Musk nazi

La izquierda, la clásica, la woke y la de más allá, contempla espantada como el relato se les va cayendo a cachos. No entienden por qué cada vez más personas siguen a unos líderes que está claro que representan las fuerzas del mal. Y como no saben lo que es la autocrítica, a la hora de preguntarse ¿fuiste tú el culpable o lo fui yo? le señalan a usted, vil pelele, manipulado y cegado por el populismo facha, como responsable de ese error sin solución que ha convertido a fecha de hoy, mañana ya veremos, a esta derecha sin complejos en la ideología de moda de Occidente, con una vuelta a los valores tradicionales que, ironías del destino, ahora se ven como el nuevo punk.

Colapso ‘woke’: los Village People bailan con Trump

El mundo woke ya colapsó cuando Donald Trump, a pocas horas de tomar posesión, invitó a los Village People y se marcó con ellos un YMCA, su himno de campaña. ¿Cómo podía suceder? ¿No es Trump un peligro para los homosexuales? ¿Cómo podía prestarse un icono cultural gay a tamaña herejía? Solo había una posible explicación: estos maricas ya no son de los nuestros. El ínclito Bob Pop habló en la Cadena SER de un acto de «apropiación cultural de los Village People» perpetrado por los propios Village People, que en ese momento dejaron de ser parte del colectivo LGTBI para convertirse en unos señores gays, blancos (aunque dos sean negros) y privilegiados que se arriman a la ultraderecha.

Bob Pop representa muy bien el cortocircuito de esa izquierda soberbia y elitista desconectada del pueblo llano que tiene que tirar del encaje de bolillos para mantener su narrativa llena de incoherencias. También desde la SER, Àngels Barceló y Ángeles Caballero proyectaron sus deseos más húmedos asegurando que Melania Trump estaba triste en la toma de posesión de su marido porque deseaba que el francotirador no fallara la próxima vez. No está mal para ser los que se indignan contra los discursos de odio.

Trump is back

Trump juró el cargo prometiendo proteccionismo económico, lo que a España le puede venir regular, y más teniendo un presidente y un líder de la oposición que no tuvieron mejor idea que apostar por el triunfo de Kamala Harris. También ha prometido acabar con la inmigración ilegal y el wokismo, dijo que solo había dos géneros en vez de los 37 que salen en los exámenes de la Policía Nacional, y va a perforar todo lo que pille para extraer petróleo y gas natural mandando a paseo la lucha contra el cambio climático harto de ver cómo los chinos engañan al mundo como ídems.

Y para colmo, como si fuera una señal de esa era dorada que promete Trump, Playboy vuelve a publicarse después de cinco años. Si la revista no es woke y sigue apostando por las señoras en tetas, no cabe duda: los tiempos están cambiando.

Elon Musk saluda y la lía

Pero si alguien la ha liado más parda que el presidente ha sido Elon Musk, uno de sus VIP, al que la izquierda no perdona que haya devuelto la libertad de expresión a Twitter y les haya privado del placer de censurar las opiniones que no les gustan. Al final de unas declaraciones, Musk se vino arriba, se llevó la mano al pecho y levantó su brazo hacia arriba. Dos veces. «Mi corazón es para ustedes», exclamó justo después.

Si el progresismo necesitaba una prueba clara y diáfana de que con Trump llegaba el cuarto Reich, Musk, consciente o inconscientemente, se la ofreció en bandeja. Algunos lo plantearon con ambigüedad, como The New York Times: «¿Elon Musk hizo o no hizo un saludo nazi?». Pero otros lo dieron por hecho, como El Mundo: «Elon Musk hace en dos ocasiones el saludo nazi ante los seguidores de Trump», o el semanario alemán Die Zeit que tituló a lo Gertrude Stein y con la foto censurada: «Un saludo hitleriano es un saludo hitleriano es un saludo hitleriano» continuando su campaña contra el dueño de Tesla, que está apoyando sin disimulo la Alternativa para Alemania de Alice Weidel, otra nazi de manual según la izquierda y la derecha centrada, aunque sea lesbiana y esté casada con una asiática.

La ADL anti semita también es nazi

Entre los que no creen que el gesto de Musk fuera un saludo nazi está Javier Milei («nazi las pelotas», escribió con su habitual delicadeza) y una de las principales asociaciones contra el antisemitismo del mundo, la ADL, la Liga Anti-Difamación, que lo vio solo como un gesto «incómodo» de alguien que se dejó llevar por el entusiasmo: «En este momento, —escribió conciliadora ADL en un comunicado— todas las partes deberían darse un poco de gracia, quizás incluso el beneficio de la duda, y tomar un respiro. Este es un nuevo comienzo».

Pero con dos años como mínimo por delante de Trump controlando las dos cámaras y la Corte Suprema, y en plena crisis de liderazgo después del desastre Biden-Harris, el progresismo yanqui no está para conciliaciones. «Ustedes están defendiendo un saludo de Heil Hitler», les respondió indignada la demócrata Alexandria Ocasio-Cortez, sumándose a una ola de odio en redes sociales contra la Liga Anti-Difamación a la que se ha adherido, cero sorpresas, el wokismo judío y propalestino de Estados Unidos.

Musk lo goza, la izquierda explota

Mientras, Elon Musk, en su línea, se toma con humor esta polémica, que califica como el truco sucio de todos son Hitler, y se ríe de su propio algoritmo que le llena la cronología de X de memes de saludos nazis. También ha compartido ejemplos de otros políticos que hicieron gestos similares sin provocar controversia como Emmanuel Macron o la mismísima Ocasio-Cortez, algo que a la izquierda, como no podía ser menos, le da igual. Los que claman contra la desinformación y los bulos han decidido que el saludo nazi de Musk es su primera piedra en la campaña de terror que van a emprender para reactivar a sus acólitos.

Y esos acólitos, tan sensibles ahora al sesgo de las redes sociales —no se les vio el pelo cuando ese sesgo era el suyo— han demostrado ser unos soldados fieles haciendo lo mejor que saben hacer: posturear, acelerando su espantada de X.

Postureo antifascista a toda máquina

El saludo nazi que, según el periodista de El País Daniel Bernabé, hizo Musk «pulverizando todas las barreras de lo tolerable», indicó el camino de salida a Yolanda Díaz y los dos ministros de Sumar, al superprogre Gerardo TC, harto del odio de esta red social y después de escribir un tuit diciendo que Elon Musk era un «puto psicópata», y a la editorial Astiberri, que se despidió con una viñeta de Los surcos del azar sobre La Nueve (guiño, guiño).

Julia Otero también se fue tras tuitear una sentida despedida: «Me voy con la música (y la letra) a otra parte. El cielo que sea azul. Decisión definitiva por tiempo indefinido». Lo de decisión definitiva por tiempo indefinido deberá ser descifrado por las nuevas generaciones como en su momento se hizo con la piedra de Rosetta.

Una historia digna de ‘El Mundo Today’ protagonizada por ‘El Mundo Today’

Otro de los que también abandonó la red social X con toda la solemnidad requerida fue El Mundo Today, que se puso serio por una vez aunque tuvo que vérselas con El Mundo Today que volvió del pasado con un artículo para reírse de ellos: «Millones de usuarios de Twitter abandonan la red social y empiezan a dejar sus opiniones en el interior de su mente, de donde nunca debieron salir». Incapaces de escapar del estigma del surrealismo, no había pasado ni una semana cuando el director de la publicación pedía en BlueSky suscripciones y apoyo económico porque sin Twitter no le daban los números para salir adelante.

El pobre hombre escribiría poco después: «He de admitir que dijimos: «Vayámonos de Twitter ya, seremos los primeros porque se van a ir todos en cascada», pero al final no, lo que me resulta chocante». La elocuente imagen de un tipo saltando al vacío acompañaba estas palabras. Mientras sacamos las palomitas viendo si El Mundo Today vuelve o no al redil de la siniestra ultraderecha, la moraleja de esta historia resuena en nuestras cabezas: Cuidado con el posturear que te puedes estrellar.

Trump y Musk contra la izquierda española

Si la historia de los que se han ido de X por el saludo de Elon Musk es triste, no lo es menos la de los que se han quedado y han visto una gran conspiración contra ellos por criticar al multimillonario dueño de Tesla. Gabriel Rufián denunciaba haber perdido 6.000 de su casi medio millón de seguidores e Ismael Serrano hizo lo propio: 1.000 de 230.000. Está claro que hay que creerse el ombligo del mundo para luchar adecuadamente contra el fascismo.

La humorista Ane Lindane advertía en X (y no era un chiste) de este contubernio: «Estamos perdiendo muchísimos seguidores. Están quitando seguidores de las cuentas de izquierda porque quieren que nos vayamos también. Nos echan. Pues se van a joder», clamaba cual nueva Rosa Luxemburg. Un tuitero que no llegaba al centenar de followers respondió: «Seguro que un día Elon Musk se levantó y se dijo: Voy a joder a Ismael Serrano». Pues oiga, no es tan descabellado. Si Musk, entre saludo y saludo nazi, ha escuchado alguna de sus canciones no nos extrañaría nada.

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4 comentarios

  1. Pues aunque a mí puede que la llegada de Trump me afecte laboralmente, es fascinante el comportamiento de algunas personas ante este hecho. Parece que se aproxime el apocalipsis. Y ya lo de tomar los gestos de un señor con Asperger como la señal de que vuelve Hitler es para que nos venga el fin del mundo de verdad. Nos lo merecemos.

    1. No habría podido usar una palabra mejor, Merce: el sarpullido progre contra Trump y Musk es fascinante. La secuela de Trump el Destructor promete ser aún mejor que la primera parte.

  2. Cómo hemos podido llegar hasta aquí ?
    Trump amnistía a los cerdos que tomaron el Capitolio, no les suena?
    Aquí otro Trampero anmistio a otros cerdos.
    Creo que Trump es un hijo de puta y ver a ciertas vestales de la progresia de barrio sésamo hiperventilar es la única ventaja de tener a la bestia naranja de emperador del orbe.
    En cuanto a Europa ya lo decían los Ilegales en los 80, Europa ha muerto.

    1. Solo un hijo de puta arrogante y lleno de poder podría enfrentarse a cara de perro a un sistema cultural e ideológico que aplasta al disidente poniéndole la etiqueta de «mala persona». Dándole la vuelta a aquella frase, igual no es el héroe que necesitamos, pero sí puede que sea el que merecemos ahora. Un saludo, Pablo.

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