Quién iba a suponer que el festival de Eurovisión y su previa de Aliexpress, el Benidorm Fest, iban a ser epicentro de las batallas culturales y munición para Kaplan contra la censura. Sucedió hace dos años con Chanel, su SloMo y su culo y se ha repetido este año con el dúo alicantino Nebulossa y Zorra. Quizá es una señal del destino: la intensidad con la que batallamos por el relato ideológico no esconde que a veces el telón de fondo es tan absurdo y pedestre como la naturaleza humana o ese festival amañado de televisiones de Europa donde participan Australia e Israel, y que millones de enajenados viven con un entusiasmo que se escapa a la razón, como pasa con el fútbol, el feminismo o las películas de Zack Snyder.
El mismo día en que RTVE abría su Telediario con el juicio por violación a Dani Alves dando a entender que gracias a la maravillosa Ley del Solo sí es sí por fin se podía juzgar en España a un presunto violador, el boletín oficial del Sanchismo recogía las declaraciones del presidente del gobierno en otro boletín oficial del Sanchismo, La Sexta, de lo más feliz porque RTVE eligiera la canción Zorra para representarnos en Eurovisión: «A mí me parece que el feminismo no solamente es justo sino que es divertido», aseguró ufano y sonriente, aunque —continuó— «a la fachosfera le habría gustado más el Cara el sol».
Y, efectivamente, tenía razón: al final está resultando todo de lo más divertido. Siempre lo es sacar las palomitas y ver a las diferentes facciones del feminismo convirtiendo la sororidad en la franja de Gaza.
Empoderando a golpe de zorra y de cambios en la letra
Zorra es una canción perfecta para nuestros tiempos de wokismo. En principio, era un tema de superación personal cuya primera versión fue modificada —queremos pensar que por los propios autores y sin que nadie se lo sugiriera— para adaptarla a lo que se espera de un himno feminista, introduciendo en la letra el empoderamiento y cambiando el estribillo para hacerlo más liberador y quitando una parte en la que decía «Ya no soy tu zorra».
Por mucho que quedara la tercera en Eurovisión, la muy politizada RTVE aún estaba escocida por haber enviado a la buenorra de Chanel y su canción de ambiguo mensaje en vez de a Rigoberta Bandini y su propuesta feminista sobre tetas empoderadas. Por eso vio el cielo abierto con este Ay, Mamá 2.0 y convirtió a Zorra en su favorita del Benidorm Fest que ganó en el jurado y en el televoto con una actuación justita en lo artístico y algo estrafalaria en lo escénico. Aunque, visto lo visto en esa chorrada inmensa en que se ha convertido Eurovisión, tampoco desentona con algunas propuestas que a veces dan la campanada y otras se convierten en el hazmerreír de las redes sociales.
Tras la victoria de Nebulossa, la televisión pública explicó que la canción que nos representará en el festival busca «apropiarse de un insulto machista para reconvertirlo en un símbolo del empoderamiento femenino». María Bas, la vocalista del grupo, reforzó la idea al señalar que «hemos resignificado la palabra zorra» y «llevaremos este mensaje hasta el final».
Zorra, una victoria de la igualdad
Gran parte de la prensa, que suele poner el piloto automático del baboseo con el feminismo, aplaudió como focas y nos llenó de artículos para explicarnos lo liberador que puede llegar a ser llamar zorras a las mujeres. «Zorra o la conquista del lenguaje como victoria de la igualdad» titula el editorial de El Español de Pedro J. Ramírez, que seguro que guarda grandes recuerdos de cierta zorra empoderada de Guinea Ecuatorial llamada Exuperancia.
Pero un párrafo del propio editorial de El Español ya nos indica que algo no va bien con la resignificación: «La gran acogida entre el público, y los coros de «¡zorra!» (en un sentido evidentemente satírico) ofrece un buen termómetro de cómo ha cambiado para bien la sociedad española». Que sí, que la sociedad habrá cambiado para bien pero el editorial tiene que aclarar que gritar «¡zorra!» a la cantante va en sentido satírico.
Entre (acepciones de) zorras anda el juego
Y eso es lo que pasa con la canción. Que una cosa es que usted cante «zorra» en el sentido antipatriarcal flower power que le dé la gana y otra que yo siga entendiendo el uso tradicional de la palabra y sus connotaciones usuales, entre ellas uno de los insultos más sonoros de la lengua castellana. La acepción habitual de «zorra» es la que es, y aunque haya zorras estupendas también las hay muy malas sean o no zorras en el sentido sexual o taimado del término. Y no solo para los hombres, que las mujeres —¡santa sororidad!— se lo llaman también cuando alguna le hace una faena a otra o le intenta quitar a su pareja.
Estaba claro que en la cabeza de algunos el mensaje sonaría estupendo pero lo cierto es que se corría el riesgo de que la resignificación y el empoderamiento quedara, nunca mejor dicho, hecho unos zorros.
La fachosfera es feminista
Y así lo ha visto, con su peculiar perspectiva de género, un sector del feminismo, el TERF, según ellos el único feminismo verdadero, ese que ya estaba en guerra abierta con la ley trans y que se la tenía jurada a RTVE por la elección de Chanel. Como todo feminismo, quiere que las mujeres sean solo como ellos predican. Y quieren abolir la prostitución por lo que solo les faltaba una canción en la que no deje de sonar la palabra «zorra». Solo hay que echar un vistazo a las redes sociales para ver que esta zorrería no les ha hecho mucha gracia:
«Los medios tildan el mensaje de la canción de «empoderante». Dicen los medios que la misoginia y la zafiedad son empoderantes» (Alianza Contra el Borrado de las Mujeres).
«Para validar los deseos de algunos hombres, en nombre del feminismo y la libertad se aprueban leyes misóginas como la ley trans y se celebran canciones que tras una apariencia progresista lo que hacen es denigrar a las mujeres (…) El patriarcado 2.0 fabricando putas a escala industrial con el beneplácito de RTVE» (Feministas de Catalunya).
«La palabra zorra forma parte del arsenal básico del menosprecio a la mujer y del control sobre nuestras libertades fundamentales, especialmente la libertad sexual. Esta reiteración intensiva del insulto convierte toda la composición en vehículo de la misoginia» (Movimiento Feminista de Madrid).
En el vídeo musical de Zorra, las mujeres se desmelenan y bailan mientras los señoros se escandalizan, pero parece ser que en la vida real se han escandalizado más mujeres feministas que hombres machistas. Y no es que le queramos llevar la contraria a todo un presidente del gobierno, pero esta fachosfera feminista no da la impresión de cantar a diario el Cara el sol. En fin, qué sabremos nosotros, pobres blogueros.
El feminismo LGTB sí se entusiasma
En el otro lado del ring se encuentra el Ministerio de Igualdad —la canción «representa muy bien a España», según la ministra, que no sabemos si lo dice en serio o con recochineo— y el feminismo LGTBI, el otro único feminismo verdadero, que suele tener la piel muy sensible ante el más mínimo comentario que consideren lgtbifóbico pero al que las mamarrachadas y las groserías, cuando las dicen ellos, les hacen mucha gracia, por lo que están encantados con tanta zorra suelta:
«Es un himno sobre la libertad sexual de las mujeres, especialmente de las mayores, que resuena con todo el colectivo LGTBI+ que ya la hemos hecho nuestra» (Federación Estatal LGTBI+).
«Me parece un himno de libertad y de empoderamiento para todas las mujeres, pero con un guiño especial que ha hecho a las mujeres trans» (Federación Plataforma Trans).
Manu Tenorio y Elsa López, los líderes de la fachosfera
Son los/las/les talibanes de este grupo los que se están encargando de contestar a los que critican la canción, y lo hacen con el ruido y la furia habitual de las redes sociales. La guerra TERF-LGTBI vive un nuevo y apasionante episodio del que no se salva nadie. Que se lo digan al cantante Manu Tenorio que se le ocurrió calificar de «soez» la canción y lleva dos días recibiendo la magia de Twitter.
O a la poeta Elsa López que ha visto como sus cincuenta años de militancia progresista y feminista no le han servido para evitar que el digital Canarias Ahora (asociado a eldiario.es) le haya censurado su artículo «No. Yo no soy una zorra» por escribir que la canción de marras es «basura musical y literaria», «una bazofia», «un tiro en la nuca al sentido común» y el festival una «parodia nefasta de una sociedad enferma».
Tras la censura del digital que dirige la pareja de la ex delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell, la escritora ha manifestado: «Jamás en mi vida me había pasado algo así y mira que yo he escrito… contra el Gobierno, la Monarquía…». Ay, Elsa, es lo que pasa por formar parte de la fachosfera.
Los fachas no cumplen el guion
La otra fachosfera, la que Sánchez tiene en la cabeza, también se ha manifestado pero, para disgusto suyo y salvo exabruptos puntuales, no con la indignación franquista que le habría gustado. José Manuel Soto tira de sarcasmo y cree que Zorra «es un acierto, expresa muy bien lo que somos hoy en día» y Susanna Griso, en la línea del feminismo TERF, teme que se abra «la veda para que los niños canten Zorra y llamen zorra a su compañera de clase», mientras que Federico Jiménez Losantos lo ha definido como un «karaoke del Imserso», que los más ofendiditos pueden ver como un edadismo de lo más nazi.
Y aunque algunos se han mosqueado porque enviemos a Eurovisión una canción que no es precisamente (I Can’t Get No) Satisfaction, muchos pasan del tema y creen que España tiene cosas más importantes de las que preocuparse. Curiosamente, entre los fascistas de la fachosfera que consideran «que te llamen zorra no te da poder» se encuentran dos ex diputadas socialistas como Ángeles Álvarez y la ex portavoz parlamentaria Laura Berja que seguro que se guardarían su opinión si aún estuvieran a las órdenes de Sánchez.
En el colmo de la fachosfera, el vicepresidente primero y conseller de Cultura de la Comunidad Valenciana, el voxero Vicente Barrera, ha deseado suerte a sus paisanos de Nebulossa y asegura que no entra «a valorar ninguna creación artística». Muy mal, Barrera, demostrando sensatez no vas a salir mucho en este blog.
Recordando a Las Vulpes
Mientras RTVE intenta silenciar la polémica feminista con Zorra —el Instituto de las Mujeres ha recibido en pocos días 300 quejas— y presentarla como el éxito que arrasará en Eurovisión, ha rescatado otra controversia zorreril de hace 40 años, sacando pecho de cómo han cambiado las cosas en España, gracias a los socialistas se entiende.
En 1983, Las Vulpes, un desconocido grupo punk formado solo por chicas cantaron en el programa Caja de ritmos de la entonces Primera Cadena de TVE Me gusta ser una zorra, un tema de lo más destroyer para la época que acabó provocando un sonado escándalo. ABC publicó la ofensiva letra de la canción, a raíz de la indignación conservadora se presentó una querella contra el director del programa, Carlos Tena, y las autoras de la canción, y se inició una guerra entre El País y ABC. El primero defendiendo la libertad de expresión y el segundo criticando al primero porque, según ellos, no tenían nada contra la libertad de expresión sino contra la emisión de Me gusta ser una zorra en horario infantil. Aunque los acusados fueron absueltos, el programa se canceló, Carlos Tena fue despedido y a las pobres Vulpes se les quitaron las ganas de seguir cantando.
Entre los más encarnizados defensores de Las Vulpes estaba Fernando Savater que desde las páginas del entonces «diario independiente de la mañana» publicó un brillante artículo: «La zorra y los bustos». Quién le iba a decir que cuatro décadas más tarde su feminista El País iba a despedirle sin miramientos por machirulo y facha.
‘Me gusta ser una zorra’ se come a ‘Zorra’
Cuando comparamos las dos canciones que RTVE tiene a bien recordarnos para que veamos lo mucho que hemos mejorado como sociedad, vemos que si bien no cualquier tiempo pasado fue mejor tampoco cualquier tiempo presente lo es, por mucho que el Ente Público llegue a decir que ahora mandamos Nebulossa a Eurovisión «para vengar a Las Vulpes».
En realidad, no hemos avanzado tanto. Para empezar, Me gusta ser una zorra no habría podido ir a Eurovisión en 2024 (bastante es que las normas eurovisivas dejen ir a Nebulossa). Y por otra parte, Zorra no tiene poder para vengar al cuarteto vasco porque a su lado es una mariconada de canción, por usar otra palabra de esas que tanto les gusta resignificar a algunos.
Mucha zorra pero poco sexo
La provocación casi kamikaze de Las Vulpes puede parecer naif pero también es anárquica, individualista, antisistema, un carpe diem sexual y egoísta que se desborda en una letra en la que hasta Lou Reed recibe un pico en la polla. Zorra en cambio es un tema calculado al milímetro para convertirse en himno con un mensaje político fomentado desde el gobierno y el feminismo más institucional. Y aunque repite cuarenta y cinco veces la palabra «zorra» no hay una sola referencia a la sexualidad femenina. Es un tema musical asexuado, profundamente timorato al lado de frases como:
Prefiero masturbarme, yo sola en mi cama,
Antes que acostarme con quien me hable del mañana.
Prefiero joder con ejecutivos,
Que te dan la pasta y luego vas al olvido.
Tanto Las Vulpes como Nebulossa cantan sobre la libertad de mujeres como ellas, pero unas rompieron a gritos con todos los moldes de su época y el dúo alicantino pretende ir de transgresor dentro del molde de una ideología instalada en el poder que no tiene nada de transgresora. Aquellas zorras lo eran más que estas. Y con más sentido.
¡Zorras, zorras, zorras!
En cualquier caso, no queremos que nuestro presidente nos llame fachas de la fachosfera, así que no nos quedará más remedio que sumarnos y botar con el nuevo himno. Caminemos francamente, y nosotros los primeros, por la senda de la deconstrucción masculina. Aunque, como estamos educados en el Patriarcado y nos da corte dirigirnos de forma tan cánida a todas las mujeres, llamaremos de momento solo así a las feministas. ¡Zorras, zorras, zorras de postal!
Pues oiga, sí que desahoga esto. No hay nada como contribuir al empoderamiento. Gracias, RTVE. Gracias, Pedro Sánchez.
Que la canción me parece una mamarrachada y de nivel discutible, sí. Que con lo que se lleva últimamente a Eurovisión puede que hasta no nos vaya tan mal, también. Que lo voy a ver enterito haciendo «podcast» en tiempo real, por supuestísimo.????????????
Eurovisión es un guilty pleasure para mucha gente, no se preocupe. Yo más de una vez me he sorprendido mirándolo absorto sin poder reaccionar. Además, este año tiene el morbo añadido de ver si se la lían a la actuación israelí xD
Los acontecimientos se suceden sin solución de continuidad y no le permiten tomarse un respiro, sr Kaplan…
Y usted que creía que iba a empezar el año tranquilo …
¿Ha visto? Vamos a un ritmo frenético en una espiral de surrealismo que parece no tener fin.