Israel televoto

Como si fuera un déjà vu, la causa palestina, el ojito derecho del activismo de la izquierda, y el odio antisemita que suele ir asociado a lo anterior se volvieron a desatar en Eurovisión por segundo año consecutivo. Si en la anterior edición la participación de Edén Golán tuvo que desafiar boicots, manifestaciones, cambios de letras y las protestas por la guerra de Gaza, en esta edición le tocó el turno a Yuval Raphael que, para más inri, y esto repatea mucho a la izquierda que no le gusta que le recuerden las víctimas que no son suyas, es una de las supervivientes del salvaje ataque de Hamás al festival Supernova que inició el conflicto y la brutal respuesta de Israel que se toma muy en serio lo del ojo por ojo.

La artista israelí también tuvo que soportar protestas de todo tipo y escuchar abucheos durante los ensayos y en la final, en la que varios activistas palestinos, además, intentaron subir al escenario. Durante el desfile inaugural un tipo le dirigió a la artista hebrea gestos nada sutiles de degollamiento. Hay que ver lo raritos que pueden resultar a veces estos delicados defensores de los derechos humanos.

El gobierno español encabeza las protestas contra Israel

Pero a diferencia del año pasado, las protestas izquierdistas contra Israel han contado en esta ocasión con una punta de lanza inesperada: el gobierno de España a través de Radio Televisión Española, cuyo consejo de administración solicitó formalmente a la Unión Europea de Radiodifusión (UER), organizadores del tinglado, que se abriera un debate sobre la participación de Israel para atender «las preocupaciones planteadas por diversos grupos de la sociedad civil en España con respecto a la situación en Gaza».

Entiéndase por diversos grupos de la sociedad civil a Pedro Sánchez, la izquierda propalestina obsesionada con acabar con Israel y los propios integrantes del Consejo de Administración de Radio Televisión Española, plagado de activistas fieles al PSOE y a sus socios de gobierno (más cuatro convidados de piedra del PP que cobran y callan) nombrado la mañana después de la DANA de Valencia, en una sesión parlamentaria que no se quiso suspender porque se ve que controlar RTVE era más importante que pensar en los muertos. Luego, eso sí, todos contra el insensible Mazón.

Eurovisión se hace la loca

Los organizadores de Eurovisión pasaron olímpicamente de la ocurrencia de nuestra tele. Por muchos motivos, empezando porque el principal patrocinador del festival es la empresa de cosméticos israelí Moroccanoil y tal vez no sea la mejor idea echar al país de una empresa que pone mucha pasta y cuyo nombre sale presentando todas las actuaciones. Pero la negativa no hizo desistir a los consejeros de RTVE. Pedro Sánchez estaba muy interesado en volver a quedar como el presidente más propalestino de Europa, y más después del fiasco del contrato de las balas con Israel que dejó en evidencia las contradicciones de unos tipos que pedían la paz en Gaza con una mano y compraban y vendían armas al Estado genocida con la otra.

Así, la tele de todos (que no quiere decir que nos represente a todos, sino que la pagamos todos) decidió redoblar la apuesta sin pensar que se corría el riesgo de torpedear a su propia cantante, una Melody ajena a todas estas intrigas que cumplía su sueño repartiendo gracejo andaluz y cantando Esa Diva a cada oportunidad que se le presentaba. Nuestra diva podía ser valiente y poderosa, sin duda, pero se enfrentaba con algo que no estaba previsto: el capricho de un presidente obsesionado con quedar bien con la causa palestina.

Los comentaristas de RTVE se ponen la kufiya

La noche de la segunda semifinal, sin venir a cuento, los comentaristas de TVE, Julia Varela y Tony Aguilar, presentaron la actuación de Israel con la coletilla: «Este año, RTVE ha solicitado a Eurovisión un debate sobre la participación de Israel en el festival. Las víctimas de los ataques israelíes en Gaza superan ya las 50.000, entre ellas, más de 15.000 niños y niñas, según Naciones Unidas». Y aclaraban: «Esto no es una petición contra ningún país».

Israel lo pilló a la primera, y eso que aquello no iba contra ningún país, y formuló una queja oficial a los organizadores de Eurovisión que amenazaron con una multa a España si volvía a hacer política con el festival, algo que se supone que está prohibido, aunque el propio festival se lo pasara por el arco del triunfo con la expulsión de Rusia. Las redes, se puede imaginar, se llenaron de voluntarios de sofá para pagar esa multa. Con dinero público, claro. Entre ellos, un (peso) pesado de la televisión sanchista, Xabier Fortes: «Prefiero pagar una multa a ser cómplice de un genocidio», escribió en Twitter. No esperábamos menos del tipo que presentó el programa del quinto aniversario del Covid dedicándoselo a los 7.291 muertos que la izquierda le encasqueta a Ayuso.

Melody paga el pato

La amenaza de sanción a RTVE tuvo que sentarle a cuerno quemado a sus consejeros, y no digamos al gran jefe Sánchez, pero la cosa no iba a quedar ahí. Por algo cobran 125.000 euros al año. Así que el día de la final, justo antes de la emisión respondieron a la UER con un rótulo sobre fondo negro: «Frente a los derechos humanos, el silencio no es una opción. Paz y Justicia para Palestina». En español y en inglés. Lo raro es que no lo pusieran también en catalán, valenciano, euskera, gallego, bable y andaluz. El progresismo dio alaridos de placer. Qué grandes somos los españoles burlando las normas sionistas de Eurovisión.

A la televisión pública israelí le faltó tiempo para publicar ese rótulo en las redes sociales, dándolo a conocer al mundo entero. Unas horas después, Melody se estrellaba en el televoto internacional (recibió diez puntos) y el de Israel se disparaba (casi trescientos). Entre ellos, y como sucedió el año pasado, el procedente desde España que le otorgo la máxima puntuación posible. Si le echa un vistazo a las redes sociales verá que esto se debe a una conspiración digna de la de Kubrick rodando la llegada a la luna: en realidad, todo el público abucheó a Israel y su aparente éxito no es más que una manipulación del festival en la que están implicados hasta bots de la India.

Un plan sin fisuras

Pensamientos mágicos aparte, está claro que la campaña emprendida por Televisión Española había resultado ser un plan sin fisuras. Israel acabó en segunda posición tras un final de infarto que supo a victoria para los hebreos. Y en España quedó claro que el pueblo elegido despierta más simpatías de las que a la izquierda le gustaría. La perseguidora de viejecitos masturbadores Carla Galeote expresó con su habitual delicadeza ese sentir progre: «Que le jodan a Eurovisión, al televoto, a todos los países que se ponen de perfil ante un genocidio». Seguramente, en Radio Televisión Española más de uno pensaría lo mismo.

En lo propiamente musical (sic), una balada con toques operísticos le dio finalmente la victoria a Austria en otra de esas noches llena de petardadas que parecen que se copian cada año las unas a las otras y donde destacaron una canción sueca sobre saunas, tal vez en homenaje al suegro de Pedro Sánchez, un himno estonio al café expreso, una cantante que parecía la versión griega de Roro con gafas y todo, y una maciza finlandesa a la que el certamen censuró por enseñar demasiado culo y ser muy sexual. Algo parecido le pasó también a la representante maltesa cuya inocente canción Kant tuvo que cambiar su estribillo porque en inglés la palabra suena a otra cosa.

Seis millones de españoles vieron el éxito de Israel

En medio de toda la tormenta, nuestra Melody lo dio todo pero quedó de las últimas, lo cual no es tampoco una novedad para España. Volvió sin el resto de la expedición, lo que sugiere roces y tensiones con Televisión Española de las que nos enteraremos algún día. O no. Paradójicamente, fue la edición eurovisiva con más audiencia de los últimos años. La retransmisión fue vista en La 1 por seis millones de espectadores, el mejor dato desde que Chanel casi se trae a casa el micrófono de cristal, demostrando que a pesar de fracasar con la mayoría de las propuestas musicales que enviamos, el festival tiene mucho tirón entre el público, sea por morbo, pasión eurofan o masoquismo puro y duro.

Seguramente sea este éxito de audiencia lo que ha hecho que Sánchez y su tele no quieran que la cosa quede así. No les habrá hecho gracia que seis millones de personas hayan visto en vivo y en directo cómo la cuestionada Israel casi se lleva la victoria. Y, lo que es peor aún, que esos diversos grupos de la sociedad civil en España que, según los consejeros sanchistas de RTVE, movían la petición de vetar a Israel se tuvieran que tragar que el televoto patrio apoyara en masa al Estado genocida. Por eso, Televisión Española piensa pedir una auditoría a la UER para ver qué demonios ha pasado con ese televoto tan facha.

Como no se demuestre que detrás de él está el Mossad, la Hasbará o el cuñado de Netanyahu, al gobierno solo le quedará la solución de quitarle la luz a toda España provocando un nuevo apagón. Lo que sea antes de volver a ver cómo un país vota masivamente a Israel, deja con un palmo de narices al activismo propalestino del gobierno y provoca memes tan sangrantes como el del PP culpando a Pedro Sánchez del fracaso de Melody. La izquierda ha salido en tromba recordando que con Rajoy se cosecharon también rotundos fracasos (aunque ni él ni ningún otro presidente jugaron a a hacer política con Eurovisión). Lo cierto es que España solo ha ganado en la prehistoria del certamen, en 1968 y 1969, sin duda unas bonitas efemérides para recordar ahora que están con el 50 aniversario de la muerte de Franco.

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6 comentarios

  1. Esto de Eurovisión se está convirtiendo ya en una saga. Pues después de esta nueva polémica, con el gobierno aprovechando para ir contra Israel, con gente que hace dos meses adoraba la canción y ahora dice que es una mierda y todo el mundo haciendo conjeturas, incluso ya poniéndola de poco profesional, yo necesito que salga ella y hable. Que seguramente por contrato hay mucho que no pueda decir pero sería maravilloso que se desmelenara y echara sapos y culebras por la boca. Habrá que esperar.

    1. No creo que tengamos esa suerte pero sería muy divertido. Lo mejor es ver cómo despotrican de la canción de Melody los que tanto la aplaudían y verles decir ahora que nunca les gustó. Lo que sea antes que reconocer que la campaña del gobierno contra Israel puede habernos penalizado.

  2. ¿RTVE quiere hacer una auditoría a la UER por lo del televoto? Hablamos de la RTVE que organizó impecablemente sus ultimas oposiciones, no?
    Por otra parte, ¿en qué momento pasó Eurovisión de ser un concurso propicio para la fiesta, el friquismo y el cachondeo que pocos veían a convertirse en un asunto de estado?

    1. RTVE está llegando a unos niveles dignos de la Radio Televisión Espantosa de Rosa María Mateo. Está claro que aquello no fue un lapsus: fue una profecía autocumplida.

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