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En la considerada por algunos como la mejor serie del año, hasta que llegue la siguiente mejor serie del año (¿quién se acuerda ya de El juego del calamar?), un chaval de trece años asesina a una compañera de clase que se reía de él llamándolo incel. En el primer capítulo asistimos a la detención del crío. El segundo se centra en la investigación en el instituto. El tercero es una sesión con una psicóloga y en el cuarto vemos las consecuencias en la familia. Todo rodado en cuatro sofisticados planos secuencia de una hora cada uno que, realmente, no es que sean necesarios pero deslumbran y crean tensión en el espectador, que es de lo que se trata.

Niños que se vuelven asesinos en Internet

Es fácil entender el impacto que ha tenido Adolescencia entre los padres porque apunta a su miedo ante el desconocimiento de lo que hacen sus retoños en Internet. La tesis de la serie es que los hijos (varones) se radicalizan delante de las pantallas y se vuelven unos misóginos capaces de matar. Si los padres ya se agobian porque no saben qué hacen los críos encerrados tanto tiempo en sus habitaciones, imagine el estado de pánico en el que pueden entrar si creen que se van a convertir en Ted Bundy por culpa del machismo en línea.

Según sus creadores, Adolescencia no está basada en un crimen concreto sino en diversas noticias sobre chicos jóvenes implicados en delitos con arma blanca en el Reino Unido. «Hubo un incidente en el que un niño apuñaló a una niña», ha explicado el coautor de la serie, Stephen Graham. «¿Qué está pasando? ¿Qué está pasando en la sociedad donde un niño apuñala a una niña hasta la muerte? ¿Cuál es el incidente que lo incita? Y luego volvió a suceder, y volvió a suceder, y volvió a suceder. Realmente solo quería arrojar luz sobre el asunto y preguntar: ¿Por qué está sucediendo esto hoy? ¿Qué está pasando? ¿Cómo hemos llegado a esto?»

El problema es la rabia masculina

Y la respuesta a esas preguntas es, citando a los autores de la serie, una por encima de todas: «la rabia masculina». Por eso Adolescencia está llena de hombres furiosos. El niño asesino, aparte de ser un manipulador emocional que ríase usted de Rasputín, sufre continuos ataques de ira. Su padre es también un tipo al que le cuesta controlar la rabia, que sufrió violencia física de su padre y que ha fracasado intentando hacer un hombre de su hijo. La hermana, en cambio, es una adolescente sensata y con la cabeza bien amueblada que les ha salido bien. La madre también aporta calma a una familia en la que los problemáticos son sus machirulos.

La cuestión es que eso de la rabia masculina como impulsora de los asesinatos juveniles en Reino Unido está muy cogido por los pelos. Adolescencia, hay que recordarlo, es un producto de ficción y nada de lo que se describe ha pasado, al menos como se cuenta en la serie y aún menos por los motivos que se cuentan en la serie.

El problema de los adolescentes en Gran Bretaña

Stephen Graham tiene motivos para asustarse viendo las noticias. Gran Bretaña sufre uno de los índices de ataques con cuchillos entre adolescentes más altos de Europa. Entre 2012 y 2022 el número de infracciones cometidas por menores con arma blanca se disparó un 20% y Londres ostenta el récord de homicidios de adolescentes cometidos por adolescentes.

Pero a diferencia de lo que asegura el guionista de Adolescencia, los apuñalamientos no son solo de chicos a chicas, sino en su mayoría de chicos a chicos, y a veces con participación femenina. Los expertos llevan años devanándose los sesos para conocer las causas de esta situación y suelen apuntar a la precariedad económica, al descuido de la salud mental juvenil, a un sistema educativo colapsado, a los problemas derivados del confinamiento por el Covid o a las tensiones de la multiculturalidad, algo que un progresista no reconocería ni aunque le clavaran palillos debajo de las uñas. Un cóctel explosivo de factores en el que lo de menos parecen ser las charlas del tarado de Andrew Tate o de la comunidad incel que bastante tiene con lo suyo.

Las inspiraciones de ‘Adolescencia’

Solo hay que mirar algunos de los últimos crímenes con arma blanca en el Reino Unido, los que supuestamente inspiraron Adolescencia, concebida a finales de 2023 y rodada entre julio y octubre de 2024, para ver cómo se han columpiado sus autores para parir su invento contra la masculinidad tóxica.

El primero de todos, y es muy probable que Stephen Graham lo tuviera en mente al escribir su historia, es el de Hassan Sentamu, que apuñaló hasta la muerte en setiembre de 2023 a Elianne Andam por una discusión banal entre él y su ex novia, amiga de la asesinada. Ya de entrada Sentamu no era ningún incel pero es que, además, Netflix, tan tiquismiquis con estas cosas, no tuvo ningún problema para que Sentamu, un chico negro, se transmutara en blanco en la ficción televisiva. Qué le vamos a hacer, los caminos de la inclusión y la diversidad son inescrutables.

En noviembre de 2023, dos niños de 12 años asesinaron con un machete a otro de 19. Un mes más tarde se conoció la sentencia por la que dos adolescentes de 15 años, un chico y una chica, fueron condenados a más de veinte años de prisión por apuñalar hasta la muerte a una joven trans. En enero de 2024, suma y sigue, dos chicos adolescentes fueron apuñalados y asesinados en un autobús. En este caso por otro menor y un adulto.

A dos meses de comenzar la filmación, en mayo de 2024, tres adolescentes fueron condenados por matar a otro con un cuchillo zombie. Mientras se rodaba la serie tuvo lugar el famoso homicidio de tres niñas en Southport a manos de un joven descendiente de padres ruandeses y obsesionado con la violencia extrema y el asesinato. Una señal de alarma andante a la que ninguna autoridad dio importancia. Finalmente, en noviembre de 2024, la serie se estrenó en marzo de 2025, tuvo lugar el apuñalamiento de otra niña de 13 años. Detuvieron a seis menores sospechosos, cuatro chicos y dos chicas.

Que Reino Unido tiene un problemón con sus menores está claro. Que ese problema se deba a la rabia masculina no tanto, por mucho que Stephen Graham, que además de guionista interpreta al padre del chico asesino, se abrace al osito de peluche de su hijo al final de Adolescencia tras quince de los minutos más cursis y lacrimógenos de la historia reciente de la televisión.

Netflix pone la serie, el feminismo la guerra

Pero como de lo que se trata es de la propaganda, como diría Hearst, Netflix ha puesto la serie y el feminismo ya se ha encargado de poner la guerra. Los hombres que no quieren saber nada de la supuesta igualdad cada vez son más y de ahí la necesidad de combatirlos sin piedad. Representarlos en una difusa y oscura comunidad llamada manosfera viene muy bien porque en ese cajón de sastre cabe cualquier cosa, todo ultraderecha por supuesto: desde los auténticos perturbados hasta los nuevos gurús del culto al cuerpo y el lujo capitalista, pasando por los expertos en enseñar a ligar, documentales incomodísimos para el feminismo como The Red Pill o La paradoja de la igualdad, los influencers críticos con las políticas de género y esos célibes involuntarios que el feminismo considera unos odiadores natos de mujeres.

Entre los muchos y oportunistas artículos contra la manosfera aprovechando el éxito de la serie de Netflix, nos quedamos con tres: «Mi hijo adolescente se ha convertido en un bro de la manosfera, ¿qué puedo hacer?», un estremecedor documento de El diario.es, «Las caras de la manosfera: ¿es solo un movimiento de hombres machistas?», de La Vanguardia, con la aparición estelar de Un Tío Blanco Hetero presentado como uno de los elementos más tóxicos de España (aunque como incel sea algo raro y más ahora que acaba de tener un hijo con su pareja), y «La culpa no es de la manosfera, la culpa es de tu padre», una joya de Cristina Fallarás a la que criticar la manosfera se le queda corto. Aquí el problema es de los padres que no llevan a sus hijos a las manis del 8M, y así no hay manera, oiga.

La culpa siempre es de los hombres

Por supuesto, el problema de que haya una comunidad de furiosos hombres blancos que odie el feminismo no tiene nada que ver con que este se haya olvidado de sus problemas como el fracaso escolar, el suicidio, la siniestrabilidad laboral o las personas sin techo, convertido para más cachondeo en un problema de mujeres. Y si los hombres tienen problemas, la culpa será siempre del machismo y de su masculinidad tóxica, como se encargan de recordar series como Adolescencia o las charlas adoctrinadoras en los colegios a las que los chicos son cada vez menos receptivos. Les echan la culpa de todo, las mujeres son seres de luz y encima van los tíos y se rebotan. Menudo misterio más misterioso.

Ejemplos de esta deriva incomprensible hay para aburrir. El coordinador de Equimundo, el Centro para Masculinidades y Justicia Social que, efectivamente, suena a lo que es: una asociación de aliades, se queja de que los chicos ni le escuchan. Y a Pamela Palenciano se le levantan y se van cuando les habla de que las mujeres no agreden sino que solo se defienden del machismo. La culpa, está claro, es de la manosfera y del odio ante los avances feministas. El feminismo ni se plantea que pueda estar haciendo algo mal, tan pendiente como está de la paja misógina en el ojo ajeno pero nunca de la viga misándrica en el propio.

Mucha manosfera, pero de la charosfera, ¿qué?

A pesar de las miles de páginas y horas de debate sobre la peligrosa manosfera en la que seguramente también nos incluirían a nosotros, no hay series ni artículos sobre esa charosfera llena de odio hacia los hombres, que los ven como potenciales violadores, niega que puedan ser maltratados, se ríe de sus problemas, se burla llamándolos incels y jalea chistes sobre su castración, como hemos visto hacer a la pizpireta Henar Álvarez, que prospera que da gusto y que ya está en Televisión Española.

Jack Thorne, el otro creador de Adolescencia, ha dicho en una entrevista que se asomó a la manosfera y que lo que encontró le aterró. Pues si se llega a asomar a las simas feminazis o al Instagram de la Fallarás se caga en los pantalones. Pero de eso Netflix no va a hacer ninguna serie. Es más probable que haga una secuela de Adolescencia basada en los cánticos del Elías Ahuja protagonizada, de nuevo, por un montón de misóginos y rabiosos incels blancos.

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4 comentarios

  1. Pues la vi porque era la mejor serie de la historia del mes y sinceramente no me pareció para tanto. Sí, mucho plano secuencia y todo lo que quieran pero nada más. El primer capítulo, vale. El último no me interesó absolutamente nada. Me desconectó de la historia. ¿Y esto lo quieren poner en los institutos? Pues no creo que sirva de mucho, creo que está más enfocada para padres que para hijos.

  2. ¿De donde ha salido ese término de «manosfera». Curiosidad, sólo.
    Y yo que pensaba que estaba viendo una serie de un cabronazo psicópata de trece años… Muy bien en lo formal, lo del plano secuencia no debe ser fácil, pero perdón, el famoso tercer capítulo me pareció un truño. Creo que algún rato me dormí y me perdí la explicación del porqué: la masculinidad y el padre son los verdaderos culpables.
    Parece que la cosa de internet y las redes solo afectan a los chicos, claro. Cualquiera que tenga un hijo de es edad y haya podido acceder mínimamente a sus redes puede ver lo crueles que pueden ser sin distinción de sexo o cualquier otra condición. Pero si hay que buscar un responsable ya lo tenemos: el padre y su educación heteropatriarcal. Las madres debe ser que no participan en su educación o si lo hacen son solo responsables de lo bueno.

    1. El tema está de rabiosa actualidad. ¿Ha visto lo del violador del portal? «Era un hippie republicano que se volvió un incel tras la pandemia», titula un supuesto reportaje de investigación de El Español que dice que compartía vídeos de Wolf Street Wolverine o UTBH. Leyre Khyal, que se ve que aún no ha superado a Sergio, habla de que hay violadores entre los cientos de miles de seguidores de UTBH y, como el meme de la que echa mierda en Internet y se la devuelven, se queja de odio porque le responden. Mientras, en la otra trinchera hay gente que se fija en el pasado izquierdista de este tarado para vincularlo con Podemos. Esta secuela de Adolescencia es aún mejor que la original. Que hagan una serie ya. Pero sin planos secuencia, por favor.

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