Polémica Roro

El feminismo contra Roro

Las críticas que le han hecho a la buena de Roro demuestran la tolerancia de los moralmente superiores cuando algo no les gusta. Tenemos a Rita Maestre relacionando la voz suave y fina de Roro con las de las mujeres sumisas de los movimientos ultracatólicos. A supuestas humoristas como Ane Lindane grabando vídeos en pelotas para decir que la joven fomenta la esclavitud, el incesto y la pederastia. Todo junto. Luego, como el meme de la feminista que lanza mierda a Internet y se la devuelven, se indigna quejándose de que está «hasta el coño» del acoso en las redes sociales. En cambio, del que pueda fomentar ella hacia una chica a la que gritan «¡esclava!» por la calle no dice nada. Y estas son las de la salud mental y los cuidados en el centro.

Y, por supuesto, no podía faltar Lo País, asegurando que los vídeos de Roro no son gastronómicos sino exhibiciones de una clase dominante, privilegiada y blanca que se puede permitir el lujo de pasar mucho tiempo en la cocina. Hasta el ABC se ha sumado al linchamiento, poseído por alguna becaria estival con perspectiva de género, y la vincula con el supremacismo blanco. Si Torcuato Luca de Tena levantara la cabeza ponía a la becaria a fregar el suelo.

¿Tradwife o feminista?

La protagonista de todo este jaleo asiste, por un lado, dichosa contando el dinero que está ganando y, por otro, un tanto perpleja con la expectación que está levantando. En las entrevistas que concede, explica que Roro es un personaje que ha creado, que no es esclava de nadie, que comparte las tareas con su chico y que se siente en realidad feminista. Eso sí, feminista a la antigua usanza: cuando el feminismo buscaba la igualdad y no machacar a los hombres culpándolos de todos los males del planeta. O sea, para las feministas de ahora, Roro no es feminista.

Millones de personas están enganchadas con esta joven que se trabaja las recetas a conciencia y que se muestra feliz, amable y atenta con su pareja. Quién iba a pensar que los hombres la prefieren a taradas que desbordan empoderamiento como Carla Galeote, que denuncia el machismo espiando y grabando a sus vecinos mientras se masturban, o como Inés Hernand que convierte una retransmisión en directo en un festival de chabacanería y mal gusto, o como Henar Álvarez, que se ríe con las mujeres que le cortan el pene a los hombres y presume de ser una inútil doméstica que puso su primera lavadora con 35 años. O como esas madres protectoras que parecen salidas de Psicosis. Cero sorpresas en el Patriarcado que será opresor pero no estúpido.

La Federación de Mujeres Jóvenes al ataque

Entre la avalancha de respuestas contra esta inesperada archienemiga del feminismo, destaca la de una tal Federación de Mujeres Jóvenes, que escribió un hilo con la imagen de Roro para disertar sobre las Tradwives, un movimiento reaccionario que pretende, según ellas, devolverlas a la cueva y que Roro representa. Ante esta reacción, a algunos tuiteros como @pabloharour y @Omel-ete les ha dado por poner el foco sobre esta organización de nombre pizpireto con sede en Madrid y formada por ocho asociaciones regionales.

Y como se puede imaginar, resulta que la asociación que tanto critica a una chica que hace vídeos con su propio dinero sin hacer daño a nadie no es más que uno de tantos miles de chiringuitos feministas que nos cuestan un buen dinerito. Este en concreto, desde 2020, ya se ha llevado 1.547.000 euros del erario público.

Unas jetas con gafas moradas

El tuitero Omelete ha diseccionado muy bien las cuentas de estas luchadoras mostrando una asociación típica del Tercer Sector en España en la que la mayoría del dinero procede de subvenciones y ayudas y se destina a lo que en jerga oenegera se llama estructura, o sea, a ellos mismos. En 2022 ingresaron 390.000 euros en subvenciones, donaciones y legados y facturaron solo 29.000 euros en chochocharlas, que ellas llaman prestaciones de servicios (formación).

Los gastos en sueldo que se reparten entre las 10 mujeres que trabajan en la federación suponen 176.000 euros que, evidentemente, salen de las subvenciones porque las chochocharlas no alcanzan. Hay 136.000 euros más de gastos bajo el epígrafe Servicios profesionales independientes y Otros servicios que vaya usted a saber quién se lo lleva en nombre del feminismo.

A la rica subvención pública

Animados por estos datos, nos ha dado por mirar qué proyectos fueron subvencionados en 2022, año de la última memoria publicada, aunque la de 2023 también será sabrosa con esos 358.000 euros que les han concedido de los famosos fondos europeos Next Generation. Abróchense los cinturones, que vienen curvas feministas.

De entrada, la Federación Mujeres Jóvenes recibió 78.719 euros del Instituto de la Juventud y del Instituto de las Mujeres solo por existir (Mantenimiento y funcionamiento de la entidad). A cargo del 0,7% del IRPF empieza la fiesta de los proyectos. 22.482 euros para Competencias digitales para mujeres jóvenes que consiste principalmente en un curso online, y 34.000 euros para No seas presa de la talla, un proyecto con el que llevan más de una década acumulando subvenciones. Con él pretenden reflexionar sobre la violencia corporal a la que están sometidas las mujeres a causa de los cánones de belleza, e incluye a lo largo de los años encuentros de charos, un curso online, una guía de 48 páginas, una ficha didáctica, una encuesta, un grupo de trabajo para reflexionar sobre la encuesta, una página web que ya no existe y un concurso de fotografía.

Estudios que no conoce nadie pagados a precio de oro

Siguiendo con las subvenciones a cargo del 0,7% —a las que contribuye usted si marca esta casilla de la declaración—, la federación se lleva 30.830 euros en algo que se llama Escuela formativa en salud integral para Mujeres. Generándonos salud desde el empoderamiento y el enfoque de derechos, que tiene toda la pinta de ser otra chochocharla empoderante.

Al igual que sucede con No seas presa de la talla y la mayoría de actividades que realizan, esta escuela formativa la encontramos también en las memorias de actividades de años anteriores. Un refrito en toda regla al que le cambiarán algo para disimular de un año para otro y listos, hermanas, que la lucha sigue.

Noches y subvenciones seguras

Noches seguras para todas (21.444 euros) es su proyecto más conocido. Elaboraron un informe en 2020, también subvencionado, y una profundización del primer informe que consistió en un segundo informe en 2022 presentado por la entonces delegada contra la violencia de género, Victoria Rosell. La idea de combatir las violencias sexuales que las mujeres jóvenes sufren en los contextos de ocio nocturno se convierte en un totum revolutum en el que no falta la violencia de los hombres heterosexuales, la cosificación, la hipersexualización, la sumisión química y los peligros del porno. Todo a gusto del feminismo gubernamental, que por algo pone la pasta. No espere leer algún consejillo sobre la moderación en el consumo de alcohol o de drogas o los posibles riesgos que conllevan. No llamaron al informe Sola y borracha quiero volver a casa porque cantaba demasiado.

Mucha menos repercusión han tenido Análisis de la participación de las mujeres jóvenes en organizaciones feministas y que trabajan por la igualdad de género (30.007 euros) o Análisis jurídico, normativo y estudio comparado de casos: Jóvenes vulnerables ante la violencia machista y vicaria que ejercen sus progenitores (71.634 euros). Los análisis los puede leer en la página web de la federación. Y si piensa que 100 páginas por informe que son un cortapega de otros trabajos, datos que encajan con las hipótesis previas y conclusiones ad hoc no valen cien mil euros es que es usted un misógino miserable.

270.000 mujeres violadas por usar Tinder

Dejamos para el final otro proyecto subvencionado que dio mucho que hablar pero que está convenientemente enterrado. lnvestigación sobre las violencias sexuales que las mujeres sufren en aplicaciones de citas (46.674 euros), también presentado a bombo y platillo por el Ministerio de Igualdad con un titular de esos alarmistas que los medios compran sin cuestionarse de dónde sale: «Una encuesta revela que el 22% de las mujeres que tuvieron una cita a través de una app sufrieron una violación» (El País). El dato fue repetido hasta la saciedad por multitud de medios, lo que vino muy bien para volver a aterrorizar a las mujeres y criminalizar a los hombres: «¿Se utilizan las apps de citas para ejercer violencia sobre las mujeres? Un estudio arroja escalofriantes datos» (La Sexta).

Y tan escalofriantes. Extrapolando el porcentaje resulta que casi 270.000 usuarias de Tinder acaban violadas. La propia empresa de citas pidió, alucinada, prudencia ante este informe en el que se resaltaba este dato a pesar de que en una pregunta anterior, «¿Has sufrido algún tipo de violencia sexual en una cita de Tinder?», solo el 11,5% contestaba que sí.

El porcentaje se duplicaba con la última pregunta (si el hombre había utilizado violencia explícita para forzar la relación sexual) que llegaba tras una tanda de cuestiones que preparaban el terreno: ¿Me penetró sin preservativo sin preguntarme? ¿Trató de grabarme o hacerme fotos sin mi consentimiento? ¿Le dije que alguna práctica me hacía daño y él siguió? ¿Quise parar y me presionó para seguir? Hay una escena mítica de la serie Sí, primer ministro que explica muy bien cómo condicionar las respuestas en una encuesta. Real como la vida misma.

Una presidenta colocada en el PSOE

En definitiva, la Federación de Mujeres Jóvenes cumple con los cánones del buen chiringuito feminista que dedica la mayor parte del dinero que reciben a pagarse el sueldo. Como Roro a su novio, ellas cocinan estudios muy bien pagados al gusto del Ministerio de Igualdad, bastante cuestionables desde el punto de vista científico pero que apuntalan el relato feminista, que es de lo que se trata.

En plena polémica de los pinchazos en las discotecas (esos con los que nos dieron la matraca un verano entero sin que se demostrara jamás un solo caso), RTVE entrevistó a la presidenta de la asociación, Ada Santana, que dio con la solución: que los hombres no drogaran a las mujeres y que no las violaran. Tamaño genio de la clarividencia merecía un destino más elevado. Santana acabaría dejando la Federación de Mujeres Jóvenes al salir elegida con 25 años diputada por el PSOE. Toda una promesa, Alexandria Ocasio-Cortez en versión canaria. Menos mal que no es una telépata asesina como su versión en The Boys, la de cabezas de machirulos que podría reventar.

Nos quedamos con Roro

Si nos congratulamos de que Santana no sea una mutante homicida, también esperamos que no aplique su experiencia adquirida en chiringuitos. Corre el riesgo de acabar algún día como la ya ex directora del Instituto de la Mujer, Isabel García, que aprovechó muy bien sus seis meses en el cargo para adjudicar a la empresa que comparte con su mujer 64 contratos de puntos violeta y llevarse 250.000 euros para la causa feminista de su bolsillo.

Ya ve cómo se las gastan —y cómo gastan nuestro dinero— las lumbreras del feminismo que tanto tienen que decirle a las mujeres que ejercen su libertad de manera incorrecta. Pues está claro: preferimos a Roro, aunque se tire doce horas para hacerle a Pablo unos espaguetis.

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2 comentarios

  1. Pues a mí este personaje me tiene fascinada. Estudia, habla idiomas, va al gimnasio, tiene tiempo para cocinar platos ricos y encima pone de los nervios a todas las feministas empoderadas que no saben hacer la o con un canuto. Ojalá yo pudiera dedicar más tiempo a cocinar pero me «empoderéatope» trabajando mil horas. He sido engañada.

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