Jenny Hermoso mentirosa

Desde el beso de Judas no ha habido otro que la haya liado más gorda. El beso de Rubiales ha provocado un escándalo mundial hasta niveles insospechados y ha borrado de un plumazo el mayor éxito del fútbol femenino en España. Ya nadie habla de la copa del mundo ni de los golazos de Salma Paralluelo y Olga Carmona. Lo que podría haber sido el gran espaldarazo del fútbol femenino ha quedado eclipsado por el enésimo disparate feminista, un apocalipsis machista de pacotilla que pasará a las antologías como el «bulo del pico» tras la estela de aquel famoso «bulo del culo». Ganar la copa del mundo masculina de 2010 unió a un país. La femenina de 2023, a base de retorcer la realidad e intentar vender una agresión sexual inexistente, lo ha dividido y polarizado aún más de lo que estaba. Otro éxito del feminismo.

El que está llamado a ser el esperpento del año empezó con un momento de máxima felicidad. España se impuso en la final del mundial a Inglaterra y se coronó campeona. En la ceremonia de entrega de trofeos, las jugadoras se abrazaban al presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales. Una de ellas, Jenni Hermoso, recibió un fugaz beso en la boca. «Para beso —decían alegremente en la progresista La Sexta— el que le ha plantado Rubiales a Jenni Hermoso, un gesto totalmente espontáneo, producto de la euforia del momento, que la jugadora se ha tomado con todo el sentido del humor».

Marca tampoco le dio importancia y bromeó recordando otro célebre beso mundialista: «Rubiales repitió el beso de Casillas a Carbonero… ¡con Jenni Hermoso!». El periodista de la Cadena Cope Juanma Castaño entrevistó en tono jocoso a la jugadora que respondió de la misma manera: «Yo solo puedo decir que habrá sido el momento de la efusión, que no hay nada más allá, se va a quedar en una anécdota y ya está».

Lo importante era ser campeonas

Un directo del Instagram de Hermoso en plena fiesta en el vestuario mostraba la reacción de la futbolista cuando le enseñaban el vídeo del pico de Rubiales. En un ambiente festivo aseguraba «¡Eh! Pero no me ha gustado, ¿eh?» mientras sus compañeras se cachondeaban. «Y qué hago yo, mírame a mí, mírame», dice Jenni Hermoso. Y se escucha una voz que dice: «¡La lengua, meterle la lengua!».

En esos momentos, el beso se había quedado en una anécdota más de la celebración y toda la preocupación de Hermoso parecía ser el salseo y el vacile de sus compañeras. En cualquier caso, lo tomó como un detalle insignificante en un momento en que ella festejaba a lo grande la estrella de campeonas en la camiseta.

Lo bueno dura poco

Si quiere creer en la humanidad deje de leer aquí. Quédese en este primer día, con la celebración, el recibimiento a la selección y el homenaje a las campeonas en Madrid, con una Jenni Hermoso acordándose de su ciudad natal y una emocionada Olga Carmona, cuyo padre falleció justo antes de que ella jugara el partido más importante de su vida, recibiendo el cariño de las masas.

Porque a partir de ahora ese buen sabor de boca va a desaparecer y cuando termine estas líneas ni se acordará de que España ganó el mundial aunque no hayan pasado ni dos semanas. ¿Recuerda el circo de veinte pistas que se montó con los cánticos del Colegio Mayor Elías Ahuja? Pues es una tragedia de Eurípides al lado de lo del beso de Rubiales.

Así que si al acabar de leernos prefiere las carreras de avestruces antes de volver a ver un partido de fútbol femenino no se preocupe, es algo perfectamente normal.

Los protagonistas

Pero para entender todo lo que viene a continuación tiene que manejar un poco de información previa que Kaplan contra la censura le regala de propina con el artículo. Porque solo de la mezcla de esta tormenta perfecta contra el ya ex presidente de la RFEF se puede explicar el sindiós que se ha montado por un simple beso:

El villano machirulo

Primero tiene que conocer al villano. Rubiales, el del beso. Un tipo algo tosco, manipulador y con muy pocos escrúpulos. Cualidades ideales para ser uno de los hombres más poderosos del fútbol español, envuelto en escándalos como el traslado de la Supercopa de España a Arabia Saudí o supuestas orgías pagadas con dinero de la federación. Vinculado al PSOE, ha sido siempre un protegido del partido que, hasta ahora, se lo había perdonado todo. Por supuesto, tiene una legión de enemigos, entre ellos el presidente de la Liga española, Javier Tebas, el otro capo del negocio. Si ha visto Horizontes de grandeza son como los dos patriarcas rivales que terminan matándose a tiros. Un dato importante: la Liga de Tebas, según El Español, ha destinado casi 140 millones de euros en publicidad a grupos editoriales y medios de comunicación durante los últimos cinco años.

Las heroínas empoderadas

Y en segundo lugar debe saber que España llegó al mundial después de que una quincena de jugadoras se plantara quejándose de la gestión de la selección femenina y del entrenador, Jorge Vilda, y se borraran del equipo dejándolo roto. En esa lista no estaba Jenni Hermoso porque estaba lesionada pero apoyó a sus compañeras, aunque Vilda la convenció de que volviera. La selección tuvo que rehacerse con otras esquirolas que recibieron presiones del sindicato de fútbol femenino Futpro (denunciado por la Asociación de Futbolistas Españoles por mala praxis) para fingir estrés emocional y que no fueran tampoco a la selección. Pero lo hicieron y ganaron la copa del mundo. En la crisis, Rubiales apoyó sin fisuras al entrenador y no a las amotinadas que vieron el triunfo de las otras desde el sofá.

Ahora sí está preparado para entender mejor el disparate del año. Al menos un poco.

La izquierda, a lo suyo

Durante el mundial, los primeros en mear fuera de tiesto fueron los de siempre, la izquierda, intentando arrimar el campeonato a su causa identitaria, que si tal jugadora era negra o tal otra era gitana. Pero tuvieron poco éxito. El beso de Rubiales, en cambio, les abrió el cielo. Beso no consentido. Violencia machista. Agresión Sexual. «¿Esto de Rubiales no va a tener consecuencias penales?», tuiteaba Pablo Echenique que, aun purgado por sus propios compañeros, o precisamente por ello, rezumaba más bilis que nunca.

Además, Rubiales —quien ya hemos dicho que no tiene precisamente los modales de un caballero de Oxford— se había llevado la mano a los genitales en plena celebración al lado de la Reina y de la infanta, lo cual también indignó a Echenique. Cosa extraña porque esta falta de respeto a la familia real al menos le tendría que haber hecho gracia a un republicano como él.

«No estamos para gilipolleces»

El no caballero de Oxford salió al paso respondiendo a las críticas al beso y ahí cometió su primer error: «Es un pico de dos amigos… no estamos para gilipolleces. Disfrutemos de lo bueno y ni me comentéis cosas de pringados que no saben ver lo positivo». Error no porque no dijera una verdad como una casa, sino porque no fue consciente del suelo que se abría bajo sus pies al llamar «gilipollez» a una queja feminista. Pedro Sánchez tiró de la correa de su ministro de deportes, Miguel Iceta, quien le exigió disculpas en público por el beso no consentido en la boca de la jugadora.

Rubiales las dio al día siguiente pero sonaron a todo menos a disculpas. Se notaba que lo hacía obligado y que no se creía nada de lo que decía. Algunos medios incluso realizaron un análisis psicológico de esas declaraciones y dedujeron que era un peligroso narcisista y un manipulador nato. Algo así como Pedro Sánchez pero en calvo.

La marabunta feminista crece

Seguramente, el presidente de la RFEF pensó que la cosa continuaba sin ser para tanto. Un nuevo error. La ley del solo sí es sí y el propio protocolo de la RFEF contra el sexismo que castiga «besar a la fuerza» revoloteaban sobre su cabeza como buitres al acecho. La noticia, además, daba la vuelta al mundo, presentándolo como un monstruo de la lujuria. La norteamericana Megan Rapinoe, futbolista millonaria de esas que cada vez que ganan un premio sueltan una turra reivindicativa, mostró su apoyo a Jenni Hermoso. «Lo que tuvo que soportar España» manifestó sintiéndose de repente más española que el cinco jotas.

Entre bambalinas, el feminismo político y mediático ya había decidido que el presidente de la machista federación del muy machista fútbol era su siguiente trofeo. Ensombrecer el mayor éxito deportivo de una selección femenina era lo de menos si a cambio se publicitaba la lucha feminista y se obtenían réditos políticos. Yolanda Díaz e Irene Montero exigían la dimisión de Rubiales por violencia sexual y abuso de poder, al ser el jefe de la futbolista. Pedro Sánchez, que también se pone medallas por la igualdad cada dos por tres, se sumó al carro: dijo que las disculpas no eran suficientes y que esperaba «más pasos». Le faltó señalar a Rubiales y llevarse dos dedos a la garganta para dejarlo más claro.

Los medios se suman a la cacería

El incendio que se desbordaba habría acojonado al mismo Nerón. El poco conocido digital de Vocento, Relevo —que justo el mes anterior había suscrito un acuerdo económico con la Liga de Tebas— publicó una noticia de la que, a pesar de no basarse en ninguna fuente identificable, se hicieron eco todos los medios de comunicación del país. Según esta información, Rubiales habría presionado a Jenni Hermoso para salir juntos en el vídeo de disculpas. Juanma Castaño, el de las bromas sobre el beso, veía la luz y pedía perdón, muy arrepentido por su postura inicial. Atresmedia borraba de su web el vídeo de La Sexta en el que decían que era un «gesto espontáneo fruto de la euforia del momento». Marca, que había comparado el beso con el de Casillas y Carbonero, exigía ahora la dimisión del presidente de la RFEF por ser indigno. Donde dije digo digo Rubiales.

Con contadísimas excepciones, si es que hubo alguna, los medios se sumaban uno tras otro al linchamiento. Estaba claro que el beso les preocupaba mucho más que las sospechas de corrupción con la Supercopa trasplantada a Arabia Saudí. Hay que ver lo que parecen ayudar 140 millones en publicidad a la hora de clarificar las prioridades informativas. La cacería mediática hizo que en solo cinco días la victoria deportiva se perdiera en el tiempo más rápido que las lágrimas en la lluvia de Blade Runner.

El señoro del beso no dimite

Y llegó el día en que supuestamente Rubiales iba a dimitir, según habían adelantado los infalibles medios. Yolanda Díaz e Irene Montero sacaban músculo en Twitter: «¡Viva el movimiento feminista!», exclamaba una. «¡El feminismo lo está cambiando todo! », tuiteaba la otra. El programa de TVE Hablando claro entrevistó a una tal Mar Mas, presidenta de la Asociación de las Mujeres para el Deporte Profesional, pocos minutos antes de que empezara la asamblea. La señora tenía una copa para brindar con el cámara mientras los presentadores del programa sonreían.

Y Rubiales no dimitió.

El «falso feminismo»

Hay que ser muy chulo o muy loco, o las dos cosas, para hacer lo que se atrevió a hacer. Solo se disculpó por tocarse los huevos de forma desafiante, pero se los continuó tocando de forma metafórica el resto de su intervención. Dio su versión del pico, consentido según él, con todo lujo de detalles, anunció medidas legales contra quienes le calumniaran y cargó contra el «falso feminismo». Ni Galileo desafiando a la Iglesia se atrevió a tanto. El presidente del gobierno instó a su Consejo Superior de Deportes a que iniciara el proceso para inhabilitarlo cuanto antes en el TAD. Y de paso azuzó a su Fiscalía, que anunció una denuncia contra Rubiales.

Como ciudadano de a pie uno se siente de lo más tranquilo ante un gobierno que activa sus resortes de poder cuando le viene en gana contra un ciudadano que le incomoda. Viva el Estado de derecho.

MeToo y olé

El secretario de Estado para el Deporte y presidente del CSD, el socialista Víctor Francos se vino arriba con la inhabilitación y anunció solemne el nacimiento de un #MeToo en el fútbol español. Pero cosas de la vida, el primer Harvey Weinstein ha salido del ámbito cultural. Peio H. Riaño, súper aliado feminista, ex jefe de Cultura del diario de izquierdas Público, y famoso por ver violaciones en los cuadros del Museo del Prado, ha sido acusado de maltrato psicológico y acoso sexual por dos ex subordinadas suyas, Sara Brito y Noemí López Trujillo. Ante la avalancha que se le venía encima, ha cerrado sus redes sociales al tiempo que le han echado de otro digital de izquierdas, El diario.es.

No queremos hacer leña del Peio caído pero sí darle un consejo a las jóvenes periodistas feministas: no se líen con sus jefes de izquierdas. No aguanten sus humillaciones ni su acoso. Y si lo hacen, al menos no nos den luego la brasa a los demás con el machismo y el Patriarcado. Mándenlos a la mierda o páguense un psicólogo.

La venganza de las jugadoras

Hasta ese momento las jugadoras festejaban en Ibiza el mundial sin que pareciera que fuera con ellas la cosa. Pero la no dimisión de Rubiales y su versión del beso las hizo saltar como un resorte. A través del sindicato Futpro, el que presionó a las jugadoras que no quisieron plantarse el año pasado, publicaron un comunicado apoyando a Hermoso y asegurando que no volverían a jugar en la selección hasta que hubiera «cambios estructurales». En el manifiesto estaban las 23 que ganaron el mundial, las que se habían plantado y medio centenar más para hacer bulto. No sé usted pero yo es la primera vez que veo a un equipo llegar a lo más alto y pedir la cabeza del presidente de la federación que apostó por ellas y del entrenador que las ha hecho ganar. Cosas de chicas, supongo.

A estas alturas, solo faltaba que se pronunciara directamente la gran protagonista del culebrón. Tras una semana de silencio, ¿pondría Jenni Hermoso por fin algo de cordura al manicomio?

Spoiler: no.

Jenni Hermoso, una víctima desamparada

La Jenni Hermoso feliz y espontánea que vimos la primera noche, que no daba importancia al beso, ya no existía. En su lugar estaba ahora una Jenni Hermoso que hablaba como una marioneta con la voz de Futpro.

En otro comunicado negó que consintiera a Rubiales el beso, se definió como víctima de una agresión, habló de presiones del entorno de la Federación hacia su familia. E incluso justificó su primera reacción de no darle importancia:

La situación me provocó un shock por el contexto de celebración, y con el paso del tiempo y tras profundizar un poco más en esas primeras sensaciones, siento la necesidad de denunciar ese hecho ya que considero que ninguna persona, en ningún ámbito laboral, deportivo o social debe ser víctima de este tipo de comportamientos no consentidos. Me sentí vulnerable y víctima de una agresión, un acto impulsivo, machista, fuera de lugar y sin ningún tipo de consentimiento por mi parte.

Del beso de Rubiales al infierno machista

El proceso había culminado. Con la confluencia de los astros —entendidos como astros el planeta Tebas, la galaxia gobierno de España, las estrellas rencorosas de las jugadoras y los satélites medios de comunicación—, el feminismo y la izquierda habían convertido el mundial en su escaparate y habían encumbrado a otra mártir. Junto a la víctima de La Manada y Juana Rivas, Jenni Hermoso aparecía radiante en la sagrada trinidad feminista de las víctimas de la violencia machista.

Frente a ella, el nuevo Goliat vencido por David (así lo ha comparado El Mundo para que se haga una idea del nivel periodístico) ha sido acorralado por la federación que le aplaudió hace tres días, tras haber sido destituido por la FIFA. El organismo que llevó el mundial a Qatar, un país que trata a las mujeres como ciudadanos de segunda, está ahora de lo más indignado por un beso.

«¡Jenni, hermana, somos tu manada!»

El resto ha seguido el guion habitual en estos casos, pero más a lo bestia si cabe: éxtasis feminista, muestras de apoyo tan raras como la de la actriz Natalie Portman o el alcalde de Londres, adhesiones progres y de una multitud de oportunistas en la que no falta, créaselo, la propia ONU, una legión de planchabragas de antiguo y nuevo cuño —un saludo, Juanma Castaño— que o están del lado feminista o les cae una buena cancelación —como ha sido el caso de Luis Enrique, de los pocos que se ha atrevido a apoyar a Rubiales—, listas negras de quienes no se han manifestado públicamente a favor de Jenni Hermoso —como Rafa Nadal— o que no opinan bien, como Santiago Segura o los columnistas de The Objective, que han osado ir por libre y han sido señalados por la Cadena Ser como «los últimos de Rubiales».

Y, por supuesto, manifestaciones feministas everywhere. Las que ni pestañearon con los más de mil violadores beneficiados por la ley del Solo sí es sí han salido ahora a las calles entre gritos de «¡Jenni, hermana, somos tu manada!». Seguramente, no hayan visto un solo partido del mundial femenino, pero para lo importante ahí están, dándolo todo por la Jenni esa.

El bulo del pico

Y ha sido justo en el momento en que el asunto estaba completamente fuera de madre, cuando el Shyamalan del destino iba a dar el mejor giro del guion, con un vídeo filtrado de la celebración de las jugadoras en el autobús que las llevaba al aeropuerto. Es el momento «bulo del pico», un tierra trágame para todo aquel que no lleve incrustadas unas gafas moradas, que hace que el lema de las jugadoras, #SeAcabó, se les venga encima como un boomerang justiciero.

El vídeo lo difundió primero Alvise, ese tipo que tiene tendencia a liarse con la diferencia entre la información real, el bulo y el acoso. Aunque aquí acertó. Se ve en él a Jenni Hermoso enseñando risueña el meme que le hicieron en Twitter comparando su beso con Rubiales con el de Iker Casillas y Sara Carbonero. Sus compañeras ríen y gritan: «¡beso, beso, beso!», y jalean a un avergonzado Rubiales que les pide que paren.

Se acabó… el cuento

Seguramente, este vídeo debe de ser a lo que se refería Jenni Hermoso cuando hablaba de que «La situación me provocó un shock por el contexto de celebración». Un shock de los gordos. Pero el del relato oficial que la presenta como una mártir feminista. Defender a Jenni como a una víctima después del «bulo del pico» es más complicado que conseguir que Yolanda Díaz entienda una frase en inglés.

Y eso que muchos medios mantienen el relato contra viento, marea y sentido común, con la tesis de fondo de que una mujer tiene derecho a sentirse agredida con efectos retroactivos. Cuando alguien la convenza o cuando a ella le dé la gana, sea una semana, un mes o diez años después.

La explicación única y verdadera

La Sexta, recuerden, la del «gesto totalmente espontáneo, producto de la euforia» borrado de su página web, ha analizado el vídeo para que sus espectadores lo entiendan tras llamar a los que lo difunden «agitadores de extrema derecha». Da igual lo que parezca que se ve en las imágenes: Jenni Hermoso es la víctima, no mintió y todo tiene un por qué: el shock ese, que aparece citado al lado de un enorme rótulo que aclara que esa es «la explicación».

Una explicación de la que no se puede dudar, ciudadano de bien. Porque, ¿a quién va a creer, a sus propios ojos o a la narrativa feminista que considera que no hay contradicción en que una mujer agredida sexualmente enseñe los memes de su agresión partiéndose de risa mientras la vitorean sus compañeras?

Ojo con su respuesta. No resulte ser un agitador de extrema derecha, que ya ve como ha acabado Rubiales. Y eso que es socialista.

8 comentarios

  1. Menudo circo se ha montado con este tema. Lo que tendría que haber sido una celebración y una alegría ha quedado olvidado por una polémica absurda en la cual cada día tenemos un nuevo giro de guion y un nuevo protagonista. A ver cómo sigue esto que igual aún nos llevamos alguna sorpresa más.

    1. Ya ha visto que han pasado unos pocos días y el circo sigue creciendo. Con el papelón incluido de los medios de comunicación que se están cayendo con todo el equipo.

  2. Para rematar el esperpento, la madre de Rubiales inicia una huelga de hambre hasta que la Jenni diga la verdad… Qué nos falta por ver?
    Bochornoso el papel de la prensa, no sólo Juanma Castaño. He llegado a oír que a Vilda es campeón del mundo porque lo han hecho ellas… Muchos artículos y columnas de opinión pero del famoso video del autobús poco he leído. Ni se molestan en recoger cable disimuladamente y mucho menos reconocer que la Jenni, aparte de parecer que no es persona de muchas luces, está siendo utilizada miserablemente

  3. Hola Señor Kaplan estaba esperando su artículo sobre este tema jaja. Cómo será el revuelo que llegó hasta mi país. Igual la forma de actuar que tiene esta gente es muy predecible, pareciera que tuvieran una guía o algo así para este tipo de cosas.

    1. Desde luego porque siempre actúan igual. Pero ya ve la que han montado, eclipsando incluso un mundial de fútbol. ¿Usted se imagina que gana Argentina la copa y a la semana siguiente está el país dividido, enfadado y nadie se acuerda del triunfo? Sería impensable. Pues aquí no gracias a las feministas y sus polémicas.

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