.
El público aplaudía a rabiar y esa parte de España que lleva años sacándole punta a todo para que Pablo Motos quede como un monstruo machista aullaba de placer con el aparente escarnio. Por fin ese facha se había encontrado la horma de su zapato. Y además era una mujer empoderada la que le paraba los pies vengando a incontables invitadas anteriores. ¡Gracias, Sofía! Twitter ardió y se ensañó —por enésima vez— con Pablo Motos. «Hoy ha venido a servir coño a El Hormiguero, Sofía Vergara» se relamía uno de los miles de tuits feministas que brotaban como setas.
La prensa disfruta como un gorrino
La prensa —la progre, la envidiosa y la de las cuentas pendientes— tampoco disimuló mucho: «Sofía Vergara acude a El Hormiguero, humilla a Pablo Motos y las redes estallan» (La Región), «Pablo Motos, en ridículo por los zascas de la estrella Sofía Vergara» (El Món), «Sofía Vergara torea a Pablo Motos: Eso te pasa por mentiroso» (El Correo), «Sofía Vergara deja mudo a Pablo Motos en pleno directo» (e-Notícies) y nuestros favoritos, por lo evocadores que son: «Y Pablo derrapando con su moto» (El País) y «Sofía Vergara incendia El Hormiguero con Pablo Motos dentro» (el diario.es).
Tras varias campañas virales contra el pigmeo-rancio-acosador-y-misógino presentador de El Hormiguero, incluida una pagada con dinero público del Ministerio de Igualdad y otra de varios humoristas —todos de izquierdas, casualidades de la vida— que lo acusaron de presionarles para que no se hicieran chistes sobre él, la sucesión de hostias de Sofía Vergara era la guinda del pastel. Y más aún cuando algunos medios extranjeros se hicieron eco del programa. La prensa española siguió escarbando en la herida sangrante: «¡A la yugular! La prensa internacional se hace eco del encontronazo entre Pablo Motos y Sofía Vergara», se regodeaba la Cadena Ser.
«El vídeo que Pablo Motos no quiere que veas»
El segundo acto de este drama épico comenzó cuando muchos clips de Atresmedia de la entrevista fueron eliminados de las redes sociales, incluyendo los de alguna que otra cadena televisiva que fusiló las imágenes de El Hormiguero. La explicación más sencilla, la vulneración del copyright, fue ignorada completamente dando alas, sin una sola prueba, a una versión conspiranoica, qué duda cabe, mucho más jugosa: Pablo Motos, abochornado por el ridículo histórico al que le había sometido una mujer, había ordenado que se borraran todos los vídeos del programa en las redes sociales.
Los tuiteros progres se rebelaron contra esta supuesta censura compartiendo sin parar el vídeo de la entrevista. Lo del hombre del tanque de Tiananmén al lado de esto se queda en nada. Los medios que azuzaban la campaña contra Motos no dudaron en hacerle publicidad a la conspiración: «El vídeo que Pablo Motos no quiere que veas: las pullas de Sofía Vergara desaparecen de las redes» (Público), «Pablo Motos censura la polémica entrevista con Sofía Vergara» (El Nacional.cat).
Solo había que irse a la web oficial de Antena 3TV para encontrarse la entrevista que, para estar eliminada, se anunciaba a bombo y platillo. Curiosa forma de censurar. Que igual lo que querían era acaparar el mayor tráfico posible de Internet en beneficio propio, pero háblele usted de la navaja de Ockham a millones de tuiteros enloquecidos por el sesgo de confirmación.
La masculinidad frágil de Pablo Motos
Para ellos Motos estaba dando pruebas de ser un machito inseguro. Ya lo había demostrado, según otra tuitera, al subirse la silla para estar a la misma altura que Sofía Vergara, lo que llevó a otra a afirmar: «Cuando alguien os pregunte por la MASCULINIDAD FRÁGIL enseñad esta imagen. Él prefiere estar con los pies colgando a que se aprecie que una mujer es más alta que él».
Que en los vídeos promocionales el tapón de Motos saliera sin complejos bailando al lado de la estrella de Modern Family o que en casi todos sus programas aparezca siempre a la misma altura que los invitados no sirvió para nada. El relato había alcanzado dimensiones impetuosas, homéricas. Y aún iba a crecer más cuando a Pablo Motos le dio por explicarse.
Pablo Motos lo aclara y los ‘haters’ se descojonan de él
«Pablo Motos dice que los zascas de Sofía Vergara fueron pactados y los tuiteros le dejan en evidencia» (Público). «No se lo cree ni él: las redes arden contra la excusa de Pablo Motos sobre la polémica con Sofía Vergara» (Mundo Deportivo, que me dirán qué hace un periódico de deportes metiéndose en estos fregados). Esa fue la reacción general cuando el presentador confesó en El Hormiguero que el pique con Sofía Vergara había sido pactado para dar vidilla a la entrevista. La izquierda tuitera no le creyó riéndose de él por buscarse cualquier excusa para no admitir la impepinable realidad: que una mujer le había puesto en su sitio.
Uno de los miles de anónimos tuiteros que hacía hervir la red social con el tema anticipaba el golpe de gracia que enterraría definitivamente a Pablo Motos en las simas del oprobio:
Cómo se quedaría Pablito si viera que Vergara publica un vídeo en el que desmiente que el rifirrafe estaba preparado, que se sintió súper incómoda y que confianza cero. Este hombre se caga encima literal y metafóricamente, por bocazas.
Y Sofía Vergara habló. Y, efectivamente, fue el golpe de gracia, pero no el que muchos esperaban.
El giro de guion de Sofía Vergara
En una entrevista para una televisión, la actriz confirmó la versión de Pablo Motos: todo estaba preparado para vacilarse mutuamente, lo que la nominada a cinco Emmys y cinco Globos de Oro bordó sin problemas. Encima, aseguró que se lo pasó muy bien en El Hormiguero y que a ella le encantaba el programa y el presentador. ¿Recuerdan aquella foto de catalanes ojipláticos tras proclamar la república durante siete segundos? Pues igual pero cambiando independentistas por haters de Pablo Motos.
La Cadena Ser lo llamó «giro de guion» por no decir qué ridículo hemos hecho, joder, qué ridículo y Público rebuscó en las declaraciones de Vergara para ver si había algo debajo de las piedras que usar contra Motos. Del resto de medios que incendiaron Internet haciéndose eco de la humillación no se ha sabido mucho (hasta que llegue la siguiente campaña de desprestigio, claro), y el Twitter progre se hizo el loco y pasó a la siguiente polémica, muy típico también. Aunque algunos no podían esconder su decepción: «¿Cuánto le han pagado a Sofía para que diga esas declaraciones?», se preguntó alguien que, sin conocerle, apostamos lo que quiera a que es votante de Pedro Sánchez o de Yolanda Díaz.
Sofía Vergara no es Jenni Hermoso
Sofía Vergara podría haberse desentendido de este tema que ni le va ni le viene. O viéndose convertida en heroína feminista seguir la corriente y aprovecharlo. Pero afortunadamente ella no es Jenni Hermoso y dijo la verdad. La estrella colombiana siempre ha ido por libre aunque nunca se sabe en este mundo woke que ha visto caer torres más altas. Kate Winslet pasó de elogiar a Woody Allen y Polanski a renegar de ellos, Salma Hayek atacó a Harvey Weinstein después de ser su amiga y sabiendo que sin él Frida no habría tenido seis nominaciones a los Oscar, y Eva Green ahora defiende el feminismo de sus personajes aunque sean tan poco feministas como Milady de Winter.
Pero, de momento (toquemos madera) a Sofía Vergara se la ve bastante a su aire, sensata y sincera. Incluso asume sin tapujos a qué debe su éxito inicial, como declaró en otra entrevista promocional de Griselda (encima en Lo País): «Estas tetas gigantes y este cuerpo me abrieron todas las puertas», algo que a las feministas —que odian toda teta que haga atractivas a las mujeres y no esté resignificada para sus fines políticos— tuvo que sentarles como un tiro en las tripas.
Solo por esa desenfadada autocosificación en tiempos de miedo feminista Sofía Vergara ya nos habría conquistado. Pero además está la entrevista de Pablo Motos, los cinco millones de share que alcanzó y la puntilla final de la actriz callando bocas que bien vale la bilis de todo el progresismo español.
Y con este caso se demuestra una vez más cómo funcionan las redes sociales. Se difunde una noticia, todos participan de la caza de brujas y, si la noticia se desmiente, pues a otra cosa y aquí no ha pasado nada.
Antes se decía que el papel aguanta todo lo que le pongan. Ahora son las redes sociales las que lo aguantan, aunque sea lo más absurdo o ridículo. La gente se lo creerá y lo repetirá como loros, y si luego no coincide con los hechos pues aquí paz y después gloria y a por la siguiente.
Perfecto relato de los hechos y memorable recogida de cable de la Cadena Ser, que no puede menos que colar en la noticia que enlaza un «bueno, pero algo de razón teníamos»… Yo sólo puedo decir: ¡Viva Sofía Vergara!
Se le acumulan los temas, sr. Kaplan, ahora con el caso del director de cine Carlos Vermut, (al que confieso no conocer), justo antes de los premios Feroz. Estos premios parece que nos van a asegurar un esperpento anual.
Muchas gracias por sus palabras. La verdad es que la actualidad viene calentita con lo de Vermut y los Feroz de fondo (menudo circo el del año pasado). Si es que ya lo dice la canción: There’s No Business Like Show Business.