Manipulación medios de comunicación

«Ustedes están con el bulo», dice uno (Félix Bolaños), «El mayor bulo es usted», contesta otro (Feijóo), «Ustedes son un bulo envuelto dentro de un embuste dentro de una trola», se indigna alguien (Cayetana Álvarez de Toledo), «El único proyecto de la derecha es el bulo y la mentira», clama otro (Sánchez). El País titula a cinco columnas: «La era de la desinformación», una primera página apocalíptica con los bulos de protagonista y una enorme foto de Angela Merkel mirándonos fijamente como si fuera la Gran Hermana. Si esa era la idea, que no parece, lo han bordado: la portada da más mal rollo que un tuit de Fonsi Loaiza.

Bulos hasta el infinito y más allá

En un mundo con públicos descreídos de las manipuladas versiones oficiales, los bulos y las interpretaciones alternativas triunfan gracias a ese chip que tenemos en la cabeza llamado sesgo de confirmación y por la mala idea de algunos que, aprovechándose de esos sesgos, se dirigen a sus tribus radicalizadas para radicalizarlas aún más, distorsionando un relato que exige para ser creído la fe del fanático. Y esto vale tanto para un conspiranoico de los chemtrails como para un seguidor de Javier Negre. Y, por supuesto. también para los lectores de El país, que manipula todo lo que quiere con la excusa de la línea editorial, y si no que se lo digan a Carlos Vermut.

Para complicar las cosas, hoy en día el bulo abarca no solo las mentiras intencionadas —técnicamente la definición de bulo, el Fake News anglosajón— sino que, convertido en un arma arrojadiza de la lucha política, se califica así a cualquier error, descontextualización, exageración, omisión, opinión con poco fundamento o toda aquella información que moleste. Y eso eleva el número de potenciales bulos hasta el infinito y más allá.

Para defenderse de ellos, supuestamente, están los fact checkers, los proclamados verificadores de la verdad, pero la mayoría tienen un sesgo progre del tamaño de la catedral de Toledo y antes se cortarían un brazo que desmentir las mentiras que les interesan, por ejemplo que las denuncias falsas son el 0,01%.

Y en medio de ese campo minado están los sensatos y los que no manipulan, al menos conscientemente, que algunos quedan.

Un final de temporada apasionante

Por no irnos más lejos, España lleva años siendo un perfecto ejemplo de ese campo minado y una trepidante serie de televisión que no da un momento de respiro. El fin de temporada está siendo apasionante: líderes de izquierdas feministas caídos en desgracia por denuncias de agresión sexual, DANAS devastadoras que demuestran la incompetencia de las administraciones públicas a las que pagamos un montón de impuestos, informes de la Guardia Civil que destapan corrupciones en el seno del gobierno que vino a acabar con la corrupción, un presidente que tiene imputados a su esposa, su hermano y su ex mano derecha y, en el último y apasionante capítulo, un comisionista que canta por soleares detallando la red de corrupción que acosa al PSOE.

La temporada ha terminado (o no) con un cliffhanger que ríase usted del asesinato de JR, o el de Jon Snow para los más jóvenes que no conozcan Dallas: después de declarar, Aldama sale de la cárcel, se mete en un coche y desaparece en la noche con sus últimas palabras resonando amenazadoras: «Como tantas pruebas quiere, que no se preocupe el señor Sánchez que va a tener pruebas de todo lo que se ha dicho».

Lobato la lía parda

Mención aparte en nuestra programación merece el spin-off protagonizado por Juan Lobato, defenestrado secretario general del PSOE madrileño, y una —delirantemente burocrática pero real— jefa de gabinete del jefe de gabinete de Pedro Sánchez, dispuesto a todo para acabar con Isabel Díaz Ayuso. En la línea de las mejores comedias de situación, Lobato registra en un notario, porque no se fía de que sea legal, una conversación de whatsapp que incluye un correo electrónico del abogado del novio de la presidenta de Madrid que le ha pasado la jefa de gabinete del jefe de gabinete y que a su vez le dio la Fiscalía.

La génesis de esta historia es otro bulo, en esta ocasión de otro jefe de gabinete, el de Díaz Ayuso, que se inventó un pacto de la Fiscalía con el novio defraudador. Al fiscal general de Sánchez, perdón, del Estado no se le ocurrió otra cosa que desmentir el bulo cometiendo un delito de revelación de secretos. Moncloa nos intentó convencer de que el documento fue filtrado antes a la prensa, lo cual es otro bulo, porque a la prensa se lo pasó la ya famosa jefa de gabinete del jefe de gabinete. Y encima no fue a cualquier prensa, sino a Elplural.com, la Panzerdivision Totenkopf del sanchismo, los del bulo de los dos DNI del juez Peinado y con una directora recién enchufada en el consejo de RTVE, suponemos, en pago a tantos servicios prestados.

Broncano se queda sin invitado

La misma noche en que España alucinaba por la confesión de Aldama y un día antes de la lobatada ante notario, David Broncano decidió darle una vuelta, con otro bulo, a la tensa guerra por el share entre La Revuelta y El Hormiguero que, aunque parezca mentira y como ya contamos, tiene a miles de españoles en un sinvivir azuzados por decenas de periodistas progres a los que parece que Pablo Motos se haya comido a sus hijos.

Aquella noche, Broncano anunció que no habría entrevista. Según decía, su invitado, el motorista Jorge Martín, había recibido presiones de El Hormiguero que lo quería entrevistar antes. «Como no quieren que nadie venga aquí antes que allí han movido sus hilos», «Tienen formas de presionar», «Nos ha dicho que no puede venir porque si no pasarían algunas cosas» aseguraba Broncano, que más que de un programa de televisión parecía que estaba hablando de la familia Corleone.

La Revuelta hace historia… del bulo

Al día siguiente, compitiendo en interés informativo con la confesión de Aldama y mientras el equipo de opinión sincronizada esperaba el argumentario de Moncloa para opinar con libertad e independencia que todo era, por supuesto, un bulo, la prensa progresista le dedicó al salseo un buen número de titulares elevando la anécdota a hito televisivo: «La Revuelta ha hecho historia en la televisión en España», titulaba El País contagiando a Mariola Cubells, jefa de televisión de la Ser, que hablaba de un «momento histórico» que acababa «con la impunidad de El Hormiguero». La bienpagá Intxaurrondo también le daba lo suyo a Pablo Motos. Su colaboradora, Marta bolígrafo en las tetas Nebot, se alegraba de que alguien hubiera tirado por fin de la manta, pero refiriéndose a Broncano, no a Aldama.

El drama de La Revuelta fue una de las noticias más destacadas del día en los informativos de la televisión pública, la cuarta en el sumario de la edición vespertina del Telediario. A esa hora ya hacía tempo que se había desmontado el bulo: uno de los patrocinadores de Jorge Martín se saltó el contrato que tenía firmado con Atresmedia y la televisión privada, como ha pasado cientos de veces no solo en la televisión sino en la prensa, la radio o las revistas del corazón, hizo valer la exclusividad que por algo la habían pagado. Broncano se montó una película de mafiosos sabiendo que no tenía nada que ver con prácticas desleales. Además, sí grabó (pero no emitió) la entrevista a Jorge Martín aunque ese detalle lo ocultó deliberadamente.

Pablo Motos critica la desinformación desinformando

El día que más lo necesitaba Sánchez, casualidad o no, Broncano consiguió que su salseo diluyera un poco el ciclón Aldama. «El primer gran servicio al PSOE de David Broncano», titulaba un artículo de opinión de El Independiente. Ignoramos si el presentador es un fiel perro Vader o simplemente el chico listo que se arrima al ascua que más calienta, pero en esta ocasión le ha venido muy bien al presidente. En este hilo de Twitter puede leer a mucha gente de izquierdas que tuvo un inesperado apagón informativo para hablar de Aldama y a la que le volvió de golpe el WiFi para tuitear sobre la polémica entre Broncano y Motos, quien según Pedro Vallín había «caído a los infiernos». A los infiernos pero acompañado por dos millones de espectadores diarios.

El lunes siguiente llegó la esperada respuesta de Pablo Motos. Acusó a RTVE de mala praxis informativa por dar a entender lo que no era. Pero Motos también se coló y soltó bulos en medio de aquellas verdades: aseguró que fue tercera noticia en importancia en el Telediario. Y para ilustrar su comentario puso una información falsa de El Mundo: «RTVE abre sus informativos con la polémica entre Broncano y Motos en pleno estallido del caso Aldama». Que está muy bien criticar la desinformación de la televisión pública sanchista pero si no se hace desinformando está mucho mejor.

El remate de la loba de RTVE

Por supuesto, Silvia Intxaurrondo, que se está convirtiendo en una habitual de esta bitácora y por la que confesamos una hipnótica fascinación similar a la que nos produce Ilsa, la loba de las SS, lo tuvo muy fácil para rematar a Motos. No respondió a las acusaciones (ciertas) de que Televisión Española no había contrastado la información ni de que se había magnificado la absurda polémica para ensañarse con un competidor no alineado con la izquierda y dispersar de paso la incómoda actualidad informativa. Se limitó a poner cara de digna y desmentir las dos pifias de Motos: ni fue tercera noticia en el sumario de los telediarios ni los abrió.

Claro que también ella omitió el detalle de que, en su programa matutino, sí fue el tema principal del debate: «Buenos días, enseguida vamos con lo de Aldama, pero antes vamos a hablar de lo que sucedió anoche en La Revuelta, claro». Claro.

Un bulo tras otro

Polémicas y bulos aparte, Broncano ganó en audiencia a Pablo Motos por partida doble: el día en que El Hormiguero entrevistó a Jorge Martín y el día en que lo hizo La Revuelta, con una entrevista en directo y desechando la grabada. Y la famosa noche de marras, El Hormiguero casi pierde frente a un programa rellenado con imágenes de la berrea del ciervo.

Parece claro que el presidente del Gobierno acertó con La Revuelta, al menos hasta que alguien investigue el timo de los audímetros. Y también acertó el directivo que, obedeciendo los deseos de Sánchez, provocó un cisma en el ente público y presionó para contratar el programa de Broncano por 28 millones. El directivo ha sido recompensado con la presidencia de Televisión Española en ese nuevo consejo de activistas —donde también está la directora de El plural.com— que va a poder continuar cumpliendo la máxima con la que Silvia Intxaurrondo culminó su arenga contra Motos: «Nosotros no desinformamos». Ese bulo sí es bueno.

RECIBA LAS NOVEDADES DE KAPLAN CONTRA LA CENSURA

No hacemos spam. Lea nuestra política de privacidad para obtener más información.

4 comentarios

  1. Si es que vivimos en una época en la que no puedes creerte ninguna información: o la da alguien según le convenga o se omite el contexto o directamente es falsa. Y aquí se incluyen todos los medios y, por supuesto, las redes sociales. Solo hay que echar un ojo para comprobarlo. Así vivimos, rodeados de desinformación.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.