Jenni Hermoso beso

El juicio fue un espectáculo lleno de momentos surrealistas gracias a un juez que parecía salido de una sitcom , y que nos ha demostrado a los españoles que la justicia no es lenta ni escatima en recursos cuando le interesa al Estado. El esperpéntico contexto lo hemos contado en una serie de artículos que darían para un documental de Netflix que, de hecho, existe y da vergüenza ajena. Lo que empezó con el beso de un presidente eufórico y gañán del que se descojonaron todos, empezando por la propia besada, ha acabado en un circo de tres pistas montado por un sindicato, unas futbolistas con sed de venganza y un feminismo haciendo caja ideológica. Y como daño colateral, el fútbol femenino del que media España no quiere saber ya nada viendo lo bien que se presta a ser usado políticamente.

Una sentencia que al gobierno le sale rana

Con los medios entregados (observe que casi todos hablan del beso no consentido tomando partido por la versión de Jenni Hermoso), al gobierno le interesaba que este caso fuera ejemplarizante pero el primer asalto le ha salido rana, con todos los acusados absueltos menos Rubiales, que se va con el sambenito de agresor sexual pero con una condena leve. Y eso que la sentencia le da plena credibilidad al testimonio de Jenni Hermoso sobre la agresión sexual ya que —explica— no hay «contradicciones en la incriminación, inverosimilitud en su manifestación, razones de enemistad, resentimiento, venganza, deseo de beneficio económico o de otro tipo que hagan dudar de su veracidad».

Claro que no hay contradicciones ni inverosimilitudes. Por la sencilla razón de que el juez ha rechazado todo lo que pudiera dar a entender que las había. Empezando por ignorar a un perito en lectura de labios que confirmaba que Rubiales le había pedido permiso antes de besarla, lo que ya invalidaría el testimonio de la futbolista que juró y perjuró que él no le dijo nada.

Las imágenes del mundial que el juez duda que sean del mundial

Y para desestimar esas pruebas el juez ha tirado de un argumento digno de Mortadelo y Filemón: que en el vídeo de Tik Tok donde se ven las imágenes con todo detalle, usado por la defensa de Rubiales, no queda claro que pertenezca a los hechos enjuiciados, a pesar de que lo haya afirmado otro perito al que su señoría tampoco ha hecho ni puñetero caso. Que igual las imágenes son de la celebración de otro mundial del que nadie se ha enterado o una recreación filmada en un estadio con miles de extras. Si Kubrick pudo falsificar la llegada a la luna, todo es posible.

¿Y los vídeos en que ella salía riéndose del beso? ¿No demuestran alguna contradicción? Tararí. La demostrada falta de consentimiento no queda empañada por «la alegría que en todo momento muestra Jenni Hermoso con el éxito deportivo». Eso sí, a Rubiales la sentencia lo machaca por haber declarado en la vista que dijo «un besito» y no «un piquito» como había manifestado en otro momento, lo que, en este caso sí, parece ser una grave contradicción.

Jenni y Rubi se llevaban bien

Suponiendo que aceptemos pulpo como relato verosímil, quedarían las posibles razones de enemistad, resentimiento, o venganza que pudieran hacer dudar de la veracidad de la jugadora madrileña. Pues tampoco hay ninguna porque, según la sentencia, Rubiales y la futbolista se llevaban muy bien. Del ambiente tenso de guerra fría que había en la selección femenina contra los dirigentes de la federación, empezando por Rubiales y el entrenador Vilda, con quince jugadoras expulsadas y un afán de revancha al que le vino muy bien la denuncia de Jenni Hermoso, no hay ni una palabra en la sentencia. Así da gusto otorgar plena credibilidad a la denunciante.

Si a Rubiales no le ha hecho gracia quedar como un agresor sexual para los restos, las feministas tampoco se han quedado del todo contentas. No ha habido agravante por abuso de poder, no ha habido acoso y la multa es calderilla para un tipo forrado como Rubiales. Conclusión: esto es justicia patriarcal.

Así lo ha visto Olympe Abogados, un bufete de lo más dialogante que llama fascistas a cualquiera que discuta su punto de vista y que ha publicado un hilo en X criticando el fallo. Irene Montero y Victoria Rosell, sin llegar a tanto, han objetado defectos pero han aprovechado para sacar pecho por su Solo sí es sí. «Hace no tanto —se congratuló la ex ministra— era impensable que la justicia reconociese un beso no consentido como agresión sexual. El feminismo lo está cambiando todo». Si por cambiarlo todo se entiende fomentar un mundo paranoico que reniega del sentido común y exagera lo que les pasa a las mujeres convirtiendo todo lo que les incomoda en agresiones sexuales, Irene Montero tiene más razón que una santa.

La derecha liberal no se entera de nada

Mientras la izquierda se debatía entre el sí pero no, esa derecha liberal que cada día decepciona más que Ali Exprés, aplaudía un fallo judicial que consideraban modélico y equilibrado, «una sentencia de puro sentido común», como dijo Carlos Herrera en la Cope, sin darse cuenta de que dar por bueno que el pico de Rubiales sea una agresión sexual es una concesión a las feministas que, como pasó en la sentencia de Dani Alves, que también aplaudieron, augura muy malos tiempos para la presunción de inocencia masculina. Algún día tendremos que decirle a esta gente que esos sacos de boxeo antes llamados hombres también votamos, y que igual votar a un partido que celebra que pisoteen nuestros derechos no nos parece la mejor opción política.

En este sentido, en El Cascabel, de Trece TV, a pesar de que el presentador y los invitados no dejaron de aplaudir el fallo judicial, el resultado de una encuesta sobre la sentencia realizada a sus espectadores no pudo ser más elocuente: la opción Creo que es excesiva ganó con diferencia, lo cual no deja de ser llamativo en un programa en el que el público comulga siempre, y a veces literalmente como buena cadena de la Iglesia que es, con la línea editorial.

El ‘spin off’ de Mapi León

Quiso el destino caprichoso que en mitad del juicio la jugadora del Barcelona Mapi León, una de las más beligerantes con Rubiales, tocara los genitales a una rival del Español durante un partido. Un lance del juego sin trascendencia en un mundo normal (como habría sido el beso de Rubiales) pero que en esta época de cogérsela con papel de fumar o, en palabras de Irene Montero, en estos tiempos en los que el feminismo lo está cambiando todo, era otra agresión sexual. El Español lo vio «inaceptable» y la jugadora del Barça publicó un comunicado exculpándose. En un ambiente enrarecido y con las feministas mirando para otro lado, que esto no interesaba, no faltaron otras futbolistas declarando que el Barcelona presionaba para tapar el escándalo y a Mapi se le acabaron volviendo en contra sus declaraciones sobre lo de Rubiales: «Las imágenes hablan por sí solas». Las suyas también.

Pero Mapi León puede estar tranquila, A ella no le pasará nada porque es mujer. Si hubiera sido un hombre tocándole algo a una mujer ya se podría ir preparando, y si no que se lo digan al futbolista Hugo Mallo condenado por abuso sexual (que ahora sería agresión sexual) por tocarle los pechos a la mascota del Español. También nos podemos ir preparando nosotros para un nuevo y agotador capítulo del juicio de Rubiales, sea apelación o repetición, donde veremos a otro togado que quizá sí se atreva a partir en dos al ex presidente de la RFEF y haga justicia de verdad: entregándole una mitad a las feministas y otra al gobierno. Siempre y cuando, claro, el juicio del caso Supercopa no le haga picadillo antes.

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6 comentarios

  1. Pues al final ha quedado una sentencia que no ha convencido a nadie. A pesar de que algunas , como la Montero, dijeran que había sido un éxito gracias a sus leyes. Eso sí, apretando mucho los dientes porque lo que querían era verlo en la cárcel. A ver ahora que se pide repetir el juicio en qué queda la cosa. Que son capaces de repetirlo hasta que salga lo que quieren.

  2. Curiosa la diferencia de minutos y páginas acaparados en los medios entre el caso Rubiales y lo de Mapi León, que ha tenido dos días de justificaciones y equilibrismos y desapareció abruptamente de la actualidad. Ni siquiera han buscado un experto en lenguaje de signos para confirmar o desmentir si le dijo a su rival eso de: ¿Tienes picha?

    1. Hubiera sido maravilloso. Y que, llegados a juicio, el juez lo rechazara porque no tiene claro si es ese partido con esas jugadoras u otro partido con dos jugadoras que se le parecen.

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