ultraizquierda

Hace un mes el Tribunal Supremo confirmó las condenas de un año de cárcel a Eduardo Clavero y Alberto Gonzalo, cantantes de las bandas de rock Batallón de castigo y Más que palabras, por un delito de odio tipificado en el Código Penal. Se les condenó porque sus canciones contenían mensajes xenófobos, violentos y hacían apología del fascismo. Solo hay que hacer un ejercicio de extrapolación para comprobar que la que se ha montado por Pablo Hasél no tiene que ver con la libertad de expresión y sí con la ideología de una izquierda que se siente moralmente superior. Cierre los ojos e imagine por un momento una realidad alternativa: los dos cantantes neonazis son encarcelados y, como ha sucedido por Hasél, las calles se llenan de manifestantes exigiendo su libertad y grupos radicales causan destrozos, enfrentándose a la policía, destrozando el mobiliario urbano y saqueando comercios.

Ada Colau les comprende

La alcaldesa de Barcelona empatiza con los manifestantes y comprende las razones del malestar por el encarcelamiento de los artistas y, aunque condena los actos violentos, pide que no se criminalice el legítimo derecho de protesta. Considera que es urgente modificar los delitos de opinión para garantizar la libertad de expresión. Ella también fue cantante y entiende perfectamente la situación.

200 artistas firman un manifiesto por la libertad creativa e ideológica

Más de 200 personalidades de la cultura, encabezadas por Almodóvar, Bardem e Ismael Serrano sienten una gran indignación y solicitan la libertad de los músicos de extrema derecha. En un contundente manifiesto exigen sus indultos. “Si dejamos que sean encarcelados, mañana pueden ir a por cualquiera de nosotros”, aseguran. Consideran que se deben expulsar del Código Penal “este tipo de delitos que no hacen sino cercenar el derecho, no solo de libertad de expresión, sino de libertad ideológica y artística”.

Podemos quiere suavizar los delitos de opinión

Unidas Podemos pide urgentemente modificar la ley para suavizar los delitos de opinión y que casos como estos no vuelvan a repetirse. El portavoz del partido, Pablo Echenique, escribe un apasionado tuit en el que, en que en el momento álgido de las protestas, anima a los jóvenes neonazis a seguir manifestándose por la libertad de expresión. El tuit es un éxito y lo retuitea hasta su ex asistente sin Seguridad Social.

Amnistía Internacional recoge firmas por la libertad de expresión

“Nadie debería ser condenado penalmente por tuitear o cantar algo, por muy desagradable o escandaloso que a alguien le parezca, si no constituye un delito de odio”, comienza la petición de firmas de Amnistía Internacional a favor de la libertad de expresión. Que sí, que Batallón de castigo canta cosas como Skinhead nacionalista siempre leales siempre fascistas o Nos quitais nuestro trabajo/Para dárselo a extranjeros/Sangre y fuego os mereceis/Putos demócratas de mierda... pero son solo canciones que expresan un descontento social. Como todos sabemos, odio es lo que se dice y no nos gusta. Y lo que nos gusta lo enmarcamos en la libertad de expresión.

TV3 abre su informativo infantil con la condena

El informativo infantil de la televisión autonómica catalana arranca con la noticia de la condena de los artistas por sus letras polémicas. El noticiero les explica a los niños que “en ningún país europeo encarcelan a los artistas por decir lo que piensan en las letras de sus canciones”, mientras detrás de la presentadora se ve un simpático dibujo de los cantantes ultras condenados.

El País descubre el lado humano de la violencia callejera

El País, ese gran periódico que no hace más que provocar admiración en las redes por su compromiso social, publica un reportaje en el que se entrevista a una decena de los chicos que provocan altercados. Se ve que son buena gente que no encuentra el rumbo ante una situación social complicada y que sufre por su futuro. Los disturbios son su manera de protestar contra un sistema injusto: “Hay rabia y un cúmulo de problemas”. Pobrecillos, si es que hay que entender a estas ovejas nacionalsocialistas descarriadas.

Los jóvenes solo quieren hacerse escuchar

Sergi Picazo, otro periodista de gran sensibilidad, va más allá y se pregunta por qué estos jóvenes recurren a la violencia. Cita al gran sociólogo y ministro de Universidades Manuel Castells, al que apenas se le ve del trabajo que tiene: en nuestras sociedades —explica Castell— las críticas políticas más radicales desaparecen de los medios de comunicación, por tanto para que esta juventud pueda ser escuchada, generan noticias con un estallido de violencia en la calle para que el poder los escuche. Llamar la atención quemando contenedores. ¿Quién no lo ha hecho alguna vez en su vida?

Una desproporcionada respuesta policial

Políticos y medios están indignados ante la respuesta policial por los incidentes en las calles. Una cosa es que los jóvenes ultras actúen violentamente, otra que la policía devuelva los ataques. Hasta ahí podíamos llegar. “Todos los contenedores de Barcelona no valen nada al lado de la destrucción del globo ocular de una ciudadana”, expresa con profundo sentimiento un ciudadano en Twitter.

De vuelta al mundo real…

Se acabó el ejercicio de imaginación, volvamos a la realidad. Nadie se acuerda de Batallón de castigo y Más que palabras. Las calles siguen tomadas por jóvenes violentos, pero son radicales de izquierda. Y la España progresista sigue sufriendo por lo que le ha pasado a un rapero condenado por tuitear y hacer rimas sobre lo buenos que eran ETA y los GRAPO y lo bien que les irían bombas, tiros en la nuca y piolets en la cabeza a los políticos, jueces y policías de este Estado fascista.

Todas las declaraciones que acaba de leer a lo largo del artículo son reales pero, como se habrá imaginado, motivadas por el affaire Hasél. ¿Cómo habría reaccionado realmente el progresismo si esto se debiera a la condena judicial de las dos bandas de rock de ultraderecha?

Ada Colau habría pedido entre lágrimas no ceder ante el fascismo que ha tomado las calles. Del manifiesto de Almodóvar y la campaña de Amnistía Internacional pidiendo libertad creativa e ideológica olvídese. El informativo infantil de Tv3 contaría que los fascistas (y el Rey) se comen a los niños. Podemos exigiría reforzar la ley para que los delitos de odio fueran castigados con mayor dureza. El tuit de Echenique celebraría la actuación de la policía para defender la democracia y aprovecharía para pedir la ilegalización de Vox. Y como una de las agentes atacadas ha sido una mujer, Irene Montero diría que se trata de un caso claro de cómo la ultraderecha ejerce violencia machista.

Obviamente, olvídese también de artículos que blanquearan a los violentos. En su lugar se hablaría de la herencia de la dictadura y de familias que educan en el supremacismo blanco. Y el tipo que dijo que ni todos los contenedores justificaban que una ciudadana perdiera un ojo brindaría con champán, que una nazi tuerta es una nazi tuerta.

Y tenga claro que a nadie se le ocurriría hablar del derecho a la libertad de expresión de los músicos. En su lugar habría pictolines de la paradoja de Popper hasta en la sopa, y tertulias diarias en la tele sobre los delitos de odio, por supuesto, tan inadmisibles como los de apología del franquismo.

Más claro, agua. Ya lo decía Campoamor: en este mundo traidor de Estados fascistas nada es verdad y nada es mentira, todo es según el color del cristal con el que la izquierda mira.

4 comentarios

  1. Sería hasta gracioso si no fuera por lo real que es. Si hubiera sido así, nada de defender la libertad de expresión. Eso parece que solo valga para una parte de la sociedad. Ya se sabe, la doble vara de medir. Muy buen artículo, por cierto. ?

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