La noche del Delcygate
El corredor escasamente iluminado de la sala de casos perdidos del hospital psiquiátrico penitenciario desembocaba en una celda aislada. El celador comprobó la identidad del visitante y el documento que lo acreditaba como inspector de homicidios y le dio acceso al interior de aquel cuarto acolchado. El inspector lo vio en un rincón, con la camisa de fuerza y la mirada perdida. El último aizcolari socialista, el hombre duro que